You Shine

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Kyley-b sonrió al ver aquella figura femenina en el escenario, ella brillaba sin siquiera esforzarse, la deseó desde él primer momento en que la vio y escuchó su voz. Irene lucía aquel vestido rojo a la perfección, movía sus caderas al ritmo de la música mientras cantaba con suavidad y sensualidad, su ojos en todo momento fijos en el pelirrojo.

Al terminar su presentación no se marchó para ir directamente a su camerino, bajó las escaleras que se encontraban en el lado izquierdo y caminó hasta el pelirrojo con una sonrisa coqueta en sus labios, los hombres que la miraron pasar suspiraron desilusionados. El mafioso la miró de pies a cabeza esbozando una sonrisa.

—¿Eres el galán que me mando una docena de rosas?—Preguntó coqueta, su voz era masculina, pero a Kyley-b no le molestó en lo absoluto.

—Sí, soy yo.—Respondió rápidamente, Irene le extendió su mano y él la tomó de inmediato, depositando un beso en este.—Es un placer finalmente poder hablar contigo..

—Eres apuesto, ¿te lo dicen a diario?—Sonrió, acariciando la mejilla del pelirrojo, el tacto lo hizo suspirar.

—No.. supongo porque se enfocan más en pedirme piedad que en mi belleza.—Respondió mirando fijamente como la "chica" acariciaba los collares de oro en su cuello.

—Sí mi jefe se entera de que hemos hablado, se enojará bastante.—Habló refiriéndose a Tweek.—Pero me da igual.

Hubo un silencio por unos segundos, Kyle se resistía a poner sus manos en las caderas de Irene temiendo romperla o corromperla con su impureza, porque él pensaba fielmente que ella era un mismísimo ángel entre esa guerra de dioses y monstruos. Ella merecía más que eso, merecía más que estar estancada en aquel mugroso lugar que ofrecía servicios sexuales.

—¿Quieres dar una vuelta?—Preguntó, perdiéndose en sus hermosos ojos bicolores.

—Esperaba que me lo pidieras cariño.

La rubia guió a aquel hombre hasta la salida trasera, ella la usaba usualmente para escaparse cuando Tweek le insistía en aceptar de una vez por todas los pagos realmente exuberantes de los clientes por una noche con ella. Irene siempre se negaba, pues decía que no eran lo suficientemente buenos para ella, y también porque en su mayoría eran viejos millonarios con un matrimonio desmoronado. A los ojos de la chica eran unos perdedores, y no le gustaban los perdedores.

Irene y Kyle se dirigieron al automóvil del chico el cual lucía realmente costoso, la rubio sonrió cuando el pelirrojo le abrió la puerta como todo un caballero y se sentó. Dieron vueltas por todo el pueblo, charlando sobre cualquier cosa, Irene constantemente le decía "Judío", pero él nunca se quejó, pensó que era su forma de mostrar afecto y lo aceptó.

De repente su teléfono sonó, una llamada de Kenny lo alertó y aparcó en el primer lugar que vio vacío y contestó, al escuchar aquellas palabras su rostro oscureció y apretó el volante, Irene pensó que lucía cada vez más atractivo mientras más lo observaba, en definitiva aquel judío era un bombón.

—¿Te importaría sí hacemos una parada rápida antes de ir a cenar a algún lado?

(!)

—Te lo preguntaré nuevamente, Donovan.—La iluminación de aquella habitación permitía que a duras penas el nombrado pudiera ver el rostro del hombre enfrente de él, lucía realmente tranquilo y eso le provocaba ansiedad.—¿Dónde está mí puto dinero?

—Ya te dije, n-no sé dónde está Kyley. Déjame ir amigo, pensé que confiabas en mí dude.—Respondió con la voz temblorosa, apuntó de romper en llanto por el pánico, sabía perfectamente de lo que era capaz el pelirrojo.

Kyley-b estaba agachado para ver directamente a los ojos al castaño, suspiró sacando un cigarrillo de la caja que se encontraba en su bolsillo y lo encendió con un encendedor que también guardaba en el mismo lugar, le dio una larga calada antes de mirar al chico, expulsando el humo justo en su rostro haciéndolo toser excesivamente.

