Capítulo 2

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Un joven maestro corría en la lluvia para dar su clase, sus pies chocaban entre si cada que quería esquivar un charco de agua y aunque fuera por las partes techadas terminaría mojandose. Si seguía a este paso el rey se enfadaría con él o peor su alumno lo sobornaria para que le pusiera buenas notas amenazándolo con decirle al rey de su retardo.

Kim Baek Ah

Describirlo sería algo para lo que tendrían que emplearse palabras que ni siquiera existen pero por un lado fácil de decir él era de una personalidad sabía y tranquila. Su rostro reflejaba felicidad no solo íntima si no para cualquiera que lo haya visto, podrías asegurar que una sonrisa se había formado en su rostro con tan solo verlo o pensar en él. Aparte de ser maestro particular del príncipe le dedicaba su tiempo libre a la medicina, otras partes las pasaba en la enfermería pública y donando bienes a los pobres y muchos acostumbraban a verlo en la biblioteca con algún libro. Quien lo escuchaba hablar pensaría que se trataba de alguien mayor pero en verdad sólo tenía 19 años, sus palabras sabias hacían a las personas pensar en lo que realmente era y no lo que les hacían creer. Con solo esos años se había ganado el respeto de la gente y el honor a la familia Kim. Todo lo que tenía se lo había ganado con su esfuerzo, sabiduría y amabilidad. Muchas personas lo querían como rey pero no le interesaba el poder, siempre respondía lo mismo:"El trono es un lugar al que es difícil llegar para alguien como yo. Pero aún más difícil es escapar de el al sentir la soledad en la que se encuentra. Las personas que piensan en llegar ahí no les importa el modo, pueden destruir familias, matar a los que estén a su paso pero al estar ahí se vuelven locos".

Por la parte física él era alto, parecía haber cobrado vida de alguna escultura. De cabello negro, tan oscuro como sus ojos igual negros pero con un brillo especial. Con una sonrisa hermosa para quienes tenían la suerte de verla. Un rostro de porcelana con ojos grandes para tratarse de alguien de Coryeo. Podrían asegurar que había salido de alguna historia fantástica.

Un ser increíble...

Tan irreal...

Tan perfecto...

Muchos nobles lo habían querido comprometer con sus hijas, pero él rechazo todo. Incluso su madre le presento a una chica con buenos modales, de una buena familia y agradable pero él la rechazo por qué según sus palabras si se comprometía con alguien debía de estar seguro de que esa persona seria a la que pudiera ver todos los días y decir en voz alta que la amaba. Y dar a sus defectos una flor cada mañana.

Después de dar clases tenía que acompañar a su hermana en el ritual de las almas. Definitivamente este día era de los que más había tenido ocupados en este mes.

Por fin. Llegó unos minutos retardado a la clase.

Entro por el pasillo caminando hasta una sala y dejando sus zapatos fuera.

— Maestro Kim —aviso a la dama de la corte.

— Su alteza, el joven Kim ha llegado —anuncio una dama en voz alta y con la cabeza gacha.

Hubo un pequeño silencio donde al parecer el príncipe pensaba las palabras para recibirlo, seguro diría:— Si mi padre se entera de esto... —fingiendo desinterés—¿Qué te parece un trato?, ¿maestro, alumno? —con su típica sonrisa engañosa.

— Hazlo pasar —se escuchó desde lejos.

Él joven fue abriendo las tres puertas para llegar a la sala donde le daba clases particulares al príncipe.

Abrió la última puerta e hizo una notable reverencia, luego camino con los brazos cruzados frente a sí y se sentó en un pequeño cojín.

La mirada del príncipe estaba clavada en él con una sonrisa de suficiencia que nadie hubiera dudado que estaba de buen humor y una de las posibles razones: la tardanza de su querido y adorado maestro.

In Other Life and Now (Pausada)Where stories live. Discover now