Capítulo 3

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Cuando salí del despacho de Luca y cerré la puerta tras de mi, tuve que luchar conmigo misma. Verlo así, tan triste, tan decaído... No podía soportarlo. Quería entrar ahí de nuevo. Quería entrar, y abrazarlo. Besarlo. Desnudarme y dejar que me hiciera el amor. Que volviera a ser todo como antes. Que nunca se hubiera acostado con Diana. Que no me hubiera engañado. Bajé corriendo las escaleras y salí del club como alma que lleva al diablo. Lloré. Lloré mucho. Volví a ponerme su camisa blanca ( ya limpia) al llegar a casa. Comí chocolate y bebí vozka hasta entrada la madrugada. Jess se presentó en casa.-
- ¿Se puede saber porqué te has ido así? ¿Qué ha pasado?
- Nada.
- Oh, venga ya... Estás comiendo chocolate, estás bebiendo vozka a morro de la botella... Y... Llevas la camisa de Luca.
Cata, ¿qué ha pasado?.- nos sentamos en el sofá y yo me hice un ovillo.-
- Voy a volver al club.
- Genial. ¿No?
- Si. Le he dicho a Luca que la única condición es que se mantenga alejado de mi.
- Y él no lo ha aceptado...
- No, de hecho... No ha puesto ninguna condición. Lo ha aceptado sin más.
- ¿Y... No es eso lo que querías?
- Si, supongo que si.
- ¿Qué pasa, Cata? ¿Qué te preocupa?
- Nunca... Nunca lo había visto así. Tan decaído. Tan hundido. Tan desprotegido...
- Cata...
- Lo se. Lo se, Jess... Le he dicho que podemos ser amigos. No puedo verlo así, Jess. Por mucho que haya pasado, no puedo verlo así.
- Lo se. Tú aún le quieres. Y él a ti también.
- Me ha dicho que mi peor error fue estar con él.
- Y eso, ¿te ha dolido?
- Profundamente, Jess.- lloré sobre mi amiga, que intentaba consolarme.-
- Tranquila. Estoy aquí...
- Es que yo le quiero, Jess. Pero cada vez que lo imagino con ella...
- Chss... Tómate tu tiempo. Quizás, cuando pase un tiempo...
- Cuando lo veo solo puedo pensar en tirarme a sus brazos. Odio sentirme así. Pero no puedo evitarlo.
- Lo entiendo.
- No se si será buena idea verlo todas las noches.
- Quizás si. Quizás sea la manera.- yo alze mi cabeza de entre sus piernas. La miré sin entender.- O os olvidáis mutuamente, o olvidáis todo lo ocurrido. Al menos saldréis de dudas...

Ni que decir tiene que me costó horrores levantarme de la cama para ir a trabajar. Aún así hice de tripas corazón, y tras ducharme y vestirme con mi ropa de ejecutiva sexy, cogí el metro y fui todo el camino escuchando música con los auriculares. Era mi forma de evadirme de todo. De todo menos de él. De él y de sus ojos verdes, tristes, sin brillo, sin luz... No debería sentirme culpable, maldita sea... Fue él quien me falló. Fue él quien se cargó lo nuestro.
Aquel día hubo mucho jaleo en la oficina. El señor Mejía me dio infinidad de documentos para que los corrigiera. No podía haber ningún fallo. El trabajo era algo tedioso, pero yo lo hacía con alegría y entusiasmo. Era lo que me gustaba. Era para lo que estudiaba. Dos exámenes y mi carrera universitaria habría llegado a su fin. Me alegraba, pero en el fondo lo echaría de menos.
A la hora de la comida, bajé hasta la puerta, compré un refresco y me senté en un banco cercano a la oficina. Me senté y me bebí el refresco entre cigarro y cigarro. Tenía el estómago cerrado. Otra vez. Repasé mentalmente la conversación con Luca la noche anterior. Me dolía verlo así tan mal. Nunca lo había visto así. ¿Podría olvidarlo? Por ahora no. Pero tampoco podía darle falsas esperanzas y decirle que algún día podría olvidarlo. Porque ni yo misma lo sabía...

Salí tarde de trabajar. Mejía me entretuvo a la hora de irme.-
- ¿Te encuentras bien, Catalina, preciosa?
- ¿Eh? Ah, si. Si.
- Tienes mala cara. Pareces triste... ¿Mal de amores?
- Puede...
- Cuéntamelo. A lo mejor puedo ayudar...- ¿A un jefe se le cuenta esas cosas? ¿Se puede ser amigo del jefe?.- Mujer, aparte de tu jefe soy tu amigo. Si tienes cualquier problema puedes contar conmigo.
- Gracias, señor Mejía...
- Catalina... ¿Qué te dije de llamarme así?
- Oh, perdón...
- Llámame Ricardo. Sin el señor. Por favor.- se sentó en mi mesa a mi lado, y yo le sonreí desde la silla.-
- Lo siento, Ricardo. Es la costumbre.
- Dime, Catalina. ¿Quién se ha atrevido a hacerte sufrir?
- La verdad es que no quiero hablar del tema. Me resulta demasiado doloroso.
- ¿Un ex novio?
- Si.
- ¿No ha funcionado?
- No mucho. No cuando te ponen los cuernos.
- Oh... Vaya...
- Si, vaya.
- Lo siento. Por eso yo no tengo relaciones serias.- me sentía algo incómoda hablando de cosas personales con mi nuevo jefe, pero él parecía bastante cómodo hablando conmigo.- Las relaciones exporádicas son mejores. No engañas ni te engañan. Sabes a que atenerte. Nadie te controla. No tienes que dar explicaciones... Es más cómodo.
- ¿Relaciones exporádicas?
- Si, basadas sólo en el sexo. El sexo, la confianza y la comodidad. Entre la gente como nosotros es lo más cómodo. El trabajo nos absorbe y tenemos poco tiempo.
- Ya. Bueno, yo prefiero las relaciones... ¿Normales?.- Rió a carcajadas.-
- Eres muy joven. Con el tiempo cambiaras de idea... Bueno, te dejo. Es hora de irse.- se levantó de mi mesa y fue hasta la puerta. Ya allí, se volvió y me dijo sonriente.-
- Cuando cambies de idea, avísame...- y guiñándome un ojo, se fue de mi despacho. Yo me quedé observando la puerta cerrada demasiado rato. ¿Había dicho lo que yo creía que había dicho? ¿Era eso flirteo? ¿Intentaba ligar? ¿Me estaba volviendo loca?

Adicto A Tu Piel 2Where stories live. Discover now