Capítulo 34. Decepción.

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James POV'S

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James POV'S

Sé que esperan que diga que con Amanda pasé una tarde increíble llena de risas y alegría. Pues déjenme decirles... que no. Me arrepentí y no pisé un solo escalón de la entrada, regresé a casa y tomé mis cosas para salir con mis amigos.

Un lunes por la mañana...

Por fin llegó el lunes, ese día que todos detestan y desean que no existiera; ese día que te hace cuestionarte sobre si realmente vale la pena levantarse e ir a un colegio y pasar horas y horas escuchando lo que ya sabes por otros grados.

Sí, esa es la descripción del lunes. Entro en el edificio ignorando las miradas que de inmediato se posan sobre mí y escucho los murmullos de la gente al pasa por el corredor con las manos en los bolsillos de mi pantalón, me imagino que todo esto es por lo de Sheyla y yo. Ya todos lo saben y ya deberían olvidarlo, fueron tres simples meses; no es para tanto.

Pero aún así no dejan de mirarme.

—Ya, supérenlo, Sheyla y yo terminamos ¿Sí? Ya dejen el drama —me veo obligado a exclamar ya harto de los susurros a mi alrededor.

—No te miran por eso —escucho a mis espaldas, al voltear me encuentro a Zayn mirándome con lo que parece ser temor, por lo que frunzo el ceño confundido— Es por Amanda.

—Y con respecto a eso... ya dejen esos estúpidos rumores. No me gusta Amanda, nunca engañé a Sheyla con ella... —el castaño a mi lado vuelve a hablar esta vez causando que mi corazón se detenga.

—Entonces no te debe importar en lo absoluto lo que justo ahora le está haciendo Marco —murmura provocando que la ira me consuma y comience a temblar mientras respiro como un búfalo por la furia.

Todo se vino abajo.

—¿Qué le está haciendo ese maldito imbécil infeliz? —mascullo entre dientes intentando guardar la calma cuando comienzo a enfurecerme con mucho miedo de saber la respuesta.

—Ve al pasillo tres y averígualo por tu cuenta —murmura casi tan bajo que no le hubiera escuchado si hubiera bullicio, pero parece que con todo esto, las personas han quedado mudas como fantasmas.

Sin pensarlo dos veces arrojo a un lado mi mochila comenzando a correr lo más rápido que mis piernas me lo permiten con todas mis fuerzas en dirección al pasillo que da hasta los casilleros de gimnasia. El aire pronto comienza a escasear haciéndome jadear al paso de unos segundos con cada paso que doy, sin embargo no pienso detenerme ahora que estoy cerca de descubrir qué le está haciendo ese malparido desgraciado. Y por lo tanto, tengo miedo de saberlo.

Enamorando Al PlayboyWhere stories live. Discover now