8.- Ojos color nomeolvides.

11.4K 1.4K 677
                                    

⚡️ Tweek ⚡️

Despertó a mitad de la noche, con los ojos abiertos de par en par. Estaba sudando, con la respiración agitada y la garganta seca. Puede jurar que emitió un grito.

Una sensación de alivió lo albergó al reconocer la calidez de su habitación, aún en penumbras. Y comenzó a sollozar. Se cubrió la boca con las palmas para no despertar a sus padres. Hace unos días había vuelto a tener pesadillas, no se lo había dicho a nadie aún, sentía que se burlarían. No por el hecho de tener sueños malos, de cualquier manera todo el mundo los tiene, si no por los protagonistas de aquellas pesadillas.

Estaba volviendo a soñar con gnomos. Cuando era pequeño juraba que eran reales, que se robaban sus calzoncillos; ¡por dios! él podía verlos. Ahora eran sólo sueños, pero el saber que eran reales sólo lograba incrementar su miedo.

En los sueños no se robaban su ropa interior, si no a él. Probablemente era una estupidez visto desde otra perspectiva, pero joder, cada noche era un infierno. Al despertar en la oscuridad sólo esperaba no ver aquellos ojos amarillentos, mucho menos aquellos colmillos, ni los pequeños dedos arrastrándolo. Era un alivio abrir los ojos y reconocer sus paredes en la oscuridad, sin nada brillante cerca.

No pudo volver a dormir. Cuando amaneció tenía un aspecto fatal. Parecía casi un zombie, con la piel pálida, los ojos rojos, y las profundas ojeras. Hasta su cabello tenía mal aspecto, se veía como si no lo hubiera lavado en semanas. Entró a la ducha y al salir evitó volver a mirarse al espejo, esperaba que el baño hubiera mejorado algo.

No fue así. Lo supo cuando su madre lo vio y soltó una exclamación.

— ¿Estás bien?- Le preguntó preocupada.

Tocó con cuidado la mejilla de su hijo, como si temiera ser mordida por un zombie en su lugar. Tweek sonrió con cansancio.

— Sí, yo...

— Santo poder del bosque.- Exclamó su padre entrando a la cocina.- Cariño, no me dijiste que el apocalipsis comenzaba.- bromeó. Su esposa le dio un golpe en las costillas con el codo.

Tweek rodó los ojos. Fue a sentarse en la mesa dejando caer la cabeza con un sonido bastante incomodo para los mayores. Durante todo el desayuno sus padres no dejaban de mirarlo o de intercambiar miradas con ellos mismos, a Tweek le pareció que hablaban mentalmente. Mientras tanto él jugaba con la comida, no tenía apetito.

— ¿Necesitas café, hijo?- Preguntó el padre finalemte.

Tweek lo meditó, para al final negar. Sólo quería ir y dormir, pero tenía miedo, un miedo horrible. Y por la mierda, ¿Cómo es posible que alguien le tenga miedo a dormir? Se sentía estúpido.

Tweek no miró como sus padres intercambiaban miradas llenas de preocupación, su hijo nunca negaba un café. Cuanto más pudiera tomar era mejor para él.

— Tweek.- Lo llamó su madre. El chico levantó la mirada.- Llevas días sin comer bien, y tampoco consumes tanto café como de costumbre.

— Lo del café debería ser bueno, ¿no?- Respondió rascando una de sus rodillas con nerviosismo.

— Si, pero no tratándose de ti.- Mencionó su padre, Tweek lo miró con una ceja alzada.- Vamos, sabes a lo que me refiero.- El rubio asintió, aunque en realidad no entendía.

Trató de comer un poco, al final no le servía de nada descuidar su salud. Sus padres seguían mirándolo sin saber exactamente que hacer. Tweek trataba de comprenderlos, sólo lo tenían a él, y ambos habían tenido una adolescencia bastante normal, no sabían como tratar con un adolescente tan... peculiar.

Luna de Café ☕️ Creek ☕️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora