Capítulo 4.

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Quiero que me quieras como nunca me has querido, que me ames como nunca lo has sentido. Me siento extraña al no recibir nada a cambio, solo tu silencio y unos besos de engaño.

Siento que alguna vez sí me quisiste pero necesito explicarme a mí misma cómo fue posible que me dejaras de querer de la noche a la mañana. Fue muy rápido, tan rápido que todavía sigo sin procesarlo del todo.

-Adiós, Mía. – un portazo de escuchó y me quedé sin habla, sobresaltándome. Jadeo sorprendida y cuando quiero darme cuenta, el silencio y el vacío me llenan. Camino rápido hacia la puerta y cuando la abro, no encuentro nada. Ya no estás. No perdiste el tiempo en irte.

Mentiría si no dijera que ese momento lleva reproduciéndose en mi mente sin cesar. Cuando cierro los ojos, lo visualizo y solo quiero gritarme que vaya detrás de ti, pero te fuiste tan rápido como sopla el viento en una tormenta. No sé dónde estás, no sé qué ha pasado.

Mis pies se mueven arrastrándose lentamente sobre el asfalto mojado. El frío helado me hiela el cuerpo y tirito sin cesar, pero no puedo parar mi búsqueda. Siento algo extraño en mí que todavía me pide seguir buscando, no solo a ti, si no a lo que te rodea.

Voy inmersa en mis pensamientos, no hago contacto visual con todas esas personas que pasan por mi lado con prisa. Desde que te fuiste no he vuelto a hablar con nadie, siento un nudo en la garganta todo el tiempo. Desde que te fuiste no he tocado a nadie más, no lo necesito. Lo que necesito es tocarte a ti y acurrucarme en tus brazos.

Mis pensamientos solo hacen que dañarme más y más y no sé cuánto podré aguantar sin hundirme totalmente.

Levanto la mirada levemente y te veo, pero ya no sé si estoy soñando o es esta la realidad.

Ríes, estás riendo mientras hablas por teléfono. Me quedo quieta, no sé qué hacer. Siento mucho frío y estoy inmovilizada. Quiero correr hacia a ti, gritar tu nombre pero se me hace imposible, parece que tenga los pies fijos en el firmamento y no puedo avanzar ni un solo paso.

Te observo desde la lejanía casi sin parpadear por miedo a que en un movimiento de abrir y cerrar los ojos, te marches y no vuelva a verte nunca más.

Comienzas a andar en mi dirección sin mirar a tu alrededor. No sé lo que está pasando, pero quiero que aceleres el paso y te lances a mis brazos, aunque sé que no me has visto.

Estás tan cerca que me llega el olor de tu perfume y el olor a detergente de ropa que siempre me ha gustado tanto.

Una lágrima desciende por mi mejilla y chocas contra mi cuerpo. Caigo al suelo y siento un fuerte golpe que recorre todo mi cuerpo. Entonces despierto. Todo ha sido un sueño, aunque parecía todo muy real.

Lo que siento por ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora