cigarrillos

minhyun

—No puedes seguir ignorando que él existe y que ustedes tienen un tema pendiente, hyung.

Minhyun pensó que pasar todos los días de Jaehwan le haría olvidar lo que había pasado entre ambos, o al menos, haría de su presencia un poco menos incómodo. Pero, inútilmente, no podía dejar de mirarlo y notar como su ánimo disminuía cada día. O como su sonrisa ya no llegaba hasta sus ojos, o como su mirada amable y simpática no era más que tristeza y decepción.

Y dolía, claro que dolía.

—Seré sincero contigo, Minhyun-hyung.—un suspiro cansino salió desde los labios de Daehwi, que no podía seguir ignorando el asunto—Yo te respeto, realmente lo hago, pero no puedo evitar sentirme decepcionado al verte actuar así, de una forma tan cobarde.

El mayor sintió un frío recorrer su espalda ante el tono del menor. La sinceridad siempre había sido cruel, pero justa.

No seas tan duro con hyung, daehwi-ah.

—Sé que no estás pasando por un buen momento, pero estás lastimando a la persona que te ha acompañado en todo momento, sin importarle nada más. Estás consciente de todo el daño que haces, pero no eres lo suficientemente valiente para ir hacia él y remediar todo este embrollo.

Se sentía tan presionado en actuar bien, en ser el chico bueno que todos esperaban que no había dimensionado el daño que le había hecho a Jaehwan, o a sí mismo. ¿Existía forma de remediarlo? Claro que sí, quizás una conversación honesta sería suficiente para remediar parte del daño causado, pero tenía tanto miedo de aceptar sus sentimientos.

Su padre se sentiría tan decepcionado del hijo que crió.

—Gracias por hablar conmigo, Daehwi-ah.
Apretó con fuerza los labios, buscando fuerzas para ser sincero, abrir su corazón y aceptar su naturaleza. No quería seguir ocultándose, pero sentía miedo. Mucho miedo.
—No necesitas agradecer, hyung. Confío en que sabrás qué hacer.