10 || hard

411 37 0
                                    

En un abrir y cerrar de ojos ya cumplía tres meses de residente en Seúl junto con la llegada del mes de marzo al calendario pero, aún así, en mi armario predominaba la ropa de invierno y el clima parecía resistirse a la llegada de la primavera.

Si bien es cierto que las temperaturas eran similares a las de Daegu, aún me costaba adaptarme al tiempo tan cambiante de la capital pues o bien podría hacer un viento de mil demonios con altas probabilidades de lluvia o, por otro lado, podría salir el sol tras un cielo parcialmente nublado, obligándome a llevar durante el resto del día un paraguas que no iba a usar al creer que iba a llover tanto como el día anterior.

Básicamente cada mañana que salía hacia la oficina era un reto descifrar cómo se desarrollaría el día por mucho que viera todas las noches el pronóstico del tiempo en la televisión.

Sin embargo, aquel día cuando las gotas de agua comenzaron a impactar con fuerza contra el cristal de la ventana junto a mi escritorio suspiré aliviada por llevar conmigo mi paraguas, a sabiendas de que en los quince minutos que me quedaban antes de salir para volver a casa no pararía la lluvia y, es más, parecía que iba a desembocar en una fuerte tormenta durante la noche.

Así que, tranquila porque no me iba a mojar como en días anteriores, comencé a poner punto y final a mi trabajo del día en la empresa para después limpiar mi escritorio de bolas de papel o post-its arrugados y, finalmente, terminé guardando todas mis cosas en mi bolso para volver a casa, donde podría acurrucarme bajo una gruesa manta con mi abrigado pijama mientras veía alguna película con el dulce sonido de la lluvia de fondo limpiando las calles.

No fue posible que mis pensamientos sobre lo que haría cuando llegara a la comodidad de mi apartamento se fueran hasta que no bajé al primer piso del edificio, y fue ahí cuando al ver a cierto chico con la espalda apoyada en la grisácea pared junto al mostrador de recepción centrado en su teléfono móvil todo, absolutamente todo, lo que me rodeaba se tornó borroso permitiéndome solo verlo a él en cuanto alzó la mirada y me sonrió, guardando su celular en el bolsillo de sus vaqueros mientras yo me acercaba a él con expresión de sorpresa.

—¿Hoy habíamos quedado? —pregunté, confusa mientras me abrochaba los botones de mi abrigo color canela hasta arriba—. Creía que tenías hoy ensayo de baile con los chicos.

Lo miré de arriba abajo, encontrándome efectivamente tras su chaqueta ropa lo suficientemente cómoda para moverse fácilmente al ritmo de la música pero con un pequeño detalle; tanto esta como su cabello estaban chorreando de agua.

—Sí, pero ellos se fueron hace un par de horas y yo me he quedado trabajando en mi estudio —contestó, llevándose una mano a su pelo como si eso fuera a quitarle la humedad—. Y cuando he mirado la hora me he dado cuenta que quedaba poco para que terminara tu turno y...

—...Y no tienes paraguas —le interrumpí, divertida a sabiendas de que seguramente iba a inventarse una excusa si continuaba hablando y, efectivamente, asintió avergonzado mientras compartía mi sonrisa—. Pues, para tu suerte, yo si tengo y ni siquiera voy a echarte en cara que solo vengas por necesidad.

—¡Oye, no vengo solo por eso! —exclamó, indignado tras mi broma—. También porque quería verte.

—Pero principalmente por mi paraguas —dije, burlona mientras ambos nos dirigíamos hacia la gran puerta acristalada de la entrada para salir hacia la lluvia—. A mí no me puedes mentir, Min Yoongi.    

El sonido de las gotas impactando con fuerza en el asfalto inundó todo el ambiente al mismo tiempo que yo abría el paraguas amarillo que, para nuestra suerte, era lo suficientemente grande como para acoger a dos personas bajo él si estas iban realmente pegadas para no mojarse por los bordes.

—¿Y no crees que hubiera sido más fácil para mí tomar un taxi? —razonó, tan cerca de mí que nuestros costados se encontraban presionados el uno con el otro—. Podría haber vuelto a casa directamente pero me apetecía verte, Yeri.

Desvié mi mirada hacia él durante un segundo antes de volver a enfocarla a mis pies para procurar no pisar ningún charco y calarme los pies mas mi mente acababa de desconectar por culpa de ese comentario. Y es que eran típicos, Yoongi siempre solía decir cosas así y me confundía pues, si bien sabía que los decía desde un punto de vista amistoso, no hacían más que aumentar aquellos sentimientos absurdos que tenía por él.

