Capitulo 2: La nueva niñera [Editado]

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Capitulo 2

Anabelle:

Cuando bajo de la moto veo la casa de dos plantas que tengo ante mi y compruebo la dirección que anoté en el papel, es la correcta. Me guardo el papel y voy hacia la casa tras dejar el casco en la moto y arreglarme mis dos coletas. 

Tal vez tendría que haberme dejado el pelo suelto o haberme maquillado un poco, pero salí casi corriendo de mi estudio de pintura y no tuve tiempo para más, y ahora sin un espejo delante prefiero no arriesgarme a soltarlas y quedar aún peor. Me toco la cara para comprobar, una vez más, que no me he dejado restos de pintara en ella, no hay nada así que avanzo.

Llego a la puerta y toco sin dudar más, le pedí a mi padre si podía dejar un cartel mío en su empresa, tuve suerte de que no tardaron mucho en llamarme para ofrecerme mi primer trabajo como niñera.

Cuidé a un nene unos meses, pero se trasladaron a vivir a otro país y me tocó volver a poner otro cartel en la empresa de mi padre para ver si volvía a tener suerte y me salía de nuevo trabajo. Siempre me han gustado los niños y con este trabajo puedo costearme mis cosas. Mi padre lo ve bien y yo me siento más útil; lo cierto es que siempre me apoya en todo, sé que se alegra que quiera ganar mi propio dinero y yo me siento mejor. No me gusta que me lo den todo hecho.

Bajo la vista al tiempo que se abre la puerta y veo horrorizada que mis zapatillas blancas tienen una mancha roja de pintura en ellas.

—Buenas tardes, por la hora que es debes de ser Anabelle.

La voz profunda del joven me atraviesa, al alzar la vista para mirarlo me quedo asombrada. Me aparto el flequillo largo de los ojos y trato de sonreír. Pero hasta eso me he olvidado de hacer, he visto chicos guapos, muchos, pero nunca uno me ha impactado tanto. 

Sus ojos mieles me observan alegres y su pelo rubio/castaño le cae sobre las cejas. Su sonrisa hace que sus rasgos se vean aún más hermosos y yo, mientras lo observo, recuerdo mortificada que me he quedado con la boca casi abierta mirándolo descaradamente.

—Sí, esa soy yo.— Le tiendo la mano y él me la coge divertido.

—Soy Luhan, pasa te estábamos esperando.

Pienso enseguida que me espera con su novia y parte del cosquilleo que se ha instalado en mi estomago mengua. Es normal, un chico así no debe de estar libre y- 

¿Pero que estoy pensando? 

Entro en la sala y enseguida reparo en lo acogedora que es, veo sobre la encimera la foto de un niño de ojos mieles y sé que es él, pues ya de niño tenía esa sonrisa arrebatadora.

Escucho una risa infantil y giro mi cabeza hacia aquel sonido.

Me encuentro con un pequeño de poco más de dos años, mirándome con unos ojos idénticos a los del joven.

—Tú debes de ser Jazz.

Voy hacia el niño dejando mi mochila en una silla, el niño enseguida alza los brazos, lo cojo y sonrío con el.

—¿Te gustan mis coletas? Son muy cómodas—El pequeño tira de ellas y yo me río.

—Veo que le gustas.— Me sobresalto al escuchar la voz de Luhan tan cerca y lo miro. 

Me dijo, cuando me llamó, que estaba interesado en contratar a una niñera para su hermano pequeño, que él era ahora su hermano y padre.

—Sí, eso parece.— Dejo a el pequeño en el suelo y miro a Luhan, esperando que no note mi nerviosismo. 

—Necesito que cuides de él por las mañanas y algunas tardes.

—¿No necesitas preguntarme nada más? No sé, tal vez podría ser una asesina de niños...

Luhan se ríe y yo le sonrío.

—No creo, pero por si acaso activaré la cámara de video—Agrando los ojos y Luhan se ríe— Es broma. Me fío de quién te ha recomendado, sabe lo importante que es mi hermano para mí y sé que si te ha recomendado es porque eres de fiar.

Pienso enseguida que ha sido mi padre, aunque por lo que parece no le ha dicho que soy su hija, menos mal, no me gusta que me contraten solo porque es el jefe.

—Si pusieras cámaras lo comprendería, es tu hermano y lo quieres, eso te hace ser su protector y yo no dejo de ser una extraña.

—Cierto... ve si te quedas más tranquila te haré unas preguntas, nunca he hecho esto pero supongo que funciona así, hasta ahora hemos cuidado al niño entre todos, tengo muchos amigos y nos hemos ido apañando, ellos lo consideran su sobrino pero he decidido que es mejor contratar a una niñera que cuide de él.


