Capítulo VIII

2.2K 217 13
                                    

— ¿¡Eso qué significa!? — respondo gritando de repente, parece ser que Grant está detrás de mí y me oye.

— ¿Qué ocurre Arabelle? — pregunta asustado y mirando con mala cara a la gitana.

— El destino de Dazziel o, como tu la llamas, Arabelle, no está definido. Es muy extraño, todos los destinos están definidos, pero el suyo no. Jamás había percibido esta carta — explica la adivina, sorprendida. 

— ¿Pero qué puede significar? — pregunto.

— Que en algún momento deberás tomar una decisión, esta te llevará a una vida feliz o a la muerte — explica la mujer.

— ¿Qué decisión? — pregunto preocupada.

— No lo puedo saber, las cartas son abstractas y no muestran sucesos concretos — me responde guardando las cartas —. Debes vigilar... — se levanta — ... O nos pondrás a todos en riesgo — dice dejándome estupefacta y desapareciendo entre la multitud de la taberna.

— ¿Qué te ha contado? — pregunta Grant sentándose de nuevo en la mesa e inclinándose sobre mí.

— Que tendré un problema que me puede matar pero que no sabe como acabará... — le explico —. Grant, tengo miedo.

— No te dejaré sola, ¿me oyes? — lo miro con cara de preocupación —. No lo haré — asiente con decisión —. Volvamos a la habitación.

— No quiero... ¿Y si ahí dentro hay un asesino? — pregunto —. Habré decidido volver pero eso me habrá llevado a la muerte... — digo, aunque veo que estoy exagerando un poco.

— ¿Y si te quedas aquí y mueres porque el banco en el que estas sentada se cae y te clavas una astilla de manera fatal? — dice Grant, exagerando también para que me de cuenta de lo que digo —. Hasta hace diez minutos no has pensado en la muerte, podrías haberla encontrado ya. Así que deja de acobardarte que solo hace que parezcas una niña.

— Está bien... — volvamos.

[...]

La muerte está aquí, me está persiguiendo, lleva una túnica larga hasta los pies y tiene una sonrisa malévola, se está metiendo en mi cabeza, no me deja pensar, no puedo moverme. 

Siento cómo me enfrío y mi corazón deja de bombear sangre. Consigo abrir los ojos. Una pesadilla, me incorporo en la cama y la habitación está a oscuras, sigue siendo de noche.

Grant duerme en la cama de al lado, respirando de manera tranquila, suerte que no ronca. Algo llama mi atención en la habitación. Hay una sombra cerca de la ventana, parece que se mueve.

No puede estar pasando, debe ser mi imaginación, seguro que es algo que está ahí, pero que parece otra cosa, ¿qué hago? Tengo miedo de encender la luz y que haya algo ahí, ¿cómo iba a reaccionar? pero si la dejo apagada tengo miedo de que haya algo... 

La mejor solución que se me ocurre es meterme bajo las mantas, hacerme un ovillo y no pensar. Sé que la manta no me salvaría de un asesino pero al menos me siento protegida. No lo suficiente... Algo podría meterse por la parte de abajo de los pies. 

— ¿Grant? — digo al aire.

— ¿Mmmh? — responde con un gruñido.

— ¡¿Grant?! — grito histérica.

— ¡¿Qué ocurre?! — oigo que se levanta de repente y se pone en guardia.

— ¿Hay algo ahí? — pregunto asustada.

— ¿Dónde? — dice confundido —. Espera que enciendo la luz — perfecto, si había algo aquí ya sabe nuestras intenciones. Oigo el chisporrotear de la lámpara de aceite —. Aquí no hay nada Arabelle — saco mi cabeza de bajo las sábanas y no veo nada. 

— Tengo miedo... — gimoteo — no voy a poder dormir.

— ¿Y qué puedo hacer yo? — dice Grant frotándose un ojo.

— Cuando esto me pasaba de pequeña mi padre se sentaba junto a mi y me explicaba una historia para alejar las pesadillas — le explico, recordando viejos tiempos. 

— Está bien, supongo que si te comportas como una niña te tendré que tratar como a una niña — no me gustan estas palabras, pero tiene razón, sigo siendo una niña. Se sienta a mi lado y empieza a contarme la historia de una princesa con el cabello muy largo que vivía en una torre muy alta porque sus padres la habían cambiado por una lechuga, o algo así, y algo de un caballero que empezó a visitarla. Pero Grant se duerme a media historia y acaba tumbado a mi lado...

Al menos la luz está encendida y ya no tengo miedo, pero sigo sin poder dormir. ¿Realmente esa sombra había sido imaginación mía? Sentía su frialdad. Su perversidad. Su odio. Su oscuridad.

[...]

Estornudo, y me doy cuenta de que estaba dormida. La razón del estornudo es por que hay una pluma sobresaliendo del almohadón de plumas que tengo bajo mi cabeza. Algo presiona mi costado, miro y veo que es el brazo de Grant, que me rodea como si fuera a escaparme. Me giro lentamente y me quedo cara a cara.

Tiene una expresión muy cómica cuando duerme. Tiene la boca medio abierta y la cabeza inclinada hacia atrás, pero de lado. Difícil de describir, pero no está más guapo cuando duerme. No se me ocurre nada mejor que hacer que ponerle la pluma del almohadón en la boca. 

Ni se inmuta. Me río. Le tapo la nariz. Sigue sin inmutarse. Le tapo la boca. Se remueve un poco. Destapo la nariz y la boca y suelta un suspiro. Empiezo a estirar de sus mofletes que parecen de juguete. 

De repente abre los ojos, seguro que ha visto la cara de una chica a la que acaba de conocer, con una expresión de diversión absoluta estirándole los mofletes. Me río, ha puesto una expresión de horror mal disimulado.

— ¡Estás loca! — exclama. 


_______________________

¡Matemos el romanticismo! ¡Que sobreviva el humor absurdo! xDDDDDDD 

En fin, esta Dazziel-Arabelle... ya madurará, dejémosla disfrutar un poco más de sus tonterías jajaajja

Parodiemos un poco el amor de los libros y hagámoslo un poco más real, ¿qué os parece? 

La Dama del DragónWhere stories live. Discover now