Lindo

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"Soy como todos los demás, Harry, me hechizó Paul y su apariencia"

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La feria de Blackpool está igual que siempre. Su música que se combina con los ruidos mecánicos de los juegos, los olores dulces de las golosinas mientras eran preparadas y la sensación salina, provocada por la cercanía con el mar. Algunos podrían considerarlo festivo y como una parte de los días más bonitos de su infancia. John Lennon, sin embargo, era diferente.

El ambiente comenzaba a provocarle una opresión en el pecho y un leve mareo. Dolorosos y confusos recuerdos, que él creía eran sólo prestados, surgían desde las profundidades y ahora se alojaban en su mente. Estaba más afectado de lo que había pensado que estaría. Él no solía tener ataques de pánico o ansiedad. No realmente. Pero regresar a aquel lugar solo quizá no había sido la mejor de sus ideas.

- ¡Mira papá, gané el mejor caballo!

John respiró profundamente y fijó la mirada en su hijo, Julian, que jugaba montado en el carrusel. A eso habían venido a Blackpool. El muchachito había cumplido cuatro años hacía unas cuantas semanas y el viaje era parte de su regalo. Cyn, madre del niño y una genial pintora, se había quedado a dar los toques finales a algunos cuadros. Se acercaba una exposición importante.

Cyn y John habían sido novios tiempo atrás. De esa relación nació su hijo. Decidieron no casarse, aunque ambos se hacían cargo de Julian. Esa les había perecido la mejor forma de actuar cuando descubrieron el embarazo. Ninguno de ellos la había planeado pero ambos debían tomar responsabilidad por lo que habían hecho juntos.

Todo lo contrario a los propios padres de John. Julia y Alfred sí que se habían casado. ¿Y de que había servido? Igual ambos tomaron sus respectivos caminos. Y ninguno de ellos se había querido llevar a John. Lo abandonaron y dejaron al cuidado de una tía cuando tenía cinco. Era a esa mujer a quien Julian llamaba abuela. La verdadera madre de John había muerto cuando él era un adolescente.

Y lo peor es que sus padres lo habían querido obligar a actuar como adulto cuando él ni siquiera había aprendido a leer correctamente. Eso era lo que ahora lo hacía sentir mal. Lo que quería olvidar. Necesitaba calmarse y estar allí para su hijo.

Para despejar su mente, comenzó a observar al resto de las personas que estaban en la feria. La mayoría era la típica familia compuesta por la mamá, el papá y un par de niños. Entonces vio una perrita. Una hermosa pastora inglesa que se acercó a jugar con Julian y otros niños.

El dueño no estaba lejos. John lo vio y quedó hechizado. Era un hombre guapísimo. Era alto, con facciones un poco femeninas, cabello oscuro y unos ojos avellana que, aunque se veían algo tristes, eran los más fascinantes que había visto. El hombre debía tener más o menos su misma edad. Llevaba puesto un saco color vino que de inmediato provocó que todo lo demás se tiñera de gris.

Incluso su propio hijo. Hasta lo perdió de vista por algunos segundos. Entonces detectó una vocecita conocida junto al hombre que había estado observando

-Mi papá piensa que eres lindo.

Y allí estaba el mocoso.

El hermoso hombre soltó una encantadora carcajada. Maldición, incluso su risa era bella y él parecía estar consiente lo que su físico provocaba. Comenzó a mover la cabeza, cómo buscando al progenitor del niño frente a él.

John, apenado y de verdad deseando no estar sonrojado, se acercó hacia las dos figuras. El hombre le sonrió con amabilidad. Julian, sin ser realmente cociente de lo que había hecho, se hacerlo a abrazar a su padre.

- ¿Puedo jugar con la perrita?-dijo con inocencia.

El mayor miro al hombre que lo acompañaba. Este pareció no tener problemas con que el nene y la canina jugaran juntos. Liberó a la perrita y pronto ella y el niño se echaron a correr, dejando a los dos hombres solos.

Ahora el ambiente pareció volverse incómodo. John se sintió bastante cohibido. Su acompañante realmente era hermoso y las palabras del niño aún parecían flotar entre ellos. Estaba pensando cómo disculparse cuando el otro habló con confianza.

-Asi que... ¿Soy lindo?

Carajo.

Ante el desconcierto de John, el hombre le dirigió una sonrisa de superioridad.

Al toro hay que tomarlo por los cuernos.

-Bastante. Tu cara si que es linda.-Admitió John, fungiendo ser tan seguro cómo su interlocutor.

Espero que el hombre le gritara más de un insulto en la cara, que le diera un puñetazo, que le escupiera o que simplemente se alejara ofendido. Eran reacciones normales después de su atrevimiento.

Espero cualquier tipo de respuesta violenta; lo que obtuvo, en cambio, fue que a su acompañante se le sonrojaran las mejillas, además de una sonrisa tímida.

Cómo por quitarse el bochorno, mo por hacer algo, abrió la boca y le tendió una mano a John. Un saludo más formal

-Paul... Me llamo Paul McCartney.

John le tomó la mano. Quizá duró unos segundos más de lo normal. Quizá apretó con un poco más de fuerza, casi como si no quiera dejar ir esa mano.

-John Lennon. -Dijo a su vez.

Y ambos, aunque sin ser realmente conscientes de ello, se dedicaron una primera mirada cómplice. Ese primer encuentro, entre el nerviosismo anterior de John y la vergüenza que Julian no había hecho pasar, se había sentido incómodo...

Pero el futuro para Paul y John parecía brillar con esperanza.

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Se que he escrito cosas mejores :(
Feliz Mclennon Day!
Gracias por leer. <3


McLennon One-ShotsWhere stories live. Discover now