1

55 1 0
                                    

   Una vieja mirada estaba clavada en el techo, puede que haya estado ahí hace unos segundos, minutos, días, semanas, meses... años. El tiempo parecía ya no importar, aquellos días de grandeza ya se habían ido hace tiempo. El temporal tampoco era el mejor, el Sol se veía opacado por nubes grises y lúgubres, aunque todas las ventanas estuvieran cerradas, se sentía el frío del exterior, cualquiera que esté descalzo se enfermaría en un chistar. Aun así, el exterior tenía mucha más vida que la endeble habitación, se podía ver incluso desde la distancia de la cama y restricción de la ventana. Se podría deducir incluso con los ojos cerrados; la chimenea estaba apagada << ni siquiera tenía leña dentro de sí, sólo ceniza>>, a su lado había un grupo de velas, todas completas sin siquiera haber sido encendidas y un estante de libros justo detrás de la cama, cada libro estaba un poco apretado y la estantería por sí misma era lo suficientemente grande como para, incluso en los días más soleados, dar sombra a la cama.

    La vieja mirada cambia de dirección. Está acostada en la cama por lo que era inevitable ver la estantería y los libros desaparecientes al ojo por la distancia y falta de luz, es casi un abismo incompresible, pero un libro al tope de todo se asoma. Su posición y luz externa lo hacen visible, un sueño alcanzable hasta para un ser que al cerrar los ojos sólo veía lo negro.

    La memoria le fallaba, no recordaba que ese libro se asomase ayer, o hace un mes; no recordaba qué libro era aquel y no recordaba si había leído ese libro, pero algo, finalmente, parecía aclararse en aquella senil y débil mente: quería aquel libro. Puede que fuese por un egoísmo pueril o por ser la única oportunidad de aferrarse a la vida, alzó su escuálida mano, donde cada dedo lucía como un lápiz, en dirección al libro divergente.

    Estira la mano. Se expande ridículamente. La enfermedades han hecho lo suyo, tanto que podría hacer malabares con el Sol y la Luna, pero sigue sin alcanzar el libro.

    Alguien toca la puerta, pero no le presta atención. Otra vez tocan la puerta, más fuerte y por más tiempo, el golpe hace que el libro se mueva un poco, no se podría decir si has sido para dentro o fuera, aun así, el anciano se estira un poco más. Un tercer golpe, el estiramiento le causa dolor de espalda al anciano, por lo que se rinde con alcanzar el libro y baja la mano; acaba de salir el Sol y el golpe ha hecho al libro caer. Cae a un lado de la cama. El impacto contra el suelo es seco y se siente hasta en la planta baja.

   Él suspira resignado.



    Un último, cuarto, golpe se siente, está lleno de impaciencia y, en cierto grado desesperación.

    – ¡Ya voy, ya voy! ¡No echen la casa abajo!

    Grita la joven voz de un hombre, al otro lado de la casa, viéndose obligado a terminar sus actividades de forma rápida para atender a las imperantes visitas. Un frasco cae y deja escurrir su líquido contenido, lo limpiará después, sólo se preocupa de cerrar la puerta para que así las visitas no lo noten, cierra con llave, por si acaso.

    Tomando en cuenta el ritmo de los anteriores, ya debería haber un quinto golpe a la puerta, pero reina el silencio. La caída del frasco no hizo tanto ruido, es imposible que se hayan callado por preocupación ¿Se habrían ido? El joven lo considera y, estando frente a ella, duda en abrir la puerta, abrirle la puerta a unas visitas que no existen es tonto. Se queda ahí, escuchando, buscando alguna señal de vida... pero nada lo da. Se da la vuelta y piensa en cómo va a limpiar ese desastre provocado en vano, y lo hubiera hecho, de no ser porqué escuchó un estornudo, uno nítido y débil, casi se podría confundir con el sonido natural del viento. Avergonzado, el joven abre la puerta y se prepara para disculparse, pero se queda corto de palabras al ser recibido por una mirada fría y enigmática, la única emoción que parece haber pasado por ahí es furia, la de hace unos momentos.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Aug 12, 2018 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Teaching Feeling: La Vida Especial y la Vida General.Where stories live. Discover now