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Después del acto sexual, normalmente, nos quedábamos dormidos, nos fumábamos un cigarrillo o tal vez me despedía y me iba a la ducha.

Pero con él para mí era imposible hacer eso.

Yo me sentía obligado a invitarlo a la ducha.

Tenía la necesidad de bañarlo, para así ver como el agua se deslizaba por todo su cuerpo, para admirar como las burbujas de jabón iban decorando su perfecta figura, su espalda, su torso, sus piernas...

Para mí él era perfecto.

Era ahí en ese preciso momento, cuando yo me daba cuenta, que él era mucho más que un simple prostituto en mi cama.

Él sabía cómo seducirme y complacerme sexualmente, pero codiciarlo, admirarlo, verlo, era algo totalmente diferente.

Era verdaderamente, tener intimidad con él.

Para mí invitarlo a pasar a la ducha era la excusa perfecta para seguir tocándolo, para hablar, para jugar, para verlo sonreír, para llevar esa química que nos llevó a la cama a otro nivel.

Me había enamorado de él.

Ahí estaba él vistiéndose para irse, nuestra última noche juntos.

Desde qué me contó que quería estudiar, todo se derrumbó, ya tenía que vivir con el dolor de que otro hombre lo tuviese de la misma forma que yo, pero ahora no lo vería más.

— ¿Estás seguro? — Me inclino en las almohadas para sacar el dinero de la billetera.

— Sí, bastante — Se sienta a la orilla de la cama —. No me mal intérpretes, amo servirte, pero debo tener una vida normal, estudiar, ser alguien en la vida, así como estoy no lo conseguiré.

Yo quería dársela.

Una parte mí quería comprarle cuantas cosas quisiese.

Pero no podía, él no me amaba de la manera que yo lo hacía.

Para él yo era un simple cliente más.

Para mí la única persona que había podido tocar mi corazón.

— Lo entiendo perfectamente, te deseo lo mejor — Le doy el fajón de billetes.

— Gracias, debo admitir que eres de mis clientes favoritos.

Sonriéndome por última vez, si tan sólo supiera que esa sonrisa me mata y acelera mi corazón.

Se levanta de la cama y guarda el dinero en la chaqueta que le había dado el tercer día que me acosté con él.

— Adiós — Alza su mano abriendo la puerta.

— Adiós — Digo mientras veo que desaparece.

Escucho la puerta principal cerrarse.

Ya se había ido.

¿Qué era de mí ahora?

No me siento capaz de buscar a alguien más, no hay nadie como él y de eso estoy seguro.

Tan patético, enamorado del hombre al que le pagaba por sexo.

Y era aún más patético, para todos yo estaba en una relación con alguien, al menos eso decía para referirme a Erick.

Era la gran mentira, pero yo quería que fuese realidad.

Di un gran bostezo antes de levantarme a abrir las cortinas, la cuidad se veía aburrida y gris o al menos yo lo miraba de esa manera.

[···]

Mi cabeza me estaba matando, daba vueltas y vueltas tratando de acomodarme entre los cojines, deje de moverme después de un calambre llegara a mi pierna izquierda.

¿O no? | Joerick OSحيث تعيش القصص. اكتشف الآن