Toy('s) Soldier

8.7K 417 177
                                    


» ACLARACIONES:

• En este fic es la continuación de “ Efecto Secundario ”, solo que en ésta versión no hay efecto secundario. El resto de la historia sucedió tal cual.

• Para las personas que no lo han leído, no es realmente necesario, pero pueden leerlo si gustan. No suelo escribir capítulos más allá de un Shot.

• No se olviden de votar si les gusta y de compartirlo con alguien que también ame el Stony.

• Este fic contiene Top!Tony porque escasean esos fics en español.
Pero dame una oportunidad. Te prometo una rica limonada.(?

• • •


«¿Qué fue eso? ¿Eso...? ¿Steve...?»
Tony abanicó sus largas pestañas obscuras con un ritmo desconcertado y unos ojos incrédulos atentos a la pantalla de monitoreo que Friday desplegó para él.
A solas en su taller, se meció la barba con la mano, giró su banquillo lejos del escritorio y luego apoyó las manos en las rodillas.
No se suponía que sucediera eso. La píldora debía quedar obsoleta, de esa forma, Steve la expulsaria eventualmente. ¿Introdujo algoritmos erróneos en el sistema? Echó un vistazo al segundo monitor repasando las millones de líneas que se dibujaron en sus pupilas como un hilo de luz al pasar; Todo estaba en orden.
Se rascó la cabeza confundido.
Entonces ¿Que salió mal?
“No. Espera” reflexionó para sus adentros.
Esto podía ser bueno, pero primero debía poner todo en perspectiva:
El capitán se rehusó por mucho tiempo a entregar su virginidad conservada por casi 80 años. Eso requirió un periodo de labor extenuante que jamás necesitó para convencer a nadie; terminaron haciendo el amor de forma torpe, desastrosa y al mismo tiempo fantástica y perfecta.
Tony pensó que Steve le había arruinado la vida porque ahora ya no le apetecía coquetear con quién se le pusiera en frente. Jamás volvería a ser el playboy de antaño...
Bueno, si. Quizá coquetearia un poco, aunque ya no le entusiasmaba jugar para anotar.
Sin embargo, a pesar de ser partidario de la improvisación, se vió obligado a pensar en un plan de respaldo pues era olímpicamente difícil hacer cambiar de parecer a alguien tan testarudo como el capitán América. Y no es que el Cap no lo deseara; sus palabras eran unas, pero sus pantalones hablaban con la verdad. Asumió, por supuesto, qué tal vez necesitaba un poco de ayuda para dejar sus prejuicios de lado. Se deseaban, sus cuerpos conversaban, se llamaban en silencio, sus miradas provocaban al otro.
Jamás tuvo que esperar o insistir demasiado para conseguir sexo.
Steve le importaba de verdad, así que la espera lo valía. Sin embargo, todo hombre tenía su límite y la paciencia no era el rasgo más notorio en Tony Stark.
Cuando decidió ejecutar su plan durante la cena echó la nano píldora en la bebida de Steve porque sabía de su inmunidad a cualquier droga o toxina.
La píldora funcionaba emitiendo ondas electromagnéticas para afectar las funciones del cerebro y el cuerpo a capricho de quién lo controla. Su propósito era inmovilizarlo como un apoyo para ayudarle a dejar esa timidez que colmaba su paciencia.
Su ego se henchía al recordar que no necesitó activarla durante su primera vez.
No calificaba como violación porque Steve disfrutó cuando decidió montar su frondosa y necesitada erección ¿No?
Cerca de un mes después recordó que la píldora aún estaba dentro de su organismo así que bajó al taller, accedió al panel de control en un intento de activar el protocolo biodegradable (La píldora haría un corto circuito, se desintegraria con el pasar de los días y Steve la desecharia de su organismo). Jamás se daría cuenta de que alguna vez estuvo allí. Pero cuando hizo el escaneo para rastrear la píldora, y la encontró alojada en una zona del conducto intestinal, presionó los comandos desde su ordenador en el taller. Por el contrario de inhabilitarse, la píldora envíó una señal en una frecuencia distinta que afectó el conducto uretral y parte de los sacos seminales e incluso la próstata.
La voz de Steve penetró en sus oídos y caló sin piedad en la médula de su excitación. Cuando observó la pantalla lo percibió sorprendido, mirando a izquierda y derecha, como si esperara comprobar que estaba sólo. El capitán suspiró y Tony por el contrario de sentir culpabilidad, ahora sentado en su banquillo (el corazón latía a toda velocidad haciendo circular la malicia por sus venas), se entusiasmó:
Esto se iba a poner divertido.

Soldado de JugueteWhere stories live. Discover now