Solos

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-Siéntate-ordenó a los pocos segundos. Acercó la taza de té que tenía previamente preparada.

Por iniciativa lo tomo. Sin duda alguna el ambiente de la habitación había cambiado, ya no se sentía la misma aura de hace años.

-Seré breve- si ser directa le ahorraba tiempo, lo haría- lo que me hiciste, fue una herida muy profunda, no puedo negar que me sigues preocupando, pero antes de que te precipites, no, no vamos a ser amigos de nuevo, sólo seremos compañeros, si surge algún evento benéfico que hacen nuestros padres ahí estaré, nos saludaremos como personas de clase que somos- no sabía si responder con la misma autoridad que imponía o reclamaba lo que tenía que reclamar, su perdón era lo que realmente pedía- ante todo esto, puedes obtener mi perdón.

Aprovechó la situación para tomar un sorbo del té que le había ofrecido de cierta manera. Nunca la imaginó actuar de manera tan madura, que mal hizo al juzgarla de esa manera.

Si cumpliría con esos requisitos, aunque le incomodara, lo haría. Del resto se encargaría él.

-Acepto todas tus condiciones- él también podía ser formal, incluso si la espina que lo remordía se profundizaba. Tenía que quitarla a dé lugar – Si de desahogarnos se trata, es mi turno de hacerlo también- levantó su mirada donde la tenía ella, al igual que sus piernas. A pesar que sus manos temblaban por que podía hacer, su mente estaba más que preparada, de a poco fue acercando sus pasos, lentos y seguros.

Cholè levantó la vista, notó como Adrien rodeaba la mesa para poder llegar a ella. Idiota, no podía ocultar sus miedos. Remediar lo que sucedió con solo acercársele no iba a cambiar del todo las cosas pero sí que era un gran paso para su reconciliación.

Sus manos terminaron colocándose en la silla donde se sentaba, rodeando sus caderas no tan anchas por falta de crecimiento, sus ojos apuntando los de ella, y sus labios apunto de hacer un sello.

Solo un poco más, necesitaba sellarlos.

- Realmente no te creí tan idiota y patético como esto Agreste- detuvo su movimiento- ¿dar un beso de reconciliación?, que vista tan baja tienes de mí- y con su mano detuvo el movimiento. – te lo digo de una vez, ya no te amo.

Lo sabía muy dentro de él, algo que no quería escuchar.

Estúpido.

Si, lo era. Pero no se detendría, no estando sus labios muy cerca. El flechazo en su corazón se hizo más que presente, la emoción escalonaba cada parte de su piel.

Ella por lo contrario, se forzaba a no mostrar lo que ya estaba más que claro. Pero, como explicar que sus labios encajaban perfectamente con los suyos. Tan suaves como alguna vez llegó a imaginar, lento pero seguro.

Subió su mano derecha hasta su nuca descubierta, depositando así con más impulso el beso.

Su pecho ascendió dudosamente, no negaría que lo estaba disfrutando, pero tenía que parar. Sería la última vez que perdía una batalla en la forma que lo hacía el Agreste.

- Si ya terminaste, te puedes retirar. Acabo de hacer algo de lo más estúpido – puso su mano en su pecho a modo de privacidad, y con esto dicho se retiró del lugar donde estaba para ir directo al baño, necesitaba despertar de la realidad que ella se había impuesto

- Tu misma lo dijiste Chloè una vez, solo te juntas con los de tu misma clase social, y yo estoy en esa- replicó

- Es cierto. Por eso somos compañeros.

Esa mirada, esa actitud otra vez estaba presente. Lo enloquecía, si bien su objetivo era ser bueno y gentil con las personas, ¿porque no adoptar esa actitud también? No sería tan difícil después de todo, el carácter de su padre corría por sus venas.

Justo antes de salir, en la mesa de la esquina reposaba un libro del cual había leído en tiempos de pubertad. Juventud en éxtasis, aquel libro donde conocías a fondo los problemas de juventud y amor, como aquellos errores eran el triunfo de su relación. Si bien estaba claro lo que Chloé había dicho, su corazón indicaba que había otra posibilidad.

Como gran conocedor de la clase alta, observó a precisión su cuarto, esta vez por interés, no como otras veces lo hacía para conocer a las personas.

- Veo que ese sillón lo diseñó mi papá- mencionó para captar la atención – Me acuerdo, que ese dúa tu padre le pidió a mi padre que diseñará algo para ti

- Sí, porque ya me había cansado de tantos vestidos como objeto de regalo- al parecer la conversación estaba tomando otro rumbo, la intriga despertó por saber que juego traía debajo de la manga.

Para iniciar, su toque de gentileza y amabilidad débil había desaparecido, a cambio le ofreció arrogancia a su comentario. Le gustaba, tenía que admitirlo, después de todo no podía seguir comportándose de la misma manera después del trato que le ofreció.

- Ya veo, eso significa que mis relaciones no te afectaron del todo, hablando de mi papá.

- Tu padre no tiene la culpa de nuestra relación, aparte es un sillón bonito. Encaja con la decoración de la habitación. Sería un desperdicio tirar tan majestuosa obra de arte. Por lo tanto, como sabrás tu padre solo diseña ropa, por lo que hace a este mueble única de su existencia.

Buen argumento.

Sin duda alguna, era buena para ocultar lo que realmente le gustaba.

- ¿Puedes admitir al menos, que aprecias mucho ese mueble?- Un alivio se sintió en su garganta por desatar lo que realmente piensa y no enmascarar cada comentario.

- No lo es, hay otras cosas que realmente aprecio.

Abrió la puerta, indicándole la salida. La herida no dolía más, al contrario, lo disfrutaba.

Era cierto que Chloé apreciaba a Adrien, pero rebajarse otra vez a lo que ya fue, tendría que ser una idiota.

Hay cosas que no se dan cuenta las personas que tienen en común. Dinero, sentimientos, pensamientos, poder. Ambos cuentan con una mente fija, y eso es que no se dan por vencidos a su decisión, aunque suene imposible de cumplir, mueven montañas y mares para que sea posible.

Sin decir una palabra más, Adrien se retiró del cuarto de su compañera de clase.

Una risa altanera salió después de alejarse lo suficiente del cuarto de la rubia. Vio en la pantalla de su celular a su mejor aliado.

- No tan deprisa Gabriel, Chloé no es una chica fácil de manipular, pero sí, al parecer va por el camino adecuado.

- Eso espero, que no falles a nuestro plan.

- No pienso perder como tú lo has hecho.

Afirmó con suma autoridad, el orgullo estaba por delante. No fue tan difícil de manipular a la rubia, tenía altas expectativas de ablandar un poco más su carácter debido a la relación que tenía con el rubio. Juzgo muy mal de ella, diría que tenían mucho en común, tanto que hasta pensó en tener una relación, pero el trabajo era trabajo y eso es primero.

- Que los juegos del hambre comiencen.

Nunca Fue Así [EDITANDO]Where stories live. Discover now