Girl next door.

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Girl next door.
Gruvia.

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Sabía que probablemente no estaba bien, pero no podía evitarlo. Tampoco le hacía daño a nadie, así que no encontraba razones para dejar de hacerlo.

Allí, en su apartamento, de puntillas junto a la puerta y su ojo pegado a la mirilla se hallaba Juvia, haciendo lo que acostumbraba hacer a esas horas de la mañana desde hace dos semanas: observarlo.

Al otro lado del pasillo, casi ajeno a la presencia que tan animosamente lo observaba, estaba Gray cerrando su puerta y preparándose para ir a trabajar.

—¡Buenos días, Gray-sama! —escuchó detrás de él, y no necesitó voltear para saber de quién se trataba.

Como cada mañana, era Juvia.

—Buenos días —saludó de vuelta.

—Gray-sama despertó temprano hoy.

Y lo había hecho, aunque ninguna relación tenía eso con esquivarla, por supuesto que no. Juvia había adoptado una costumbre, al menos a esa conclusión había llegado él, cada mañana, de algún modo se las arreglaba para salir de su casa a la misma hora que él y darle los buenos días.

De principio lo creyó coincidencia, pero eventualmente, cuando incluso por alguna razón él se retrasaba y ella igualmente estaba allí, terminó por concluir que ella lo esperaba.

No le molestaba a decir verdad, Juvia sabía acoplarse a su mal humor matutino, apenas saludando y caminando con él en silencio, con alguna cuestión ocasional hasta la entrada del edificio, donde cada quien terminaba por seguir su camino.

Juvia cuidaba niños, así que en realidad no tenía que salir tan temprano, pero acostumbraba ir a la biblioteca por las mañanas o eso le había dicho. Igualmente, cuando no tenía nada que hacer, se levantaba a saludarlo de todas formas.

—No dormí —confesó—, tenía entrega de un trabajo para la universidad.

El rostro de la chica cambió, casi espantada. Estaba preocupada.

—Pero no te preocupes —se apresuró a decir—, trabajo...

—Media jornada. Gray-sama sale a las doce hoy y llega a su casa doce y cuarenta y cinco —completó Juvia.

A él ya eso ni le sorprendía.

—¿Gray-sama desayunó?

—¿Eh?

—Si Gray-sama desayunó.

—Ah eso —dudó—, bebí un café.

Mucho café de hecho, y unos cuantos cigarrillos aunque le pesara aceptarlo.

—¡Eso no es alimentarse! ¡Gray-sama debe comer mejor!

—Sí, bueno, no tengo tiempo —admitió y se volteó para encaminarse a la salida—. Pero prometo alimentarme mejor la próxima vez.

Ella lo detuvo.

—¿Qué va a almorzar Gray-sama hoy?

El chico volvió a dudar. Generalmente, compraría algo en su trabajo, pero al tratarse de un día libre...

—Un sandwitch probablemente.

—¿Un sandwitch?

—Sí. Juvia, tengo que irme...

—Juvia le preparará el almuerzo.

—No tienes que, puedo cocinar, es solo que...

—¡Juvia lo hará con gusto! No es ninguna molestia, además, Gray-sama ya ayudó a Juvia, y Juvia quiere devolverle el favor.

—Ya te dije que eso no fue nada.

Ella negó.

—Gray-sama es la primer persona que ayudó a Juvia, así que ella quiere ayudarlo.

—Bueno, en ese caso. Pero no tienes que pagarme nada, para eso están los amigos —soltó sin pensar, pero estaba bien. Juvia bien podía ser eso, una amiga.

La chica enmudeció y graciosamente sus mejillas se tiñeron del más fuerte carmesí.

—Eh... eh, Juvia lo ve después Gray-sama —anunció, dedicándole una rápida y extraña reverencia, preparándose para entrar a su apartamento—. P-por favor espere el almuerzo que le preparará Juvia cuando llegue.

Dicho eso, se metió rápidamente a su apartamento, dejando a un perplejo Gray afuera.

Esa chica, era definitivamente rara.

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—571—

—Gracias por leer—

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⏰ Last updated: Aug 09, 2018 ⏰

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