Pero lo peor eran sin duda sus acciones; cuando me abrazaba durante un par de segundos porque me quejaba del frío, cuando rozaba mi mano sin querer y exclamaba que estaba helada y la envolvía con las suyas, cuando antes de entrar a un sitio posaba su mano en mi cintura para dejarme pasar primero, e incluso un par de veces hablando casualmente por la calle de pronto pasaba un brazo por mis hombros.

A pesar de que trataba de convencerme a mí misma de que su comportamiento era así porque era simplemente un buen amigo y yo no debía sobresaltarme ni mucho menos, aún a día de hoy seguía sin encontrarle explicación a lo que había pasado la semana anterior en su estudio, pero como nunca volvimos a mencionarlo supuse que fue un simple impulso y ya.

—¿Y cómo ha ido el ensayo hoy? —pregunté, cambiando de tema mientras me ocupaba de intentar hacer un buen trabajo a la hora de cargar el paraguas, pues al ser Yoongi mucho más alto que yo debía levantarlo para que estuviera a su altura pero no mucho o yo me mojaría—. Yo no tengo nada interesante que contarte, así que...

—La verdad es que ha sido un buen día porque no hemos tenido que repetir mucho las cosas —dijo, también pendiente de sus pies para no pisar ningún charco—. Pero aún así tenemos un concierto dentro de poco y hemos tenido que esforzarnos más para que salga todo bien.

—¿En Seúl? —dije, y él asintió—. Bueno, al menos no tenéis que iros fuera del país.

—Sí, últimamente estamos muy tranquilos pero dentro de poco iremos preparando cosas para el comeback —contestó—. Pero, de todas formas, queda todavía mucho y me gustaría tener unas cortas vacaciones. Jimin me dijo el otro día que quería ir a Daegu y estoy pensando en ir con él.

—¡Pues, si al final vas, enséñale a tu madre que te devolví el reloj para que no se piense que te lo he robado!

—No te preocupes, ya se lo dije —dijo, uniéndose a mis risas—. De vez en cuando mi madre me llama para criticarme y decirme cosas como que si me estoy volviendo más bajito o que por qué no estudio inglés. Pero supongo que, si no fuera por ella, no hubiéramos vuelto a vernos porque tú seguirías pensando que soy un estúpido egocéntrico.

—Primero, ¿de verdad no estudias inglés cuando ahora tenéis fama internacional? —pregunté, frunciendo el ceño consiguiendo como única respuesta que Yoongi se encogiera de hombros—. Y segundo, ¡yo no creía que fueras un estúpido! Pero tal vez un poco egocéntrico sí...

—Bueno, ya eso da igual, ahora somos amigos y eso es lo que importa, ¿no?

—Sí, supongo —respondí, guardando para mis adentros mis sentimientos hacia él hasta que me di cuenta de algo—. Un momento, Yoongi, ¿hacia dónde estamos yendo?

Llevábamos ya un buen rato caminando bajo la lluvia pero habíamos estado tan sumergidos en nuestra conversación que no habíamos hablado sobre qué íbamos a hacer pues teníamos tan solo un paraguas y, aunque mi casa estaba a quince minutos del edificio de mi empresa, sabía que la suya estaba a media hora en bus pese a que nunca había ido.

Al final, tras reírnos por lo tontos que éramos al no haber pensado en lo más importante, decidimos que iríamos a mi apartamento y, desde allí, Yoongi se llevaría el paraguas e iría con él a la boca de metro más cercana para volver a su casa. Aunque en un principio yo había propuesto el acompañarlo directamente a la parada, pero él se negó pues estaba bastante lejos de mi piso y ya era tarde, así que nos quedamos con el primer plan donde el único inconveniente era que él tomaba prestado mi paraguas.

Pensé que no era nada del otro mundo y que podría sobrevivir pues el tiempo estos días estaba realmente muy variante y seguramente no llovería dos días seguidos, sin embargo, el clima quiso burlarse de mí y al día siguiente no tuve ningún paraguas que me resguardara de la lluvia de camino al trabajo.

Pero, al menos, tuve una excusa para ver a Yoongi antes de entrar en la oficina y, así, tener una sonrisa en mi rostro que me duraría todo el día.


first love❞ || min yoongi [SUGA]Where stories live. Discover now