—¿Dónde está mí maldito dinero Clyde?—El chico hizo varias muecas nervioso, pero no habló.—Lo sabía.—Llevó la parte caliente del cigarrillo y lo pegó en el cuello del castaño, causando un grito de dolor.

Kenny, quién observaba todo en el fondo de la habitación le entregó a su jefe un arma cargada y lista para disparar, el pelirrojo apuntó directo a la frente de Donovan y este comenzó a llorar descontroladamente mientras maldecía.

—¡Tucker lo tiene, Craig Tucker lo tiene, le dí todo el dinero que me prestaste y las drogas! ¡Me amenazó, lo juró, no quería traicionarte! ¡Te lo devolveré, sólo dame una semana y no te arrepentirás!—Gritó desesperado, tratando de safarse de la soga que inmovilizaba su cuerpo en esa silla de madera.

—Ya te di suficiente tiempo, rata mugrosa.—Dijo molesto, colocando su dedo en el gatillo.—Primera regla; nunca seas un soplón, segunda regla; no traiciones a tu grupo, tercera regla; cuida tú maldita espalda.—Enumeró sus reglas y Clyde tembló al recordarlas.—Sabes muy bien que no me gustan los espías ni los soplones.

Al escuchar aquello, Clyde supo que ya no había vuelta atrás, pues era difícil cambiar la opción de aquel hombre tan temido. Cerró sus ojos con fuerza y escuchó el primer disparo, directo a la cabeza, Kyle bufó y palmeó un poco el hombro de Kenny, este supo que era su momento de actuar, disparó siete veces más, por mera venganza y diversión para posteriormente llamar a un amigo para que se encargase del resto. Kyle encendió otro cigarrillo y se despido de su socio, dejándolo solo en aquel almacén, al salir entró al auto y le sonrió a la rubia.

—Pensé que nunca saldrías.—Dijo Irene, haciendo un puchero, escuchó la risa del pelirrojo y sonrió inconscientemente.

—Lo siento nena, debía atender un asunto importante primero.—Explicó sin dar muchos detalles, él sabía perfectamente que Irene sabía que era uno de los jefes de la mafia de South Park, pero no quería asustarla, no quería perderla ahora que al fin había logrado acercarse.

—Oh, ¿y qué clase de asuntos son esos exactamente? Estoy intrigada, digo, tú vida parece tan interesante.—La chica lo miraba fijamente esperando alguna respuesta, Kyley-b se mantuvo en silencio.—Lo siento no deb-.

—Mi vida no es interesante Irene.—Su voz fue profunda y generó un suspiro de parte de su acompañante.—En cambio tú..

—No lo digas.

—Brillas, eres como una estrella perdida, un ángel caído.—La rubia desvío la mirada, su cuerpo temblaba ligeramente y apretaba su pequeño bolso para no llorar, Kyle se dio cuenta y tomó su mano con suavidad, proporcionándole caricias suaves con su pulgar.—¿Cómo terminaste en un lugar como ese?—Murmuró.

—Quiero regresar, llévame de regreso.—Dijo rápidamente, evitando el tema.

Kyle no quiso insistir, obedeció a la chica, el camino de vuelta fue incómodo, pero él nunca soltó la mano de la rubia, sabía que ella aguantaba el llanto, sintió una mezcla de emociones pero debía mostrarse firme, no debía perder sus cabales.

Al llegar, le sorprendió un poco la despedida de Irene, ella besó su mejilla y se marchó casi corriendo hasta la puerta trasera del prostíbulo, debía entrar sigilosamente sí no we ría que Tweek la descubriera. Kyle no se marchó hasta que la vio entrar, suspiró sonriendo, tocando inconscientemente su mejilla.

Desde ese día, deseó compartir más momentos como esos con ella, quitando los asesinatos y los prostíbulos, sólo ellos dos contra el mundo en el que vivían.

Gods & Monsters『Kyman』Where stories live. Discover now