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Anne

-Avonlea, ojalá esta ciudad me dé la alegría que me falta- pensó Anne Shirley-Cuthbert desde el asiento del pasajero. Ya había estado viajando al rededor de cinco horas y su cuerpo le estaba pidiendo estirarse.

- ¿Cuánto falta? - preguntó un tanto impaciente a su tío (abuelo) Matthew.

Ella tendría que mudarse con sus tíos, Matthew y Marilla, ya que su abuelo había fallecido y tristemente la muchacha no tenía con quién más quedarse. Matthew y ella siempre se habían llevado bien, aunque no se podía decir lo mismo con Marilla, a Anne le gustaba pensar que solo les faltaba comunicarse un poco más.

- No mucho, has estado muy callada, ¿Qué te sucede?- preguntó Matthew.

- Solo... no me siento muy bien- soltó Anne con una lágrima cayendo por su mejilla mientras miraba por la ventana. Extrañaba a su abuelo.

Ella decidió colocarse los auriculares el resto del camino. Necesitaba desconectarse del mundo por al menos una hora y media más.

• • •

- I wanna be yours - Anne tarareaba una de sus canciones favoritas cuando el auto se detuvo.

Estaba en un condominio bastante bonito, una casa duplex de color crema y al lado otra bastante parecida, y así una hilera de casas duplex hasta acabar la cuadra.

Matthew sacó el equipaje de Anne del maletero y lo llevó hasta adentro de la casa, con Anne siguiendolo.

Anne entró a la casa y lo primero que reconoció fue el olor a galletas recién horneadas. -Exquisito- pensó.

Su tía Marilla salió de la cocina con un delantal puesto para poder darle la bienvenida a su sobrina.

- Oh mirate muchacha! Ahora eres toda una jovencita - seguido de eso, Marilla le dió a Anne un abrazo.

Anne recordaba a Marilla un poco menos cariñosa, pero la idea de que por fin su tía y ella sean cercanas no le disgustaba en absoluto.

- Hola tía, si, he crecido bastante supongo.

- Deberías ir a tu habitación a instalarte, he estado horneando galletas y quisiera que nos contaras como ha ido tu vida- Dijo Marilla, para luego volver a entrar a la concina.

Anne subió las escaleras, Matthew le había indicado que su habitación era la única puerta del lado izquierdo, así que allí se dirigió, cargando sus maletas.

La habitación era espaciosa y de un tono amarillo pastel, a Anne le encantó enseguida. Una cama un tanto grande se encontraba apegada a la pared del lado izquierdo y junto a ella un pequeño velador. En frente de la cama se encontraba un espejo y al lado un armario.

Todo eso le encantó a Anne, no podría estar más agradecida. Pero lo que más le gustó fué el balcón que se encontraba justo en frente de la puerta. A ella le gustaba mucho el aire fresco así que ese balcón era de bastante provecho.

• • •

Anne había terminado de instalarse y ahora se encontraba sentada en la mesa del comedor charlando con sus tíos.

- ¿Y si sales a dar un paseo por el condominio? - Dijo Marilla - podrías conocer un poco a los vecinos.

- Eso creo, además un poco de aire fresco no me haría mal - Dijo Anne, comiéndose el ultimo pedazo que le quedaba de su galleta.

Anne dió las gracias y subió a su habitación para poder arreglarse un poco. Se puso un vestido negro lijero y unas botas. Se peinó el cabello en una trenza a un lado y decidió que saldría así.

Ella vió el pequeño parque que se encontraba dentro del condominio y decidió ir allí. Cuando llegó se sentó en el columpio y se balanceo, pensando en su abuelo. No había pasado ni un mes desde su partida y Anne ya lo echaba demasiado de menos, aunque la reconfortaba el pensar que ahora el estaba en alguna parte junto con su abuela y sus padres. Cuidandola.

Anne miró al cielo, el sol se estaba escondiendo, a ella le pareció una oportunidad magnífica para sacar una foto. Sacó su telefono y capturó ese maravilloso atardecer.

• • •

Había pasado aproximadamente una hora desde que Anne se sentó en ese columpio. Le empezaban a doler las piernas así que optó por regresar a casa.

En el jardín de su casa vio una hermosa margarita y, aunque con un dolor en el corazón por cortarle la vida a esa pobre flor, la arrancó para acto seguido colocarla detrás de su oreja.

Anne subió las escaleras, y se encerró en su cuarto.

Salió a su balcón a admirar las estrellas. -Podría acostumbrarme a esto- pensó, agarrando la flor que antes se encontraba detrás de su oreja.

-Por favor, tú estrella que más brilla en este oscuro pero hermoso cielo, haz que pueda encontrar a mis verdaderos amigos aquí. Me gusta ver éste trágico momento en mi historia como un maravilloso reinicio, ser optimista es mi fuerte supongo- dijo Anne, jugueteando con la flor. Después ella cerró los ojos y respiro profundamente, relajándose un poco antes de irse a dormir.

Gilbert

Gilbert Blythe, el chico más guapo e inteligente de su grado, se encontraba recostado en su cama, chateando con su amigo Moody Spurgueon cuando escuchó una voz que venía de afuera.

El salió a su balcón curioso, a averiguar de quién era esa suave voz, ya que no recordaba haberla escuchado antes.

Lo que vió lo dejó impresionado.

Afuera del balcón junto al suyo, se encontraba una chica de tez pálida, pecosa y de pelo rojo hablando con Dios sabe quien, sosteniendo una pequeña flor en sus manos. Gilbert la vió con una mezcla se extrañez y perplejidad. Una sola palabra se le vino a la mente al verla.

Hermosa.

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05/08/18

I Wish | ShirbertМесто, где живут истории. Откройте их для себя