El Sicario Sentimental

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      En lo que espero busco en el periódico a ver si encuentro la esquela de mi muerte. Jennifer me vacila mucho con eso. Dice que estoy como los viejos, que cuando abren el periódico lo primero que buscan son los muertos. A lo mejor es por eso, mañana precisamente cumplo 24 años. Un año más y ya soy un viejo. Creo que esta manía de buscar las esquelas la cogí después de ver en televisión esa película The Six Sense en la cual al final el hombre descubre que en realidad estaba muerto y no lo sabía. No encuentro ningún Jayson en las esquelas. Mañana la que saldrá sin falta será la de Michael. Son las nueve de la mañana, así que de un momento a otro bajará a desayunar. Esperaré a que termine y entonces lo enfriaré. Será mucho antes del mediodía por lo que habrá tiempo suficiente para la publicación. Ha empezado a llover. Es una mañana soleada pero se ve el agua caer. No es lluvia muy fuerte, pero parece persistente. Me preocupo que de alguna manera pueda afectar la salida del hotel. Miro al redondel en la curva y veo el Corolla negro. Me imagino a Jairo ansioso adentro. Se ha encabronao un poco porque no quise usar su glock para el trabajo. Me siento mejor con mi taurus, le dije... después de todo una alimaña se mata hasta con flit. Cuando te llame por el celular prende el carro. No me contestó.

      En el mismo momento en que el mozo me sirve el café (nunca como fuerte cuando trabajo) lo veo bajar las escaleras. Hacía años que no lo veía. Lleva unas gafas Ray Ban Clubmaster y un traje crema. Ha aumentado de peso desde la última vez, pero no tengo ninguna duda que es él. El mozo se le ha acercado y le señala una mesa vacía. Él le dice algo que no escucho y se sienta en otra mesa más grande y cercana a la mía. Ahora examina con detenimiento el menú de desayuno. Todavía no me ha visto, aunque no me reconocería. Han pasado ya diez años. Además, me he recortado la melena y afeitado la cabeza. Me palpo la taurus debajo de la camisa. He estado tan distraído observándolo que no la he visto llegar hasta el momento que invade mi campo visual. Una niña rubia de unos 8 años se ha sentado en su mesa. Él ha dejado de mirar el menú, le da un beso en la mejilla y le acaricia el cabello. Le dice algo. La niña se entretiene con algún objeto sobre la mesa y ni lo mira. De repente levanta la vista y por un segundo se cruza con la mía regresando pronto su atención al tope de la mesa, ajena al sobresalto que me ha producido su mirada. La misma mirada de Alexandra, me he escuchado decir. Me doy cuenta entonces que la niña ha distraído peligrosamente mi atención, pero no puedo evitar pensar qué habrá sido de Alexandra. Casi me siento tentado a acercarme ahora a su mesa y encañonándolo con la taurus en la cabeza preguntarle. Cuando caí preso me fueron con el chisme de que andaba detrás de ella, así que algo debería saber. Me toco la taurus debajo de la camisa y siento un escalofrío. Nunca antes me había pasado. Miro hacia el redondel. Ha dejado de llover pero veo al Corolla con las luces encendidas. Se lo dije bien claro a Jairo, no prendas el carro hasta que te llame. A saber cuánto tiempo lo lleva prendido. El cabrón va a llamar la atención de los del valet parking. Me levanto lo más disimulado posible. La niña come su cereal. Michael está hablando por su celular. Ahora me ha visto pero no me ha reconocido. Doy un rodeo para evitar pasar cerca de su mesa. Salgo al redondel y camino en dirección al Corolla.

       Se oye una ráfaga de detonaciones que rompe el silencio de la mañana. Los pájaros de alborotan en los árboles. Cuando cesa el estruendo, el silencio se hace como más profundo.

       A la mañana siguiente el hombre del traje crema abre el periódico en la misma mesa. La niña a su lado le unta mermelada de fresa al pan. El hombre le acaricia el cabello mientras lee la esquela: Jayson Ortiz Morales RIP 1984-2010

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⏰ Última actualización: Aug 06, 2018 ⏰

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