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Yoongi cogía una botella por el mango mientras estaba sentado en un pequeño saliente de una tienda remota en una esquina en alguna calle de Seúl. Arrimaba la botella cerca de sus labios, y allí la depositaba mientras permitía al licor pasar por su garganta, la cual ya se había acostumbrado a la sensación de quemazón que le daba aquella bebida.

"—Tal vez debas alejarte de todo... hasta poder amarte a tí mismo..."

O Seokjin era un estúpido sentimental y loco filósofo, o era más inteligente de lo que pensaba que era. Bueno, después de todo, supo como llevar perfectamente la situación hace horas atrás. Algo que sí tenía claro, era que no podía volver a su departamento, ni a su Universidad, no podía ver a nadie hasta aclarar su mente...

—... Jungkook—puso una mano en su nuca y la empezó a mover rápidamente, moviendo allí los largos cabellos de esa zona. Tal vez debería ir pensando en conseguir un trabajo, no podía vivir como un sin techo borracho toda su estancia en el centro de Seúl... aún que eso mismo era. Tal vez no pensaba con claridad debido a sus altos niveles de alcohol en sus venas, y tal vez, estaba haciendo el ridículo mentalmente; era un alivio que nadie pudiera escuchar sus pensamientos.

Yoongi volvió a inclinar el codo, pero ni una gota de alcohol cayó sobre su boca, ¿ya se había terminado toda la botella? Miró aquel recipiente de cristal con los ojos medio cerrados y el ceño fruncido, tratando de encontrar algo más allí dentro.

—Hey, ¿qué haces aquí a estas horas de la noche?—un chico pelirrojo sorprendió al chico sentado en el suelo de la calle, con mirada perdida en una bebida. Para Yoongi, había aparecido de la nada; como si fuera un verdadero mago, se había agachado frente a él con sus piernas tan flexionadas como abiertas, lo que le pareció extraño.

El chico era bastante delgado, por no decir que muy delgado. Lo más interesante de aquel chico—que Yoongi pudo apreciar en ese momento—eran los grandes tatuajes en su cuello y brazo izquierdo, además, su cara estaba sudada y su pelo era más largo de lo normal.

—¿No es obvio? Ahogo mis penas en alcohol—contestó, como si toda la sinceridad del rubio hubiera caído justo en una misma persona: el pelirrojo extraño pero atractivo.

—No sé si eso sea sano—Yoongi solo levantó los hombros para luego dejarlos caer de nuevo, restándole importancia a aquel pequeño detalle.

—¿No tienes casa?—el rubio rió.

—Eso es una larga historia... muy larga...—los ojos de Yoongi viajaban por todo el lugar que su campo de visión le permitía ver, tratando de encontrar un punto en el que detenerse finalmente.

—Está bien, subamos a mi apartamento y me lo cuentas mientras cambias tu ropa—y allí llegaron a parar, a los ojos verdes de aquel muchacho frente a él.

—¿Vas a dejar que un total desconocido entre en tu casa? Podría estar loco.

—Sé que no pareces el hombre más honesto, sincero y puro de este mundo, pero esas heridas que tienes en la cara no tienen buena pinta, me gustaría ayudarte—el rubio rió por lo bajo, mostrando solo la parte derecha de su dentadura mientras giraba su cabeza en dirección opuesta y negaba con ésta.

—Estás loco...—y sí, Yoongi tenía razón, pero un lugar en dónde pasar la noche era una oferta muy apetecible... ¿Debía confiar en aquel extraño lleno de tatuajes, de pelo rojo y sudada frente?

—Tengo más alcohol en casa, por si te interesa.

A la mierda. Yoongi se levantó de aquel lugar de inmediato, de todos modos, no tenía nada más que perder, nada menos su virginidad. El chico borracho no pudo mantener el equilibrio al haberse levantado tan rápidamente de aquella posición, por lo que casi cae cara al suelo, pero el chico pelirrojo lo sujetó del hombro mientras Yoongi se cogió a su brazo por inercia. El chico de los tatuajes le sonrió, mostrando una sonrisa cuadrada.

merciful to you; ¿?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora