Prologo

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— ¿Quién eres? —Le pregunte a aquellos ojos.

Eran enormes, carentes de cuerpo; o con este perdido en la oscuridad del lugar, solo lleno de pilares blancos en un techo y suelo blanco, a diez metros de distancia, o quizás kilómetros o centímetros, el espacio y las distancias no eran relevantes en este sitio; con solo la luz de la vela de mi escritorio. Amarillos y con una gran línea roja vertical en el medio de cada uno de estos.

—Las respuestas que buscas, sobre quien fuiste, quien eres y quien serás.

—Se quién fui, puedo ver hacia atrás, y se quien seré, puedo ver hacia adelante. Soy el tiempo que todo lo ve, pero no te veo a ti en ningún lugar.

— ¿De quién eres el tiempo? ¿De un padre que te abandono con tus hermanos para vagar por un mundo insólito dejando sus responsabilidades como creador atrás?

—Lo diré una vez más, ¡¿quién eres?! Careces de toda línea temporal existente, ¿eres un emigrante?—Inquirí con duda y agresividad ante el ser que se encontraba frente a mí.

—Hijo de Inabu, ¿temes a mi presencia? O acaso, ¿temes a la incertidumbre de no conocer el tiempo para el cual fuiste creado? El concepto de la existencia que supera por completo a la simple percepción de los mortales sobre el paso de su vida te deja inutilizable, Tiempo.

—Me llamo One, —saque mi reloj de bolsillo, el cual empezó a andar, con cientos de agujas girando en ambas direcciones, dejando sonar un eco de "clack" infinito en el lugar— tu tiempo aquí esta contado, el tiempo anterior a ti ya paso, pasa y pasará, por lo que no escapa de mí, y tu futuro aquí está pasando, pasará y paso.

—Mira las líneas de tu antiguo trazo mientras aún se está haciendo, Tiempo.

Voltee a ver el escritorio donde estaba sentando antes, donde me encontraba aun mapeando aquellas líneas del futuro que es este presente, con la única compañía de una vela irrelevante y meramente de adorno ante el infinito capricho de plasmar lo etéreo en la realidad, mirando al frente al escritorio del cual aún faltaba mucho para formar parte, pero del cual ya llevaba mucho escribiendo el futuro que le seguía a este, enterándome que la presencia de tales ojos no me acompañaba en las acciones absurdas que solo podía explicar incluyéndole.

—Lo ves, —prosiguió— no estoy en tu futuro, tampoco en tu presente, menos en tu pasado, sin embargo, estoy frente a ti.

—Muchos de los tuyos han intentado venir aquí, convencidos de que la ausencia de mi padre sería su victoria, todos perecieron antes los nueve hijos de Inabu.

—Parece ser que se ha multiplicado un poco desde mi última visita...

—Ya has sido desterrado antes de aquí. Entonces, ¿Por qué regresas? No eres "Padre" o "Inquisidor", no eres bienvenido aquí, no lo serás ni lo has sido.

—Por lo mismo que tú, conociendo el futuro, el presente y el pasado, sigues esta conversación aun sabiendo como acabara todo, aun sabiendo que al final, aquellos designados para dominar el mundo, ganaran ante ti. Sabes que no puedes entender mi existencia, que mi mera existencia es la existencia del concepto mismo.

—Sandeces, —escuchaba atentamente mientas las cuerdas de las miles de agujas del reloj seguían andando, cada vez con más prisa en sus distintas direcciones, volviéndose un atormentador festival de "clack" constante— tendré que sacarte de aquí por mí mismo antes de que...

"Muerte"

Era el futuro.

—Antes de que...— trate de proseguir, desviando mis acciones en mi atormentada cabeza.

"Muerte"

Era el presente.

—Ellos te...—adjudique el futuro de otro.

"Nada"

No veía nada, no era muerte, era algo diferente, por primera vez en mi infinita existencia, por primera vez en una eterna cadena de líneas temporales, en una eternidad de futuros que ya pasaron, de pasados que aún se viven y de presentes que están por venir, no había nada seguro. Lo único seguro era lo que él sabía, sin derecho a saberlo.

—Es absurdo, ¿Cómo puedes hacer tal ofensa? —Proteste.

—Soy la existencia misma, no estoy atado a este mundo, no puedo intervenir como deseo ni nada puede intervenir en mí como detesto. Por eso no puedes trazarme en el tiempo, porque carezco de existencia en este plano pese a ser la existencia misma de todo.

— ¿Qué es lo que buscas entonces? ¿Por qué has venido a la recamara del tiempo 0? ¿Cómo cruzaste la barrera y el espacio 0 sin que mis hermanos pudieran verte?

—Tus hermanos carecen del concepto real de tiempo al igual que tú, después de todo es irrelevante para seres como ustedes o como yo, pese a eso, la noticia de la locura de la muerte se ha esparcido, el encierro del octavo hijo significa una ventaja aun mayor para el libre paso, los sucesores de cada época y cada línea de tiempo que la luz y la oscuridad dejaron tras su retiro no logran compensar su ausencia. El fin sigue los caminos de su hermana. El noveno hijo es solo una sombra blasfema creada por el capricho de su padre, incapaz de hacer algo. Con solo tres hijos, ¿Qué esperabas?

—Uno de ellos solo puede ser parado por el fin, no deberías apostar en su contra. El otro es incapaz de morir y posea la vida en sus manos, sería absurdo oponerse a él.

—Por eso vine por ti, Tiempo. Esas agujas que suenan con cada segundo que pasa, pasó y pasara, te dan control sobre el máximo concepto creado por Inabu, eres único entre las leyes únicas creadas por tu padre; pero eso te hace inútil ante mí y me hace inútil ante ti.

Las agujas de detuvieron en seco, dejando sonar un último "clack" en toda la infinita recamara. Mire fijamente a la criatura, cuestionando la primeriza incertidumbre que me agobiaba, voltee levemente.

No hay futuro escribiendo frente al pasado, el pasado no continua el futuro, soy el presente que ha caído en una línea en blanco, algo que nunca había estado en el futuro ni en el pasado, una línea que no podía escribirse y que debía trazar.

— ¿Qué buscas, Existencia? —Le dije a aquellos ojos.

Dominadores de mundos: 4 elementos. Arco de los elementos falsos.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang