Capítulo 1

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Te juro que intento caminar hacia ti, pero ya sabes cómo es esto, o al menos eso me gusta creer. Me gustaría poder escuchar tu voz, he podido notar algo así como la cercanía de nuestras almas, conforme pasa el tiempo he tenido una sensación más real.

Me gusta pensar que este no es un invento de mi cabeza y que realmente significa algo. Me gusta pensar que los distintos escenarios en dónde apareces no son creados por mi cerebro.

Me gusta imaginar el día en el que por fin pueda acercarme y preguntar en dónde estoy, pero por el momento parece únicamente que estoy aquí para observarte, precisamente hoy pareces angustiado, no puedo decir nada más. Justo ahora se me ocurre que quizá tu también sientas la fija atadura que no te deja siquiera gesticular. Se esfuma ese pensamiento en cuanto te veo dar un paso, es la primera vez que te veo mover.

La negrura que sale de tu cuerpo, recorriendo el suelo, me alcanza y hace que sienta el dolor más horrible de mi vida, siento morir, justo ahora pediría morir para parar el sentir. No te muevas, lo has causado tú, entiendo que no has tenido intención. Quizá. Casi soy consciente de cada pequeño estirón interno que haría que me retorciera, gritara y llorara de no ser por el hecho de estar fija a... ¿A qué? Bueno, lo que sea que no me deja ser libre.

Siento el dolor irse poco a poco, dejándome débil y una sensación punzante por todo el cuerpo. Te veo sin ninguna expresión y la desesperación crece en mi cuerpo, parece que me ha causado estrés todo el dolor que me provocaste.  ¿Por qué no me dices de una vez el motivo por el cual me llamas una y otra vez para que termines trayendome a este lugar?

Aprieto fuerte los ojos cuando vuelvo a sentir el dolor que ahora se concentra en el centro de mi corazón. Abro de nuevo y veo las arrugas de la sabana blanca, siento el peso del edredón, la suavidad de la almohada, el calor de mi cuerpo, la tranquilidad de casa y el típico cansancio que me dejan como resultado estos "episodios", como les llamo, ya que no encuentro otra manera. Un sueño no es esto, un sueño no se siente de está manera.

Trato de ponerme de pie y las aracadas comienzan, me arrastran al baño y caigo de rodillas, lo dejo salir. Ya no quiero sentirme así, no quiero volver.

Llevo un año con esta situación, el mismo hombre, diferente escenario, casi todo el tiempo la misma sensación, pero nunca como esta, nunca se movió y nunca me había sentido así de mal tanto en el episodio ni al despertar. Me dejaba débil y enferma visitarlo, pero no lo hacía conscientemente, no era yo quien autorizaba que pasaran. Había ocasiones en las que desaparecía semanas o meses y casi me olvidaba de él, pero estos últimos tres días eran constantes y yo ya me encontraba terriblemente enferma.

Ya no quiero.

-Cariño, ¿Sigues enferma?- Frank de acercaba al tanteo de la pared del baño, casi tropieza con mi cuerpo en el suelo.- ¡Oh! Lo siento, debí suponerlo.

-No te preocupes.- Bajé la palanca y quise incorporarme- ¿Me ayudarías a llegar a la cama?

-¿Qué pasa?- Hizo una mueca.

-No creo ser capaz de ponerme al menos de pie.- Estaba apenada.

-Sólo coloca mis manos en el lugar correcto.- Estiró y las puse al rededor de la cintura, hizo fuera y me puso de pie, me sujete fuerte de su pecho y me fui indicando por dónde quedaba el camino.

-Sabes que no te lo pediría, Cariño.- Recosté el débil cuerpo justo en el sitio de siempre.

-Podemos pedir el día libre y llevarte al médico, sabes que creo que hace falta.- Al tanteo encontró mi rostro y se aferró a el.

-Ya sabemos qué dirán, que los estudios están limpios y que me encuentro en mejor estado de salud que nunca.

-Pero esque te noto peor que nunca.- Paró el tacto.- No me gusta sentirme inútil y no poder cuidar de ti como quisiera, sigo siendo una carga aún cuando estás terriblemente mal.

-Deja de hacerte menos, no eres una carga, sabes que eres completamente capaz de hacer todo sin mi, deja de escuchar a los otros machos egocéntricos.

-Déjalo ya.- Lo noté triste e indeciso.- ¿Qué he dicho la psiquiatra?

-No estoy loca.- Le gruñí.

-No digo que lo estés, pero no creo que esté de más otra opinión. Además, no tienes explicación.- Se levantó y como siempre se fue a tanteo a la sala, seguramente a llamarle a John, nuestro jefe.

Yo sabía que no era demencia, no estaba loca y no lo estaba inventando, sabía que estos malestares eran reales y que el mismo hombre seguía apareciendo una y otra vez. Me siento agotada y no le encuentro sentido a muchas cosas, ya no sé qué más hacer.

Te siento real.

Pero déjame tomar fuerza, permíteme vivir.

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⏰ Ostatnio Aktualizowane: Jul 21, 2018 ⏰

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