La mejor noche

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Me la he estado pasando genial esta noche. La música estuvo divertida y mis amigos y yo la hemos estado pasando en grande cantando a todo pulmón las canciones que nos sabíamos y bailando lo que podíamos. Todo estaba yendo genial pero me estaba haciendo falta un solo detalle. Ella. Desde que llegó mi mente no ha podido separarse de su presencia ni un segundo. Ya me he acercado y hablado unas cuantas veces hoy pero no ha surgido buen tema de conversación para poder decirle algo más. Pero no puedo dejar que esta oportunidad se me pase. Está pasando el vals tradicional de los quince años pero todos están bailando menos ella, yo y otros amigos. En mi mente no puedo dejar de pensar en que si pierdo esta oportunidad no me lo perdonaré jamás, así que, en un oleada de esperanza y adrenalina, me levanto de mi asiento y voy directo a ella de la forma más calmada que puedo, tratando de ocultar el miedo intenso que tengo dentro de mi cabeza, tratando de no pensar en todos los posibles escenarios negativos que podían ocurrir y centrándome sólo en ella, en su mirada, su sonrisa, su cabello, su vestido, sus zapatillas... su belleza.

Al llegar a su lado ella nota mi presencia y me voltea a ver, eso desata en mí una maraña de sentimientos que me carcomen por dentro y me impiden pronunciar una palabra. Reúno todas mis fuerzas y por fin digo:

-Hola.

-Hola –Me responde con su bella voz y su hermosa sonrisa que me deja paralizado unos segundos-. Saliendo de ese trance continúo:

-Está bien la música ¿No? –Digo tratando de continuar la conversación-.

-Sí –Responde con un suspiro-.

-Qué bonitos son estos bailes, ojalá supiera bailarlos pero nunca he estado en uno.

-Yo sí, una vez, pero no soy muy buena bailando.

Después de eso nos quedamos unos segundos en silencio, escuchando la música. Yo, dándome cuenta de que se me agotaba el tiempo para lograr algo decido reunir toda mi fuerza de voluntad y lanzarle la pregunta esperando el mejor resultado.

-¿Qui... quieres bailar? –Por fin le digo y al hacerlo ella me mira un poco sorprendida, pero con una risita tímida y la sonrisa más hermosa que haya visto nunca me responde.

-Claro, me encantaría.

Eso me envuelve en una sensación de alivio y felicidad que nunca había sentido antes.

Nos levantamos a bailar los pocos segundos que le quedaban a la canción, y esos han sido los mejores segundos de mi vida. Ya que hubo acabado pusieron una más movida pero en vez de bailar con ella decido que sería mejor salir del salón para poder hablar a solas, así que la tomo de la mano y la conduzco entre las personas a la puerta de salida y la abro para ella. Ya afuera, sin el ruido de la música y las personas, nos quedamos en silencio absoluto. Yo pensando en qué decir mientras ella me mira expectante. Sus ojos iluminados bajo la luz de la luna se tornan perfectos al igual que el resto de ella. Si pudiera, me quedaría mirándola todo el tiempo del mundo, pero si no empiezo a hablar esto sólo se volvería incomodo así que busco las mejores palabras que se me ocurren y empiezo a hablar:

-Sé que no hemos hablado mucho y no nos vemos muy a menudo pero hay algo de ti que no logro sacarme de la cabeza –Veo cómo se sonroja después de lo que dije pero no la veo con mucho ánimo para hablar así que continúo. –Nunca he sido bueno con las palabras, así que decir esto me va costar mucho y trataré de decirlo de la mejor manera. Llevo un tiempo tratando de decirlo pero nunca he podido acercarme como es debido para hacerlo pero ahora es el momento –Me quedo callado un segundo para tomar aire y tranquilizarme un poco. Continúo. –Lo que quiero decir es que...

-Me gustas.

Me interrumpe ella de pronto casi con un grito. Esto me deja sorprendido y confuso al principio, pero luego de procesarlo me sonrojo y mi corazón empieza a palpitar tan fuerte que casi siento que puedo oírlo. Y, aún con la excitación y la felicidad de esas palabras decido responder.

-Tú también me gustas.

La fiesta de mi vidaWhere stories live. Discover now