Kari Kari o Condenado, el miedo tiene para elegir

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Los seres maléficos que pueblan el imaginario boliviano son muchos. Basta mencionar uno para que viejos y jóvenes saquen a relucir los temores acunados por los padres a modo de moraleja.

La oscuridad de la noche —mejor si llueve— es propicia para que los abuelos desempolven a los personajes de horror nacidos en Bolivia. El origen de muchos trasciende generaciones: se pierde en el mundo prehispánico o se moraliza con lo católico. 

Las entidades maléficas, como las llama el investigador Milton Eyzaguirre, del Museo Nacional de Etnografía y Folklore, no son malos en el mundo andino. Son los habitantes del Mankapacha (el mundo de abajo), con cualidades duales. El catolicismo las despojó de su rostro benéfico ligándolas con lo diabólico.

El tema se investigó poco, dice Eyzaguirre. Él recogió datos que dan pauta del complejo mundo de esos seres que asustan aquí y allá y que —como observó este diario— son parte de una memoria colectiva. Memoria no sólo de campesinos sino de citadinos, incluso de los jóvenes.

La gama reunida por Eyzaguirre está encabezada por el Anchanchu, un ser que chupa la sangre del corazón o de los labios de la gente. Se lo representa como un viejo o jorobado o gordo, con pelos en las plantas de los pies. Suele estar cerca de los sitios arqueológicos. En otros lugares asume la forma de un animal. Como el Kari Kari o Karisiri —que saca la grasa de las personas—, tiene que ver con esos habitantes del Mankapacha que se roban el alma o ajayu. "En el campo, se cree que la gente tiene hasta 10 almas, otros dicen que las mujeres tienen siete y los varones tres. Siendo tantas son robables, hasta que se llega a la última y entonces hay muerte".

También están los japiñoños o especie de duendes disfrazados de mujeres bellas para seducir a los hombres. Éstas tienen relación con las sirenas o llallaguas "que suelen perseguir a los kusillos, símbolos de la fertilidad, para seducirlos. Si los atrapan, los matan", dicen las creencias y mitos.

Muy frecuentes, en otra categoría de espanto, son las cabezas volantes. "Pertenecen a gente asesinada. Por la noche buscan de sus victimarios y muerden. Si el día las sorprende se esconden en el cuerpo de los animales".

La siguiente es una relación recogida de vecinos del país.

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