Capítulo VIII

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La rubia bajo la mirada a la mesa sin comprender que era lo que acababa de suceder, y luego volver a ver al peliverde. El resto lo veía igual, no lo veían capaz de hacer eso para que alguien más no pasara hambre. Pero el peor de los semblantes en esos momentos no era el de Silas, sino el de Free. Ya presentía cuáles eran las intenciones del chico para conquistar a su hermana. No quería que ella se alejara de él por un muchacho que, es probable, le rompa el corazón.

El peliverde comenzaba a sentirse un poco incómodo, no lo soportaba. Refunfuño entre dientes a la vez en que se incorporaba de su asiento.

—Debo irme...— y, con sus manos en los bolsillos de su pantalón, y escondiendo su cabeza entre sus hombros, salió de la cafetería para ir a parar en los pasillos, sin saber a dónde dirigirse. Entrenar no le vendría mal.

[...]

En toda la tarde, _____ de la Hoya, no dejaba de ver a Silas, en las pocas ocasiones que se le brindó. Se sentía extraña cerca de su presencia, era algo nuevo que sentía en toda su vida. Desde que lo conoció, todo nuevo le pasaba.

Ya de noche, estaba caminando por el bosque a la luz de la luna, con serenidad. Todo estaba calmado a esas horas de la noche. Su hermano, se hayaba durmiendo en su habitación. Ahora no tenía miedo de estar allí, porque su alrededor era alumbrado. Al no poder dormir, debía agotar sus energías lo más pronto posible antes de que se hiciera más tarde y, al día siguiente, se quedará dormida.

Se detuvo al escuchar un ruido que se acercaba a ella lentamente. Se volteó en esa dirección sin expresión alguna mientras lo veía aparecer de entre los arbustos. Era Silas Karlisle. Este, frenó su andar a unos metros de la chica sin sacarle la mirada de encima, como si fuese la primera vez en que la veía.

—¿Qué haces aquí tan tarde?— preguntó la rubia.

—Eso mismo quisiera saber de ti...— dirigió sus manos a sus bolsillos.

Suspiró pesadamente a la vez en que  desviaba su mirada al cielo estrellado —No logró conciliar el sueño— contó.

—Entonces estamos igual— dijo haciendo un mohin con sus hombros el peliverde.

Y el silencio comenzó a reinar. Ambos se sentían incómodos, pero no del todo. Silas intentaba no dirigirle la mirada a la muchacha que tenía enfrente. Quería hacerlo pero temía que justo en ese preciso momento ella lo viera a él. No le agradaba la idea de ser pillado de esa forma.

Los pensamientos de la rubia estaban fijos en el blader. Tímidamente, alzó su mirada a verlo como se hayaba. Se lo veía nervioso, se notaba. Decidió ver a otro lado a si no seguir incomodandolo. Suspiró pesadamente a la vez en que dirigía su mano a su cadera a sacar a su Beyblade, Twister Wyvern. Pensaba que era lo único que tenía para distraer su mente en esos momentos, porque últimamente no dejaba de pensar en el peliverde.

Él notó lo que ella había hecho. Alzó la mirada un poco y vio el objeto que sostenía. Y recordó cuando perdió ante ella. Sentía irá a tal recuerdo de haber sido vencido, pero no del todo al tener esos sentimientos hacia la rubia.

Se puso recto y la vio con el ceño fruncido, quería arreglar eso. _____ lo miró un poco a la vez en que él sacaba a su Bey y se lo enseñaba.

—Quiero la revancha de cuando nos conocimos.

—¿Sabes que el resultado va a haber el mismo que esa vez?— le respondió ella con tranquilidad.

No le agradó eso de su parte, tenía que hacer algo —¿Y si no es así lindura?...— dijo coqueto a la vez en que sonreía de lado.

Ese acto de parte de Silas la sorprendió, abrió sus ojos a la vez en que se sonrojaba un poco y se ponía nerviosa. Ya no le gustaba que la llamara así.

—Y-yo... T-te venceré como esa vez. Y-ya lo verás— tartamudeo un poco incomodada.

El peliverde estaba logrando su objetivo de hacerla caer primero a ella en sus redes. Rió de forma coqueta.

La chica apretó un poco sus puños y se dió media vuelta para comenzar a caminar. Eso lo extrañó un poco, haciendo que le preguntará y por más obvia que fuera su respuesta de que no jugarían en el césped, no dejaba de sentirse incomoda.

Al llegar a un viejo estadio de Beys, que lo utilizaban los hermanos de la Hoya para entrenar combates. Ambos se posicionaron a los lados. Pero el chico detuvo todo.

—Pero primero... ¿Qué tal si hacemos una apuesta?— sonrió de costado.

—¿Qué tipo de apuesta?— preguntó ella sin entender a que venía todo.

—Si yo gano harás lo que yo te diga, y si tú ganas yo haré lo que tú quieras ¿Trato?— extendió su mano a la vez en que se colocaba a un lado de ella sin borrar su sonrisa.

_____ lo analizó un poco. Y lo vió a los ojos sintiéndose rara al ver esos de color celeste que la veían fijamente. Sin dejarlo de lado, él también sentía un gran vuelco en su organismo.

—Esta bien...— suspiró rendidamente —Soy chica que cumple su palabra— y estrechó su mano con la de Silas.

Su sonrisa se extendió. Sin dejar que ella separara su mano de la de él, la acercó a su cara y depósito un beso en el torso de su mano tan delicada. Nuevamente se pintó un sonrojo sobre sus mejillas.

¿Qué era lo que le provocaba este chico que la hacía sentir tan extraña?

ALGO NUEVO |Silas Karlisle y tú|Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin