Dos

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"Mirá, Flor, yo lo único que quiero es que vos seas feliz. Eso solo".

"Yo también. Quiero que vos seas feliz".



La calidez de Jazmín la envuelve por todos lados. Es como su propia burbuja de...

Flor no sabe bien de qué, pero es algo lindo, cálido, que la hace sentir tan segura que se olvida de respirar, pero no se ahoga. Jazmín siempre huele bien. Jazmín siempre sabe abrazarla como ella necesita, como si pudiera distinguir qué clase de abrazo va a lograr tranquilizarla, o ponerla en eje, o simplemente volverla loca de algo que Flor tampoco puede nombrar.

No para de pensar. Piensa en Eva y como la miraba a Miranda, porque se ve reflejada en como ella misma mira a Jazmín. Con deseo, la mira con deseo. Pero nunca así, en frente de todos. Le pesa la máscara que debe usar. Esa mascara que nadie más que ella misma se impone. Esa mascara que la hace tapar algo tan bonito, algo que le hace tan bien, algo que la tiene noches enteras dando vuelta.

Se separa de Jazmín con lentitud, pero se queda allí, en su espacio. Jazmín le esquiva la mirada y Flor sabe que lo hace para no incomodarla. Porque sabe que si Jazmín la mira, entonces van a inundar el momento con esa clase de tensión que todavía no pueden resolver. Flor lo sabe y Jazmín también. Pero de repente, o tal vez no, no de repente, tal vez es tan solo la conclusión lógica a todo lo que está pasando, el paso siguiente, lo único que puede hacer, pero entonces Flor ya no quiere andar evitando.

"Mirame", le pide con un hilo de voz, todavía ahí, tan cerquita que puede contar las pestañas de Jazmín.

Y Jazmín la mira. Levanta la cabeza y a Flor la abruma la proximidad y la enloquece poder verla así, desde arriba, porque Jazmín nunca se paró. Y lo que iba a pasar, pasa. La tensión las envuelve como una niebla pesada que no las deja ver, pero que les permite dejar todo al descubierto. Los ojos de Jazmín clavados en ella le aflojan las piernas. El momento se extiende entre ellas esperando que alguna de las dos lo rompa.

No va a ser Flor.

Llegó hasta acá. Y de ahí no se va a mover. Jazmín tampoco parece querer ser quien tome esa decisión. Lo cual las deja a ambas en un momento de indefinición, porque ninguna se mueve para atrás, pero tampoco para adelante. Jazmín deja escapar aire por la boca y le pega de lleno a Flor. Es eso, más que todo lo demás, lo que la hace poner sus manos sobre los hombros de Jazmín y unir sus labios contra los de ella.

Es un chispazo. El contacto dura menos de un segundo y Flor está segura de que agarró menos labio de lo pretendido. Se siente de nuevo una adolescente, tratando de robar un beso desde el miedo y la inexperiencia. Se quiere morir. Abre los ojos para verla a Jazmín mirándola con una expresión lejana, como si no estuviera allí con ella. Su primer instinto es correr, pero Jazmín la toma de los brazos con suavidad y se para, para que Flor otra vez tenga que mirarla desde abajo.

Están más cerca que antes. Respiran el mismo aire y por momento a Flor le alcanza para poder tranquilizar a su corazón, que late en su pecho con una fuerza de la que Flor no se creía capaz. Jazmín le mira los labios y no está escondiendo nada. No está usando ninguna mascara. Entonces Flor se anima otra vez, acortando la distancia con una lentitud increíble hasta que sus labios tocan por completo los de Jazmín, suaves, tibios. Presiona contra ella con firmeza al tiempo que deja sus uñas clavarse contra sus hombros. Se queda así, quieta por varios segundos y, esta vez, cuando se separa de Jazmín, lo hace con la misma lentitud, aprovechando el contacto hasta el último segundo.

Deja escapar un suspiro, pero no suelta a Jazmín. La mira pasar su lengua por los labios como quien se prepara para probar algo rico y no puede evitar volver a juntar sus labios. Siente la humedad caliente en ellos y se anima a mover sus propios labios sobre los de Jazmín. Son caricias que enseguida Jazmín responde, tomándola de la cara con una suavidad que en cualquier otro momento la hubiera desarmado, pero ahora ya no tiene sentido, porque a Flor ya se le cayeron todas las barreras, las armaduras, las mascaras.

Sus labios se mueven en sincronía, lento, sin apuro, aprendiendo de esa suavidad que se encuentra en la otra. Flor deja que la punta de su lengua toque el labio inferior de Jazmín, y ella la busca con su boca para mantenerla así. La agarra del cuello, y repite el movimiento hasta que Jazmín envuelve la calidez de su lengua con la de ella.

Los ruidos de los besos le llenan los odios a Flor, la desesperan de la mejor manera. Jazmín suspira dentro de su boca y Flor la acerca más, aunque ya parece imposible tenerla más cerca. Se alejan apenas y Flor se permite pasar su dedo índice por los labios mojados de Jazmín. Jazmín la busca para depositarle un beso justo ahí y Flor la tiene que volver a besar, manteniendo esa lentitud que no hace más que aumentar la fricción que Flor quiere sentir en todo su cuerpo.

Es ese pensamiento, sin embargo, lo que la termina sacando del momento. Se aleja de Jazmín y deja de tocarla por completo y siente el pánico comenzar a subirle por todos lados. "Perdón", dice, con la voz ronca. "Hmm. Perdón".

"No, no", le dice Jazmín, quien hace la mímica de querer tocarla pero no lo hace. "No me pidas disculpas si eso fue re lindo, Flor".

Las palabras de Jazmín la frenan en su frenesí de emociones y se permite mirarla ahora, con el labial corrido y los ojos llenos de algo hermoso. "Si. Fue lindo, si", dice y se permite una pequeña sonrisa. Pero le dura eso mismo, el suspiro que deja escapar Jazmín de su boca, porque después se siente otra vez caer en esa sensación abrumadora que no la deja pensar ni le permite sentir.

"Me tengo que ir", le dice, con una mueca en su cara que es tanto perdón como gracias. Jazmín no trata de detenerla y Flor respira. Respira y se va.

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