Capitulo 19

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-¿Qué?-preguntó aún con sorpresa su hermana. Sara sólo intentaba procesar las palabras de su hermano. Sus padres seguían sorprendidos y miraban fijamente al castaño que seguía con la mirada baja.

-Yo...lo siento-dijo Milo.

-Cariño...- su mamá no sabía qué decir.

-¿Desde cuándo?-preguntó su padre preocupado.

-Des-Desde...-el castaño ya estaba llorando-Hace un par de meses... No quería decepcionarlos, tenía miedo. Yo no tengo muchos amigos... apenas una chica me acompaña. Perdón...

El castaño fue interrumpido por un abrazo por parte de su familia, hasta Diogee se acercó. Aquello aumento las lágrimas del castaño.

Pero no era el único.

"Cómo no me di cuenta", pensaron su padre, su madre y su hermana. Sus suéteres y camisas manga larga, sus constantes moretones, las veces que lo veían triste y pensativo. Aquellos pequeños detalles les dieron pistas del infierno que pasó el pobre Milo.

Y a pesar de eso, no se dieron cuenta.

Lágrimas de los tres amenazaban salir. Desde ahora iban a proteger a su pequeño niño, con el tiempo todo se iba a solucionar. Sólo se necesitaba tiempo.

***

Milo no les comentó ningún detalle más acerca del bullying que le hacían en el colegio. Tampoco quería decirles aún a sus padres, se sentiría muy débil.

-Oye, Milo-dijo Sara entrando a su cuarto-Te traje unos dulces del Dr. Zone. Mora, son sabor a chocolate, como te gustan. ¿Quieres?

El castaño sólo negó con la cabeza, aquellos eran sus dulces favoritos. Pero, no tenía ganas de comer nada por ahora, se sentía cansado y pensativo.

-Oye, estaba hablando con mamá y papá. Dicen que si quieres puedes faltar mañana a la escuela.

-No puedo-respondio el castaño.

-Pero, ¿no puedes pedirle a alguien sus apuntes?

-Nadie me los va a prestar-dijo Milo-Todos me odian...

-Milo, lo siento-dijo Sara.

-¿Por qué?

-Por no darme cuenta de que te hacían bullying, yo...soy tu hermana. Yo soy la que más te ve en casa cuando mamá y papá trabajan. Debí haberme dado cuenta, yo siempre he pensado que tú puedes solucionar cualquier problema. Pero, ahora me doy cuenta de que habrá problemas y dudas que tú no podrás solucionar, al menos no solo.

Milo sentía que iba a llorar de nuevo, pero no quería hacer sentir peor a su hermana.

-Sé que tener la ley de Murphy es difícil. Suena horrible decirlo, pero cuando tú naciste agradecí el hecho de que tú la tuvieras y yo no. En ese momento, me sentí afortunada, pero...luego veía cómo tenías que lidiar con problemas que te afectaban y afectaban a los que querías, y por eso te esforzabas aún más por ser feliz y no causar problemas. Me acuerdo cuando un día unos gatos te habían rasguñado todo el cuerpo, yo me asuste demasiado y me acerqué a ti. Pero lo único que dijiste fue "Estoy bien" y sonreiste. Sin embargo, te dolía y se notaba en tus muecas de fastidio. Me di cuenta de que tal vez el peligro más grande cuando se tiene la ley de Murphy es hacerte el fuerte siempre. Lo he visto antes en papá, y ahora en ti-dijo Sara abrazando a Milo, este último sólo correspondió su abrazó-Y, a su vez, me di cuenta de que tú eras más fuerte que yo... Lo siento...Perdoname... Yo no...

La rubia sólo lloraba, otra vez quiso ser fuerte y no lo logró. Milo sólo la miró.

-Hermana, yo te quiero mucho. Tú me inspiras mucho, Sara. Y si soy fuerte es por personas como tú. Por ahora no quiero hablar sobre el asunto del bullying en mi escuela, pero...quiero que sepas que no soy tan fuerte...no lo soy y tengo miedo. Aún tengo miedo-dijo Milo conteniendo sus lágrimas.

-Sólo llora, hermanito-dijo Sara comprendiéndolo, quería que el castaño desahogara lo que se había guardado tanto tiempo.

Ambos lloraban, y eso estaba bien. Al final ambos comieron las galletas del Dr. Zone, esas que tenían forma de sus dos protagonistas, el Dr. Zone y el Simio Tiempo y tenían sabor a chocolate.
Aquello era reconfortante.

-Oye, en parte no te dije la verdad-dijo Milo un poco más calmado.

-¿Sobre qué?

-Sí tengo una amiga en la escuela.

-Creo que sí lo mencionaste...¿Cómo se llama?

-Melissa.

-Ese es un lindo nombre-dijo Sara-Quiero conocerla...

***

Mientras tanto, en otro lugar cierto pelinegro estaba llegando a su casa. Intentando no hacer tanto ruido pues no quería despertar a su padrastro. Se veía el miedo que sentía en sus ojos verdes.

Pero, fue en vano. Aquel hombre lo esperaba con tantas ansias.

-Llegaste tarde-dijo el mayor.

-Lo siento, tuve que atender ciertos asuntos-se excusó intentando parecer sereno.

-Bueno, al parecer te portaste mal. Esa es la verdad, ¿no es así?

-Yo...

-Bueno, a mí me encanta divertirme contigo-dijo el hombre acercándose a él.

-No, no lo hagas otra vez-fue lo último que dijo el pelinegro sólo para después ser víctima de aquel hombre con el que le tocó vivir después de la muerte de su madre.

BullyingWhere stories live. Discover now