ANDÉN

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Sigo de pie frente a los temblores,
cayendo en el andén más próximo a perderme.

Invirtiendo el tiempo en la pausa de si llegaría a mi destino, entre el nunca y el siempre, de mirar atrás y firmar adiós con el olvido.

Debería sentarme,
y escuchar la lluvia.

Escuchar cómo las gotas se rompen contra el suelo,
haciendo que su sonido tape el llanto de un corazón helado,
que nunca, deja de temblar en un andén vacío.

Contra todo aquello que se quemaba;
las prisas de un reloj distorsionado y las cenizas de la llegada
apuntando, a la soledad, en hora punta.

—HayateOuami

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