Capítulo XXIV

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Decisiones dificiles

Flashback

Tokio, Japón

La elegante mujer de cabello negro y ojos amarillos rasgados camina de un lado a otro de la habitación, sus agradecidas curvas tintinean, sus zapatos negros de tacón resuenan contra el pulcro e impecable piso blanco, haciendo eco en las paredes de mármol, su andar es rápido y desesperado. La estancia está sumida en penumbras por las paredes negras y cortinas, las cuales combinan con los muebles blancos, las paredes visten cuadros realmente tenebrosos y aterradores. La habitación a pesar de la oscuridad no pierde la elegancia que deja ver una fina luz de la pequeña lámpara de mesa dorada con rojo. El sonido de la puerta indica que su espera está por terminar y justo a tiempo ya que la mujer no es caracterizada por su paciencia. Un hombre de piel pálida como el papel y ojos oscuros como la noche entra en la habitación, al ver a la mujer de brazos cruzados hace una pequeña reverencia.

—¿Y bien? —dice la mujer impaciente.

—Mi reina lo siento. —dice con miedo el hombre.

—¿Como es posible? ¡Todos son unos incompetentes! —dice la mujer con rabia.

—Ellos sabían que llegaríamos y sacaron a la joven antes de nuestra visita. —

—¡La perdieron! teníamos a los nuestros por todas partes ¡Y aun así la perdieron! Y esos estúpidos nos traicionaron. — dice ella con enojo.

—Tantos años lejos del reino afectaron su juicio, creo que ellos les tienen afecto, tanto que están dispuestos a sacrificar sus propias vidas por las jóvenes. —comenta el hombre.

—Ahora mismo arreglaras su maldita equivocación, iras a la celda y les preguntarás a los prisioneros si saben dónde pudo haber ido, si tienen familia en otra parte. Si con ellos no consiguen nada, buscaran e interrogan a su hermana; ella debe saber, mátenla si es necesario. —dice molesta

—Así será mi reina. —dice el hombre con miedo, está por salir cuando la voz de su jefa lo detuvo.

—Casi lo olvidaba, mata a los idiotas que dejaron que la niña escapara. —el asiente bajando la mirada, temía que la reina le diera esa orden y ahora tendría que matar a los suyos.

El hombre sale de la habitación con pasos apresurados, debe hacer algo para saber dónde está la joven. Camina lejos de la mansión, en lo más profundo del bosque, sus pasos son el único sonido existente, el sol está escondido entre las gruesas capas de nubes grises de lluvia, el hombre camina hacia un bunker en medio de la nada, las paredes se ven antigua y deterioradas, la gruesa puerta de hierro oxidada. Toca la puerta tres veces, una pequeña ventanilla se abre dejando ver los ojos oscuros de un hombre del otro lado de la puerta, quien al verle sonríe achinando sus ojos para abrir la puerta rápidamente. Hay varios hombres custodiando la entrada, él baja las escaleras de aquel lugar de paredes grises y luces escasas, al terminar las escaleras puede ver las celdas dónde los prisioneros residen, él empieza a ver las celdas, hasta llegar a su destino; el arma secreta.

—Levántense flojos —exige el hombre entrando al estrecho complejo de paredes sucias, ellos se sobresaltan alejándose de él. La celda es ocupada por un hombre joven de piel canela, dos mujeres de edad media y dos ancianos. Las mujeres son parecidas; un cabello castaño rizado, con ojos marrones; la otra cabello negro y ojos miel, ambas con rasgos meramente parecidos— Les tengo una sorpresa, mi vista el día de hoy es especial. Si colaboran con nosotros les irá mejor de lo que piensan así que se los diré una vez ¿Saben dónde pudo escapar su familiar adoptada? —cuestiona.

—Pero si son estúpidos —dice la mujer de cabello rizado llamada Karina— ¿Acaso no ven que llevamos años encerrados aquí? ¿Qué vamos a saber de lo que pasa afuera? —expresa con amargura, el hombre se acerca a ella y le proporciona un golpe en el rostro, ella solo cae al suelo de la celda.

Predilecta:. La Nueva Portadora [La Saga Facinum] Libro 1Where stories live. Discover now