Capítulo 8: Final

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Capítulo 8: Final.

Aomine dudaba si ingresar a su casa. Era obvio que Ryo estaría molesto. Furioso. No sabía ni que le diría.

Hola Ryo, lamento haberme ido por casi tres semanas y no decirte nada, por miedo a que seré padre. ¿Me haces algo de comer?

Con seguridad terminaría soltero nuevamente. Puede que con un par de golpes; muy merecidos, por cierto.

-Ya que.- giro la llave que había puesto en la cerradura.

Entro con sigilo, cuidando de no hacer mucho ruido, si tenía suerte puede que Ryo aún no estuviera en casa; tal vez esté ocupado con sus exámenes finales.

Después de quitarse los zapatos se fue a su cuarto para darse una ducha y esperar a que Ryo llegara a su hogar. No se esperó encontrar a su castaño novio durmiendo en la cama.

Sintió un nudo en la garganta al verlo tan pálido; estaba ojeroso y se veía notoriamente más delgado, esperaba que no fuera solo por su culpa.

Con cuidado acaricio la mejilla, notando lo frio que estaba a pesar de ser verano.

Ryo se removió con el toque. Con lentitud abrió sus ojos color chocolate, enfoco su mirada en el hombre que estaba acuclillado a su lado.

-Daiki-san.- murmuro soñoliento.

-Hola Ryo.- se había salvado.

El rostro de Sakurai se desfiguro por el enojo. Mierda, pensó.

-¡¿Qué haces aquí?!- le grito molesto.

Se levantó para esquivar la almohada que le fue lanzada.-... ¿Vivo aquí?- respuesta errónea. Ahora Ryo le había arrojado el despertador.- ¡Estas demente! vas a sacarme un ojo.

Ryo se levantó de la cama enojado, tomo todo lo que había a su paso para lanzárselo al moreno.- ¡Eres un imbécil! No te veo en semanas y lo único que dices es Hola.

Daiki salió del cuarto huyendo a la cocina, escondiéndose de su enojado novio.- Ryo no debes alterarte le hará mal al bebe y- ¡Suelta esa lámpara!

El castaño dejo el objeto en su lugar.- No hables de mi bebé... No después de lo que hiciste. ¡¿Cómo te atreves siquiera a aparecerte aquí?!

El peli azul se acercó a Ryo con cuidado.- Sé que fui un idiota, estoy completamente consciente, pero deja de arrojar cosas y permíteme explicarte.- Ryo asintió con determinación, era hora de poner las cartas sobre la mesa.

Aomine lo guio a la sala y lo sentó en el sillón, él se acomodó en el borde de la mesita.

Estuvieron un largo rato en silencio, Ryo se estaba comenzando a impacientar ante el mutismo de su novio.- ¿Y bien?- gruño.

-Me asuste.

El castaño espero a que agregara algo más.- Y...

El peli azul se encogió de hombros.- Solo eso.

-Eres un imbécil.- se fue enojado dejando a Aomine solo nuevamente.

-Ryo...

-¿Crees que yo no estaba asustado?- le increpo.- Sabia que tu reacción no sería buena, que existía la posibilidad que no lo quisieras y aun así me arriesgue. ¡Pero tú huiste Daiki!, no me diste tiempo para convencerte, para tratar de hacer funcionar esto y yo...- del enojo Ryo había pasado a la tristeza, toda esa situación era demasiada para su delicado estado.

Porque te amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora