Tony & Michelle

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 Tony estaba cada vez más solo.

Se sentía solo al estar en la habitación de la universidad.

Se sentía solo cuando nadie compartía porros con él como cuando ella lo hacía.

Se sentía solo cuando nadie le miraba con esos ojos de gato que ella tenía.

Al final, siempre acababa en el césped del campus de la universidad, tumbado contra los rayos del sol y el móvil abierto por la galería, donde estaban todas esas fotos de la hermosa chica que antes era su novia.

Oficialmente, lo seguía siendo, pero él sabía que eso era una mentira que solo hacía mas que esconder la verdad.

La última vez que se vieron fue en el coche, en la estación de autobuses de Bristol.

Se acuerda de esa noche como si fuera ayer.

Sid, Michelle y él sentados en un viejo coche que olía a porro desde kilómetros, un coche donde tan bien se lo habían pasado todos juntos, desde cuando una vez fueron todos a la playa hasta cuando se recorrieron media ciudad con el ataúd de Chris atado en la parte de arriba del coche.

''Chris'', pensó.

Era un nombre complicado para todos, era un nombre que a nadie le gustaba recordar demasiado.

Cuando pensaba en la palabra ''todos'', un grupo de adolescentes, borrachos y colocados le venía a la mente.

''Amo a esos capullos'', pensó para sus adentros.

Sonreía al pensar que sería de Jal. Había estado hablando por teléfono con Sid varias veces y sabía que la habían cogido en el conservatorio de la ciudad, que había conocido a un chico, que era feliz y tocaba los sábados en la orquesta, mientras Christopher, ''el chico'' le miraba desde el público, según Sid veía que ella era feliz.

Después, siempre se tiraba media hora hablando de Cassie. Él nunca la había encontrado, pero se mudó a un apartamento en New York donde había una camiseta tirada en el suelo. Era de Cassie, él lo sabía porque se la había visto puesta. Además, según él, olía a ella, esa mezcla entre dulce perfume de canela y marihuana, una extraña mezcla. Sid la seguía buscando hasta debajo de las piedras.

Seguidamente siempre me contaba la historia de Maxxie y Anwar. Anwar estaba trabajando para una panadería, él vendía el pan y lo elaboraba, parecía que se le daba bien. Maxxie había roto con su novio, pero entre ellos dos mantenían su pobre apartamento y comían cada día así que no había porque preocuparse demasiado, aunque claro, con Maxxie y Anwar juntos siempre había que preocuparse. Siempre que hablaban de ellos a Tony se le extendía la sonrisa casi sin pretenderlo.

Sid no le contaba nada nunca de Effy, pues ellos casi que no se conocían, pero Effy le enviaba cartas, siempre lo hacía. Nunca escribía en ellas, simplemente dibujaba una sonrisa feliz <<bastante sádica la verdad>> y las enviaba, firmando al final. Estaba preocupado por ella, aunque tampoco tenía idea de ir a visitarla.

Aún así, hay una persona de la que nunca recibía noticia, Michelle. Sid se empeñaba en hablar de ella en cada jodida llamada telefónica pero él, solamente al oír la mención de su nombre, le hacía callar.

No quería saber como estaba, dónde, como le iba y ni siquiera saber si estaba con algún chico.

Tony se limitaba a tumbarse en la solitaria y vacía zona comunitaria de la universidad, en el césped, mirando el cielo y todos los secretos que éste escondía por encima de él.

''Eran fantásticos.'' Se decía a si mismo, recordando los buenos tiempos.

Y allí es cuando sacaba el móvil, cuando empezaba su tortura.

Tony nunca había llorado, él no era un gilipollas llorón, pero, cuando abría su galería tenía que reprimir las ganas.

Había docenas de fotos de ellos juntos. Recordaba especialmente un video, un video de una mañana de navidad, cuando ella, con sus ojos de gato y sonrisa radiante, abría sus regalos.

En el video estaba ella, con las piernas cruzadas, como un indio. Su cara brillaba, como si la felicidad pudiera iluminar. Su felicidad siempre iluminaba a Tony, siempre le sacaba de las zonas mas oscuras. Lástima que esa luz ya no fuera suya.

Michelle resquebrajaba el papel de regalo, ese que Tony había envuelto con todo su entusiasmo. Pero no le importaba, era para ella. Solo para ella.

Al ver el anillo que Tony le había regalado para esas navidades, su cara no tenía precio. Era una sonrisa real, con felicidad real y entusiasmo real. Le encantaba, estaba enamorado de ella hasta los huesos, la amaba.

-¡Tony! -dijo ella, abriendo demasiado la boca, tapándosela a la vez con las manos.

-¡Michelle! -imitó él, haciendo una parodia de su voz y sorpresa.

-Esto es muy caro... -añadió la chica, cerrando la pequeña caja que contenía el anillo.

-Calla y ven aquí. -se le escuchaba decir a Tony, detrás del teléfono.

Tony dejó el teléfono en el suelo, con lo cual solo grababa oscuridad.

Aún así, a Tony no le hacía falta ver lo que había pasado en ese momento, él lo sabía.

Tony extendió los brazos hacía ella, junto a ese árbol de navidad bien iluminado, el árbol de navidad de los Stonem.

Michelle besaba su cuello, mientras Tony estaba tumbado en el frío suelo de mármol, disfrutando de ella debajo de ese enorme árbol de navidad.

Odiaba la Navidad, pero con ella todo era diferente, con ella todo era de lo mejor que podía haber.

Dejó el móvil en el césped, donde estaba sentado y se tumbó, haciendo que los rayos de sol, junto con los helados copos de nieve se posaran encima de él.

Iba a pasar las navidades solo, en esa putrefacta universidad de mierda, pero no le importaba en absoluto.

Él sabía que ella estaría dándole vueltas al anillo, entre sus finos dedos, estuviera donde estuviera, porque el día de navidad era suyo y de ella, y eso nadie podía cambiarlo.

The end of Skins -Skins Fan Fiction-Where stories live. Discover now