Primero

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Algún día de mi infancia

Estoy buscando la mejor forma de darle sentido a esto, de que puedas comprender y entenderme. Pero sinceramente jamás fui buena en estas cosas.

Me has conocido como un ser lleno de sentimientos y romanticismo, pero todo tiene un comienzo.

Bueno, el mío fue desde muy pequeña.

Solamente se que nací en una familia de tres integrantes que más tarde se convertirían en cinco. Mi familia era de lo más normal, mis padres estaban casados, mi papá era un hombre enamorado de su esposa, pero como todo, tenía puntos malos, como su gusto por el alcohol, que fue una de las cosas por las que estoy aquí.

Mi madre siempre intento que sus dos niñas fueran felices, lejos de los problemas que afectaban su feliz vida. Jamás se quejó de nada, jamás quiso alejarse. Todo lo contrario, siempre intento que fuéramos una familia feliz, unida, con un ejemplo, que según ella, como mujeres deberíamos de seguir.

Cada noche, cuando me arropaba para dormir, yo pedía historias de amor, y ella cada noche contaba una diferente.

En algunas, una princesa hermosa, en otras, un hombre con un corazón tan feo que sólo una mujer hermosa de buen corazón podía aliviar.

Cada palabra dicha durante esas noches me marcaron, me marcaron de una manera que creo que mi madre jamás se dio cuenta. Todas tenían el mensaje claro, el amor era lo único que podía salvarme de todo mal que afectará mi alma. El amor debía de llegar de forma inesperada para que yo fuera feliz.

En mi familia siempre dominaron los hombres, siendo mi hermana y yo las únicas mujeres en toda la familia de ambos padres. Por lo cual, debía amoldarme a la forma de jugar de ellos.

A mi madre no le gustaba para nada, ella decía que tenía que ser delicada, no andar jugando con hombres en la tierra, pero, yo sólo pensaba en divertirme. Y era feliz así, siendo simplemente yo.

Con el tiempo, fui viendo como a mis primos mayores les rompían el corazón. Mientras que ellos a escondidas me pedían ayuda para hacer cartas con corazones pintados de rojo, sus novias salían con alguien más y los dejaban llorando por los rincones.

Cuando tienes ocho años, esas cosas no importan tanto, sólo observas. Yo creía que no había nada que una dosis de películas de Disney no solucionaran.

Mientras yo solucionaba mis problemas con Disney, no me di cuenta que mi madre sufría, que cada navidad, después de hacer la cena y fingir la familia feliz delante de sus dos hijas, se quedaba sola, para llorar en su habitación porque su esposo se la pasaba mejor en un bar de mala muerte. No me di cuenta que Santa no hace los regalos con ayuda de elfos, duendes o enanos, que más bien, mamá tenía que ahorrar como loca todo el año para que yo tuviera la muñeca que vi en televisión.

No odiaba a mi papá. Más bien era mi héroe, yo no veía lo malo en él, todo lo contrario, yo lo veía como el mejor hombre, siempre dispuesto a ayudar a quien lo necesitaba, siempre alegre y platicador con las personas, sabía hacer tantas cosas, desde arreglar el coche, hasta cocinar la comida más deliciosa que jamás probé.

Cuando cumplí nueve años, me enteré de que ya no sólo éramos dos niñas. Un nuevo integrante llegaba a la familia. Fui feliz, pues después de seis meses de embarazo de mi madre, me dijeron que sería un niño, yo era feliz de tener alguien a quien enseñarle a jugar canica o con carritos.

Mi hermana y yo éramos tan diferentes, desde que recuerdo ella sólo se dedicaba a jugar con las cosas de mi mamá. Amaba los maquillajes y tacones de ella, y qué decir de cuanto cuidaba su cuerpo, siempre se miraba por horas en el espejo, pues era cuatro años mayor que yo, mientras yo era todo ropa deportiva ella era todo maquillaje y relleno en sus pechos. No podía entenderla, siempre se arreglaba mucho para ir a la casa de Mónica, la vecina de enfrente.

Fue un día que me enteré de que le gustaba el hermano de Mónica, por eso quería tener más pechos y ser más alta.

Ahora que lo pienso, me imagino a mi misma en aquellos años, y creo que fui una espectadora. Veía a todos pero no opinaba, era como una obra de teatro, en donde todos veían de diferente forma la vida, y yo sólo me preparaba para lo que sería mi vida en un futuro. Era como si me estuvieran preparando para lo que tenía que hacer, pues según palabras de mi madre años después, era algo por lo que toda mujer pasaba y creo que ella veía normal que una mujer sufriera por amor.

Con amor, Cassidy.

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⏰ Last updated: Jan 13, 2019 ⏰

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