XI

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MADRID, MAYO 2018

Ninguno de los dos estaba preparado para su primera discusión. Y pasada una semana tampoco recordaban muy bien la razón por la que habían empezado.

En realidad, la razón era que tocaba tener una primera discusión, como había tocado tener un primer beso y un primer polvo y un primer beso de buenos días,  después de un polvo sin lavar los dientes.

Luis estaba intentando dejar de fumar y cualquier que lo hubiera intentado sabía que no ponía a la gente de muy buen humor.

Aitana estaba enfadada porque era el primer verano que pasaba lejos del mar y cualquiera que hubiera nacido cerca del mar sabía que hacía falta para respirar.

U otros motivos igualmente absurdos.

El caso es, que Aitana no estaba preparada para Luis le hablase con sequedad, porque nunca lo había hecho desde que estaban juntos. O incluso antes.

Y Luis no estaba preparado para ver a Aitana realmente enfadada, porque nunca, jamás, la había visto así.

 Creía que conocía toda la gama de sus estados de ánimos y el de furiosa era una novedad.

Una que no estaba muy convencido de que le gustara.

Especialmente cuando ella cogió un libro y se lo tiró a la cabeza.

No una almohada, no un cojín. Un puto libro.

En cuanto lo hizo y aunque, afortunadamente no le dio, Aitana se quedó mirando a sus manos como si no pudiese creer lo que acababa de hacer.

- Ay-Dios-Mío!!

Se dio la vuelta y salió del piso. Sin dar un portazo.

Luis consideró durante unos segundos la posibilidad de seguirla. finalmente decidió que igual era buena idea que él también se calmase.

A lo mejor no le venía mal un pitillo. Mañana lo dejaría definitivamente.

A las dos horas Aitana volvió más calmada y con una pizza.

- Nunca jamás en mi vida había hecho algo así. – afirmó con una sonrisa luminosa después de saludarle con un beso- ¡Es genial!

Luis no acaba de ver qué podía haber de genial en que casi acabasen la tarde en el centro de salud para que le trataran por contusiones causadas por Harry Potter y la Orden del Fénix (precisamente tenía que tirarle el más voluminoso de toda la saga).

- Nadie me había puesto tan furiosa cómo me pones tú- la sonrisa entraba en contradicción con sus palabras y él se esforzaba en entenderlo.

Aitana siendo Aitana, se cambió las zapatillas por unos calcetines, se sentó con las piernas cruzadas en la cama y sacó un trozo de pizza barbacoa. Su favorita, la de ella, la que no podía soportar, él.

Luis seguía sin tener muy claro si seguía enfadada o no.

- Significa- explicó muy despacio como si a él le faltasen un par de hervores. – Que nunca había sentido por nadie lo que siento por ti.

Algo avergonzada por la confesión se atrevió a mirarle  y comprobó satisfecha que una de las sonrisas que reservaba especialmente para ella, completas y sin pudor, había hecho su aparición. Era una sonrisa realmente fantástica. Así que se la devolvió y continuó:

- He traído pizza barbacoa porque te has comportado como un perfecto gilipollas y sé que no te gusta. Y si vuelves a hablarme así te tiró una enciclopedia en lugar de un libro.

6 años y una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora