02 - El "rarito"

23K 2.4K 565
                                    


—Pensé que serías más difícil de derribar —dijo Ángel mientras lo arrastraba por la tierra—. De verdad que estoy muy sorprendido.

      El hombre mucho más musculoso que él, trató de hablar pero no podía, su lengua había sido cortada.

      Ángel lo lanzó al suelo, haciendo que su cabeza rebotara como hace unos años él mismo le había hecho.

      —No te hubiera pasado eso si me hubieras respondido.

     El hombre más grande se arrastró para escapar de él, no llegando para nada lejos.

     Una libreta junto un bolígrafo cayó frente a él... Levantó la vista y el miedo creció en su interior; Ángel tenía con él una motosierra.

      —Escribe lo que ya había pedido —ordenó.

      El contrario temblaba, sus lágrimas bajaban... buscaba de alguna manera despertar una pizca de piedad en el hombre enmascarado que estaba frente a él.

     Demasiado inútil.

     Uno de sus dedos fue cortado, la sangre salía a borbotones y él sólo intentaba gritar, ser escuchado.

     —¿Voy por otro? —preguntó el enmascarado animado.

     Negó con la cabeza más de una vez, sus lágrimas bajando por sus muy raspadas mejillas.

     —Entonces escribe.

     Con su mano intacta tomó el bolígrafo, se sintió de repente mareado, demasiado. Observó el lugar en el que debía estar su dedo; la sangre aún salía.

      —Estoy comenzando a aburrirme —Ángel bostezó falsamente. El hombre decidido escribió el nombre de uno de sus amigos de la infancia, de uno de los que sobrevivió del incendio que provocó el rarito.

      El rarito.

      El pánico reinó en él. Rápidamente, posó sus ojos en Ángel.

      —Creo me has reconocido.

      Trató de tomar la libreta, pero en vez de eso...

      Murió.

     Sebastián entró a la habitación, tomó un cojín y se lo lanzó al contrario.

   —¿Qué te pasa? —dijo fastidiado el más joven, mientras se acomodaba mejor en la cama.

   —Ángel —suspiró una y otra vez—, mataste a un boxeador.

    El mencionado hizo un leve movimiento con la mano restándole importancia, y a Sebastián comenzó a palpitarle una vena en la sien.

      —¿No dirás nada?

     —Sólo quiero dormir. Sal de aquí.

     —¡Ángel!

     —Qué salgas —espetó. Sebastián asintió... Estaba por salir de la habitación, y entonces se quedó parado en la puerta.

     —Voy a seguir llamándote Angelito.

    —¡Sebastián!

El recién mencionado cerró la puerta y sonrió. Era todo un machote, así es, estaba haciendo enojar a un hombre intimidante.

Ángel, el Demonio © +21Where stories live. Discover now