Segundo unga

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—Aún podemos llegar a ver Sálvame —dijo Sinaí, dándole un corto vistazo al reloj de su móvil.

Ittara alzó una ceja.

—¿Sálvame? —preguntó con gran sorpresa.

Sinaí se ruborizó hasta las orejas y carraspeó suavemente.

—Quería decir Annabelle. Hoy la echan en... en... Bueno, no recuerdo en qué canal, pero...

Un grito la cortó de pronto. Las dos amigas se giraron sobresaltadas hacia la puerta de la casa de Octavia, por la cual acababan de cruzar. Sin duda, aquel alarido provenía de su amiga.

Cualquiera que no conociese a Octavia habría pensado que su grito había sido causado por la serie que se encontraba viendo. Pero Sinaí e Ittara sabían bien que esa clase de cosas no asustaban a Octavia.

Todo aquel que hubiese pasado tan sólo un par de minutos con la pelinegra sabría decir que lo único que podía causarle miedo eran los perros, y a veces otros animales. Pero, ¿zombis? No, eso no.

Por eso, Ittara y Sinaí no dudaron un solo instante en lanzarse a aporrear la puerta, gritando el nombre de su amiga, sin poder imaginar lo que más allá de aquel pedazo de madera les esperaba.

Y, hablando de puertas y de parejas de chicas que llaman a estas, justo en ese momento Ally y Elle se encontraban prácticamente en la misma situación que la de sus amigas.

Con la cabeza dándole vueltas, Elle logró agarrar con sus sudadas manos el último escalón que daba al rellano del primer piso del bloque de Violet, y con las pocas fuerzas que le quedaban, se impulsó y arrastró hasta quedar frente a la puerta de esta.

—Vamos... Ally... ya... casi... —dijo en un hilo de voz, apoyándose en la puerta y tapándose los oídos a duras penas.

—No podré... —Ally descansaba en el rellano anterior, temblando y tratando de dejar sus dedos en el interior de sus orejas— No podré resistir mucho más...

Elle tragó saliva. En aquel momento, su cabeza gritaba fuertemente que llamara a la puerta y que se pusiera a salvo. Pero algo en lo más profundo de su pecho tiraba de ella y suplicaba que salvase a su amiga.

Tras breves segundos de reflexión, Elle se mordió los labios. Intentó levantarse, pero las piernas le flaqueaban; así sería imposible cargar con Ally.

—Ally... Vas a tener que aguantar un poco más... —murmuró Elle.

Ally, que apenas había escuchado sus palabras, la miró con lágrimas en los ojos.

—¿Qué haces? —sollozó.

Y es que Elle había alzando un brazo y se disponía a pulsar el timbre de la casa. Esbozaba una mueca de dolor, y su cara se había teñido de un color verde intenso.

—Elle... —Ally comenzó a llorar. Trató de moverse pero el cuerpo no respondía. Sus piernas querían realizar un movimiento completamente distinto al intencionado por su dueña— Por favor... No me dejes... Pronto no podré resistir más...

—Tendrás que hacerlo. Tararea música funeraria —aconsejó por lo bajo Elle.

Aunque, una vez más, Ally no la pudo oír. Pero, para horror suyo, si pudo escuchar como el sonoro timbre de la casa de Violet hacía eco en el portal.

Y para alivio de Elle, la puerta no tardó en ser abierta por una confundida Violet sin peinar y vestida de pijama.

—¿Qué haces en el sue...?

La chica no tuvo tiempo de acabar la frase, pues Elle se coló rápidamente en la casa y cerró fuertemente la puerta.

—¿Qué demonios haces? —inquirió Violet, tendiéndole una mano.

Elle se levantó temblorosa, con los oídos al fin destapados. Abrió la boca, probablemente para decir: "No abras la puerta por tu bien", pero lo único que de ahí salió fue un espeso y maloliente vómito.

La alarmada Violet abrió redondos los ojos y fue veloz a sujetar el débil cuerpo de la otra chica. Estaba toda sudada, así que le recogió con suavidad el castaño y liso pelo para que le diera algo el aire en la cara.

—¿Qué es lo que pasa? —preguntó Violet, sentando a Elle contra la puerta. Miró de reojo el charco de vómito, tratando de ignorar el agudo olor que este desprendía. Lo recogería enseguida, cuando Elle le diese explicaciones.

—No hay tiempo —dijo esta, tragando saliva y limpiándose las comisuras de los labios con la muñeca—. Necesito tapones para los oídos.

—¿De qué estás hablando?

—Por favor, Violet —suplicó Elle, mirando a los ojos a su mejor amiga—. Luego contestaré todas tus preguntas.

Violet dudó unos instantes, pero tras coger mucho aire, decidió obedecer a la de ojos almendrados.

Se dio una corta carrera hasta la habitación de sus padres. En la mesita de noche de Eva siempre había un par de tampones que esta utilizaba para privar a sus oídos de los ronquidos de su marido.

—Aquí están —dijo, mostrándoselos a Elle, quien empezaba a recuperar el color habitual de su rostro.

—Póntelos. —Elle se agarró la tripa, como si fuera a potar de nuevo.

Nuevamente, la aturdida Violet obedeció sin preguntar. Aquellos tapones no aislaban mucho del ruido, pero la verdad lo atenuaban bastante, pues cuando Elle habló nuevamente, Violet tuvo que acercar su rostro a los labios de la chica para escucharla bien.

—Ahora sal al portal y entra a Ally.

Violet enarcó una ceja e hizo un movimiento de cabeza que le pedía a Elle que repitiera sus palabras, por si había oído mal.

Esta última agarró la camiseta del pijama de Violet y tiró de ella, con expresión autoritativa.

—Sal ahí afuera —ordenó entre dientes—, grita todo lo fuerte que puedas para no oír lo que te rodea y coge a Ally. No le queda mucho tiempo.

—Elle, no entiendo...

Pero las palabras de Violet fueron interrumpidas por un fuerte tortazo que la aludida le propinó en la mejilla derecha.

—He dicho que responderé a todas tus preguntas una vez hayas hecho lo que te digo.

—P-pero... Mi madre está esperando en el salón...

—Yo iré y se lo explicaré todo. Pero estoy demasiado débil como para volver a ese infierno. —Señaló la puerta principal—. Por favor, Violet. Has de hacerlo tú. Ally te necesita.

Violet estaba ahora más confusa que al principio, pero al percatarse de los sentimientos que revoloteaban por la mirada café de Elle, se dio cuenta de que fuese lo que fuese que estuviera sucediendo, su amiga necesitaba su ayuda más que nunca.

Así que, una vez más cogió mucho aire, tragó saliva y se levantó.

—Está bien —masculló—. Más te vale que esto valga la pena.

Y abrió la puerta justo en el mismo instante en el que Octavia abría a sus amigas, con los ojos muy abiertos y las mejillas pálidas.    

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⏰ Last updated: Jul 03, 2018 ⏰

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