Peces de la luna

1.7K 207 293
                                    

Estamos ya en 2k, lo que me hace muy feliz :3 gracias bbs

También quería darle la bienvenida a los nuevos lectores ¡Espero que les guste la historia!

🔥

No supo a que hora se había quedó dormido.

Zuko permaneció despierto hasta bien entrada la noche, terminando los últimos detalles que aún debía de preparar para el festival. Estaba tan centrado en ello, que ni siquiera midió la hora.

En algún punto, el sueño y la realidad comenzaron a mezclarse hasta volverse confusos, atrapando al joven príncipe por completo.

Debió haberse quedado dormido sin darse cuenta.

Despertó al sentir el rígido suelo de madera bajo su cuerpo y no la familiar comodidad de su futon.

Sus músculos se sentían totalmente agarrotado; él nunca había dormido sobre algo que no fueran sedas costosas y cojines elegantes.

Fue abriendo los ojos de poco a poco, listo para comenzar a quejarse, pero todas las protestas murieron en su garganta antes de ser pronunciadas.

Aang estaba dormido a su lado.

Zuko no pudo estar más que asombrado.

Justo cuando intentaba mantenerse alejado de él... «Tiene que ser una broma.»

La poca distancia entre ellos era suficiente para considerarla como muy íntima; el monje estaba acurrucado junto a su pecho, con la cabeza reposada sobre la larga manga de seda de la túnica del príncipe.

Era una situación comprometedora.

¿Cómo habían terminado así?

«Debió haberse movido luego de dormirse.» Zuko estaba inmóvil, con la incomodidad a flor de piel.

Sabía que debía apartarse antes de que el otro despertara, pero aún así durante un segundo deseo no hacerlo.

Se sentía muy cómodo para apartarlo.

Para empezar, ¿por qué tenía que hacerlo si lo estaba disfrutando?

La estancia se encontraba aún algo oscura, afuera apenas comenzaba a despejar el cielo, pero la distancia le permitió ver los detalles del rostro de Aang.

Realmente se perdió en aquel apacible y relajado semblante. Trasmitía más tranquilidad y paz que todas las sesiones de meditación que Zuko hubiera tomado en la vida.

La respiración calmada hacia subir y bajar su pecho con suavidad, el único movimiento de su parte. No había una sonrisa en la cara del monje, tampoco ninguna mueca o gesto, permitiéndole apreciar lo joven que era su rostro.

Tenía rasgos algo finos para ser un chico, pero Zuko lo encontró sencillamente encantador. Recordó cómo lucía con cabello la primera vez que lo miro; la mata de revuelto cabello marrón le daba un aspecto totalmente diferente, tal vez más maduro y ocultaba también que tenía unas orejas de tamaño considerable.

—Con orejas tan grandes y aún así no escuchas nada —comentó Zuko entre murmullos, aunque no esperaba una respuesta del contrario.

Su nariz también era algo respingado, con una lluvia de pecas salpicándola, invisibles a la distancia pero evidentes en la cercanía; Zuko perdió la cuenta de ellas al llegar a veinte.

Luego reparo, por supuesto, en la parte más terrible.

Los labios de Aang eran más gruesos que los suyos, generosos en realidad. En ese momento estaban un poco separados entre ellos, revelando el estado de inconsciencia del menor.

Dragon heartWhere stories live. Discover now