Hace todo muy distinto. O quizás sea el amor que siempre te hace ver la vida de una manera distinta.
Antes tenía una idea más o menos clara de las cosas que entendía o creía que entendía, como cuando somos niños y vemos las películas de Disney, y nos creemos sabedores del amor real, a la espera de tu príncipe o princesa. No soy una adulta aun, pero ya he dejado de ser una niña y siento como poco a poco he madurado y cambiado mi forma de pensar, y he entendido por experiencia propia un montón de cosas las cuáles creía saber en todos sus ángulos solo por haberlo leído o haber sido una mísera espectadora; cosas como el dolor, la incertidumbre, la esperanza y el amor.
He visto muchas películas en mi vida, y las he vuelto a ver un montón de veces, al igual que he escuchado un millón de canciones y releído diversos relatos, pero a pesar te la infinidad de veces que se pueden repetir hasta aburrirlas, me parece tan increíble que nuestra perspectiva y entendimiento nunca sea el mismo.
Nuestra mentalidad va madurando conjunto a nosotros mientras vamos creciendo física y empíricamente. Pero ese cambio de perspectiva lo he sentido más vívido desde que lo conocí. Los sentimientos se sienten más idílicos y no dejo de sentir esa paz interna en el transcurso de los día. Al levantarme por las mañanas, al sentir el sabor amargo del café quemar mi lengua, durante las clases, intentando prestar atención con él revoloteando dentro de mi cabeza, al acostarme en mis momentos de ocio, al leer y escuchar canciones cuyas palabras relaciono con él, conmigo, con nosotros y con la situación en la que nos encontramos; al acostarme en las madrugadas luego de estar horas hablando con él, y durante mis sueños, para luego despertar y repetir la misma rutina, siempre con él acompañándome, aunque esté a millas de distancia.
Es increíble como una persona puede influir tanto en tu manera de ver las cosas, permaneciendo latente dentro de ti. Presente aunque ausente.
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''Elizabethtown'', antes y después, sin él y con él.
