22.

4.4K 380 606
                                    

Enrique

Ya habíamos llegado de comprar los trajes, pero antes de hablar con Justin le tenía que decir a Angélica lo que estaba pasando.

Caminé hacia la sala y la encontré sentada en el sillón leyendo un libro, milagro y no está viendo series...

—Angélica — hablé para llamar su atención, sus ojos me miraron y luego regresaron al libro.

—¿Sí?

—Necesito hablar contigo sobre algo— cerré su libro y lo puse en la mesa de centro.

—¿Qué rayos?— miró el libro que ahora estaba en la mesa de centro y luego me miró a mi—¿Tan importante es?

—Mucho, de hecho...

—Pues habla, ya me quitaste mi hermoso libro, ahora habla— dijo y se quedó en silencio esperando una palabra o frase mía, que llegó después de unos largos cinco minutos de silencio.

—Verás, cuando fui a Canadá...

—¿Te enamoraste del primer ministro?— dijo seriamente y luego soltó una risa y ahí me di cuenta que lo había dicho en broma.

Yo comencé a reír con ella incómodamente y eventualmente las risas cesaron y llegó el silencio, hasta que ella lo rompió.

—Entonces... ¿Qué es?

—Cuando fui a Canadá me enamoré de alguien...

—Ah sí, uuh— sonrío sinceramente para luego seguir hablando.— ¿Cómo se llama?¿Está bonita?

Y otro silencio se formó.

Suspiré.

—Es bonito...

Su cara cambio de una serena a una de sorpresa.

—¿Te gustan los hombres?— la curiosidad se escuchaba en su voz.

—No lo sé, sólo me ha gustado él.

—Ayyy, Enriquito ya está creciendo— apretó mis cachetes con fuerza y yo puse una mueca.— ¿Cómo se llama tu novio?

—Eh, Justin

—Uh, ¿si es tu novio?

—Sí — respondí mientras que asentía a su pregunta.

—¿Y en qué trabaja?

—Es político en Canadá...

—Ah...— agachó un poco la cabeza.

De repente la vi buscar algo en su celular y me miró con sorpresa.

—¡¿Eres novio del primer ministro?!

—Sí, un poco mucho, sí , sí.

—¡Me dijiste que no!

—¡Yo no dije que no!— le reclamé con la voz en un volumen alto.

—Cierto— dijo después de pensar en lo que había dicho.— Pero ¿estás dañado de la cabeza?

—Vendrá mañana, pasará Navidad aquí y lo invité a la boda de Raúl...

—Pregunto de nuevo... ¿Estás dañado de la cabeza?— habló con voz fuerte esta vez.

—Sé que es un poco loco, pero sólo poco, su esposa ya sabe y por su parte lo apoya, no creo que esté mal.

—De hecho no está mal...— una pequeña pausa se formó y asentí a sus palabras.— pero ¿por qué no me lo habías dicho?

—Hoy nos volvimos novios...

Amor sin fronteras. [Enrique Peña Nieto & Justin Trudeau]Where stories live. Discover now