Jimin es un bailarín con habilidades excelentes. Intenta escapar de esa oscuridad que planea consumirlo entero. Si tan sólo se encontrara con un bella persona que le enseñe la perfección. Inari es hermosa. ¿Realmente lo es? ¿Se supone que Inari sana...
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Lunes 25 de Noviembre
Hana sigue a mi lado. Ella sabe de mi diagnóstico médico, no me vio como un bicho raro del que debe permanecer lejos. Estar juntos más divertido y relajado que de costumbre. No soy juzgado, no soy minimizado, no soy excluido. Nada de eso pasa si estoy con ella. La muchacha a descubierto por completo mis ratos de inseguridad, me ayuda a sobrellevarlo, no los puedo esconder. Ahora puedo romper su seriedad.
Estuvimos esperando que el elenco llegará para las prácticas que estamos organizando debido a nuestra participación en un evento que recaudaría dinero en busca de ayudar personas que sufren de escasez de agua cuando Hana no paraba reír porque comencé hacerme el tonto. El sonido de su risa estaba a punto de convertirse en mi melodía favorita. Si no lo es ya. La pequeña colita atada en la cima de mi cabeza que mueve con el baile que hice fue la causante de su incontrolable risa. Me llamaba hombrecito mientras pedía que me detenga.
Ella seguía utilizando ese molesto diminutivo. Tomé cartas en el asunto. Primero sostuve su mano, se había vuelto normal sostener su mano, lo siguiente que hice ya no fue tan normal. Acerque mi rostro muy cerca al de ella. Sus carcajadas se borraron cuando lo hice, incluso se encogió por mi intromisión.
—¿No me ves como un hombre? Porque soy uno. No soy un hombrecito —le dije—. Un hombre guapo.
El cálido teñir rojo en sus mejillas me hizo tragar saliva.
—Es un apodo cariñoso.
Pedí que no vuelva usar ese apodo conmigo. Acepto. Sonreí de lado al ver su nerviosismo, presioné mi buena fortuna acercándome más hacia ella. Me avisó que me golpearía si seguía acercándome. No la creía capaz. El golpe que propino en mi pierna izquierda me hizo saber que me equivoqué.
Que golpe me propino esa mujer.
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Jueves 28 de Noviembre
La determinación por sorprender a Hana estuvo en cada una de mis células. Sorprenderla con mi nueva habilidad adquirida. Pero nuevamente volví hacer yo el sorprendido. El traje que uso tan moldeado a su esbelta figura me dejo mudo. Preciosísima. Ensalzo sus atributos femeninos. Un hada mágica seguramente me lanzó unos cuantos polvos pues mi capacidad de apartar mi vista de ella no pude apartarla.
Ella atribuyó mi falta de palabra como un gesto que lucía mal. Hana defendió su look. Ahí reaccioné. Pero sus pequeños alumnos ocuparon mi turno de alabarla. Rodeada por los pequeños es la verdadera hada hipnotizadora que puede atraer a quien quiera. Hana no era consciente del efecto que tenía.
Como nunca desee ser igual de pequeño que los niños sonrientes que estuvieron a su alrededor.
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