Yo asiento y lo sigo a la cocina, cuando me ofrece un café niego con la cabeza.

—¿Quieres comer algo?

—Comí un sándwich en mi estudio...

—¿Estudio?

—Sí, tengo una pequeña habitación alquilada donde voy de vez en cuando a pintar, es una de mis aficiones secretas no hace mucho que la alquilé, pues mis padres llevan poco tiempo en este pueblo, pero cuando entro en ella es como si estuviera en casa. — bajo un poco la cara con y una pequeña sonrisa hace presencia en mis labios— La pintura es mi mundo pero no suelo decírselo a mucha gente, algunos piensan que por dedicar tantas horas a mis cuadros soy simplemente una descuidada o floja.

No sé qué hago hablando tanto, a él no le importa todo esto, pienso mortificada, tratando de no perder la sonrisa y no parecer estúpida. Ojala pudiera controlar igualmente mi sonrojo por la vergüenza que ya surca mi cara.

—Te guardaré el secreto—Me sonríe y eso me relaja.

—No es tan secreto, pero la gente de mi entorno no habla de ello y me he acostumbrado a guardármelo para mí, solo mi padre se interesa por mis pinturas, a mí me cuesta mucho enseñar lo que pinto.— Luhan me mira y luego asiente.

—Bien ¿Y por qué quieres cuidar a Jazz?— Pregunta haciendo que me aligere un poco.

—Entre otras cosas para costearme mis gastos y así puedo compaginarlo con mis estudios.

—¿Fumas?—Pregunta tras asentir.

—No ¿Y tú?—Luhan se ríe.

—No, pero la entrevista te la estoy haciendo yo a ti.

Me relajo por su forma de decir las cosas y por lo cómoda que me siento con él, pese a que no lo conozco dejo de sentirme un poco menos estúpida, a veces me sucede cuando estoy con alguien, o me callo y no digo nada, o hablo mucho a la vez que pienso que debo callarme y dejar de decir tonterías que no le interesan a nadie.

—Cierto, pero era para recomendarte que no lo hicieras en la casa.

—No lo haría, por eso te lo preguntaba—Luhan parece divertido por mi comentario.

—Bien hecho.

—Si ¿tienes noviecito? —Me sorprende su diminutivo— Lo digo porque no me gustaría que lo trajeras aquí.

—No lo haría.

—Bien. La verdad es que no sé que más preguntarte.

—Bueno, solo he trabajado de esto unos meses, se me dio bien y además soy responsable. Cuando doy mi palabra para algo la cumplo, he leído mucho sobre niños por interés y sé muchas cosas por ese motivo.

—¿Te gustaría estudiar magisterio? Tengo una amiga que va a empezar la carrera ahora en septiembre y otra ya esta estudiándola.

—No, de momento me conformo con acabar mis estudios básicos pero tal vez más adelante estudie una carrera.

—Claro aun eres joven, ya tendrás tiempo.

—Claro.

Cambio la mirada molesta y avergonzada como siempre me pasa al hablar de mis estudios. Desde niña me ha costado mucho aprobar, no por falta de empeño, si no porque lo que para otras personas es fácil de entender tras leerlo, para mí no.

—No bebo—Le digo de repente— Por si se te ha pasado por la cabeza.

—No, pero es bueno saberlo—Luhan me sonríe y se queda mirándome, me siento algo cortada pero no digo nada— Ven te diré donde están las cosas de el pequeño.

—Así sin más.

—Así sin más, tengo buena intuición.

—Pues te debe de estar fallando, estas metiendo a una ladrona —Le digo tras su espalda y enseguida me arrepiento, él no me conoce, no sabe de mis bromas. Eres tonta, pienso mortificada y roja como un tomate— Lo siento —Pero me callo cuando Luhan se ríe.

—Muy bueno.— Me sorprende que haya pillado mi broma y me relajo aun más. 

A veces cuando estoy nerviosa acabo diciendo tonterías, como la de ahora por ejemplo.

—Has cometido un error al reírte con mis bromas, solo mi padre las soporta y las entiende claro.

—Ha sido por el tono que has usado, has puesto voz grave. —Me dice subiendo las escaleras.

—La culpa la tiene la televisión—Lo sigo hasta el cuarto de el peque, cuando entramos me explica donde esta todo— ¿Viven los dos solos?

—Por desgracia sí—La sonrisa de Luhan se pierde del todo— Mis abuelos eran mayores y murieron hace poco.

—Lo siento. Yo nunca he conocido a los míos, pero me hubiera gustado mucho.

—Yo todo lo que soy se lo debo a ellos.

Sin pensar  pongo mi mano sobre su brazo.

—Lo siento de verdad.


...


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Enamorada del novio de mi hermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora