Unga

26 2 3
                                    

El verano había llegado. Eras las tres de la tarde en un pequeño pueblo español cuyo nombre ha quedado perdido tras las catastróficas desdichas que en este acontecieron hace cientos de años, y debido al poco sufrible calor que abrasaba las aceras y plazas de la localidad, ningún ser vivo se atrevía a abandonar sus frescos hogares para pasar el rato en las antiguas calles. El altamente reconocible cantar de los grillos escondidos tras las hojas de los árboles era el único sonido presente en todo el lugar, como un aviso a todas las personas de que aquel día era mejor permanecer encerrados, tumbados junto al ventilador.

¿O tal vez pretendía avisarles de otros sucesos, no muy lejanos pero peligrosamente destructivos?

El cantar de estos a veces molestos insectos se empezó a ver ahogado por otro sonido mucho menos agradable, que provenía de los potentes altavoces de un coche blanco y reluciente, con las ventanillas bajadas, conducido por un joven que fumaba con orgullo un cigarrillo a la vez que movía la cabeza al ritmo inconfundible del reggaetón. El vehículo pasó a toda velocidad junto a los árboles de la plaza donde los grillos cantaban, sin preocuparle en absoluto las normas de velocidad establecidas en aquel pueblo. 

La canción que escuchaba era un nuevo tema del famoso Good Rabbit, un nuevo cantante de reggaetón que había triunfado hacía pocos meses con temas como "El machismo mola", "Deja que me coma tu cruasán", "Llámame papi" o "Tu tía tiene un buen pompis", en colaboración con otro cantante no tan conocido llamado Mommy Yanquee, cuyos temas "Come come bebe bebe" y "Penépolis" eran escuchados por todo el país. Ambos se habían unido y habían creado la mayor obra reggaetonera de todos los tiempos, y aunque pocas personas la habían escuchado aún debido al poco tiempo que llevaba en el mundo artístico, las críticas estaban por las nubes.

La canción se llamaba "Dime unga y te contesto". Poseía una letra machista, sexista y homófoba, todo lo que los amantes del reggaetón podían desear, con un ritmo pegadizo, haciéndose respetar entre las demás canciones de este estilo musical. 

El joven del coche blanco tiró la colilla de su cigarro por la ventanilla, a la vez que la canción acababa. Cuando los cantantes pronunciaron las últimas palabras, cesando así el pun chim pun chum pun del ritmo, el chaval esbozó una mueca, pues después de haber escuchado aquello, sentía que nada más podría satisfacerle jamás.

Y así empezó todo.

The Walking UngaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora