Capitulo 1: "Ciudad de Luces"

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Sueños...

Aquellas bellas ilusiones que motivan a las personas siempre ha seguir adelante, ignorando la adversidad.

Cualquier individuo ha contado con alguno, seria necio eh infructuoso negarlo, pues tiende ha ser algo tan natural como la simple acción de respirar.

Esta historia comienza con un sueño, y un poco experimentado joven con la suficiente voluntad como para intentar cumplirlo.

Uno con cabellos pálidos y ojos grisáceos, quien se encontraba sentado en un tren, maravillado por las vistas que aparecían y desaparecían fugazmente frente a él, a medida que la maquina se abría paso por las vías.

Dibujaba los entornos que más le cautivaban en una pequeña libreta que reposaba en su regazo, con un pequeño lápiz algo gastado.

Una mujer sentada a su lado miraba cautelosamente el trabajo del joven, estaba asombrada por los detalles tan bien cuidados que en el se apreciaban. Y la facilidad con la que se le daba a pesar de los materiales con los que laboraba.

Las horas pasaban y el joven continuaba ilustrando sin parar, las manos comenzaban a dolerle, y la punta del lápiz tenía pinta de estar a punto de romperse por vigésima tercera vez.

Una última capa de sombreado. Y estaba lista.

La mujer abrió sus ojos estupefacta, pese a ver progresivamente el avance del joven, el resultado final le sorprendió.

El tren frenó en la estación y las puertas se abrieron casi al unísono. Aquel albino se levanto cuidadosamente de su asiento, cargo su mochila sobre sus hombros, y arranco lentamente el dibujo de su libreta.

La dama le miro trastornada ¿realmente habia empeñado tantas horas de trabajo en crear algo tan hermoso, solo para tirarlo lejos? Sin lugar a dudas no comprendía. Estaba perpleja.

Sin embargo, sus dudas se aclaran, en cuanto ve al joven extender el brazo en su dirección, con el boceto en la mano.

Ella lo acepto sin cruzar palabra, y por su parte, el peli blanco se colocó sus audífonos y se retiró.

"Debi haberle cobrado" Se reprochó mientras se abría paso por las frías calles de Tokyo, él sabía que aquella mujer no dudaría en pagar por una obra como esa, pero simplemente no se digno a hacerlo.

Siguió dándole vueltas al asunto hasta arribar a su apartamento, el edificio se veía tan viejo como el día en el que había llegado, le gustaba pensar que le brindaba un toque "vintage". Aunque bien sabía que dado a su corto presupuesto era lo mejor que podía costearse.

Pero él no se quejaba, estaba en una zona algo alejada del centro, por lo que el ruido y los disturbios no eran problema alguno, los vecinos tampoco eran un tema, nada más que ancianos seniles y estudiantes que rara vez ponían un pie en el edificio.

Además de esto, en su piso solo habían tres apartamentos: el suyo, uno en el que habitaba una excéntrica viuda (la cual jamás salía) Y por último, un apartamento al final del corredor. No obstante, este llevaba años deshabitado por lo que había podido investigar.

Su hogar era algo solitario, pero le gustaba. No habían distracciones que pudiesen separarle de su arte.

La puerta de su vivienda se cerraba a las 6:00 p.m, y no se abría hasta el día siguiente, cuando salía en busca de víveres o algún que otro capricho.

Smokin' Dreams        (Touken AU) Where stories live. Discover now