《VEINTE 1/2》

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Luego de guardar un poco de ropa, su cepillo de dientes y dinero en una mochila, Jeongin se despidió de sus padres y salió de la casa para, supuestamente, ir a la casa de Jisung a pasar la noche y prácticamente todo el día siguiente. O al menos eso fue lo que le dijo a sus padres, a pesar de que tomó el camino que lo llevaba directamente al centro de la ciudad donde casualmente se encontraba Phantom, y también a pesar de que era una gran mentira porque sus verdaderas intenciones eran quedarse con cierto empleado de cierta tienda de música todo ese tiempo. Pero claro, eso no tenían por qué saberlo ni ellos, ni nadie que no fueran él y Hyunjin (y Chan y Jisung, cómo olvidarlo). Tal como aquel famoso dicho decía, ojos que no ven, corazón que no siente. El pensamiento de estar aplicando un refrán a un hecho de su vida hizo a Jeongin sentirse como un abuelo, y llegar a esa conclusión lo hizo reír. Y ahí estaba, caminando hacia la tienda de música, riéndose solo como un loco de un chiste que había hecho él mismo.

Jeongin estaba de muy, muy buen humor ese día; casi parecía un psicópata al ir por la calle con una enorme sonrisa imborrable plasmada en el rostro, todo pómulos marcados y dientes amplios y blancos luciéndose. Por supuesto que no le importaban ni un poco todas las miradas extrañadas que le dirigían las personas que iban cruzándose con él porque su humor era tan bueno incluso para que le apeteciera ignorarlos y ponerse a bailar en el camino, cosa que haría ni bien pusiera un pie dentro de la tienda, estaba seguro de ello. Mientras tanto se conformaba con mover la cabeza al ritmo de una canción que sonaba nada más en su mente a medida que se acercaba a su destino, acompañando la melodía inexistente con sonidos extraños que salían de su boca. Hasta podía ver la mirada burlona que le habría dedicado Hyunjin, escuchando claramente la voz del castaño en su cabeza con una pregunta como "¿acaso nunca dejas de hacer ruidos?", y no pudo evitar bajar la mirada con una bonita sonrisa, esta vez una más tímida y sutil, avergonzándose por algo que simplemente había imaginado. Jisung diría que estoy hecho un estúpido enamorado, pensó, y no pudo hacer más que resignarse porque eso era totalmente cierto.

Tendría que agradecerle eternamente a Jisung por haberlo ayudado con Hyunjin a pesar de no querer al chico ni un poco. Y no era nada más por la coartada perfecta que le había brindado con esa idea de pedirle ayuda a Chan para poder escaparse al menos por un día, no, era mucho más que eso. Jisung lo escuchaba sin quejarse (no mucho, al menos), lo aconsejaba muy sabiamente y sin mentirle pues le decía lo que realmente opinaba y no algo bonito para conformarlo, e incluso lo ayudaba ignorando el hecho de que no estaba a favor de la relación que mantenía con Hyunjin. Y lo ayudaba muchísimo, desde intentando animarlo con esas cosas raras que encontraba en internet, hasta sugiriéndole maneras de pasar más tiempo con Hyunjin para que dejase de estar desanimado. Si bien el pelimorado insistía mucho en que tenía que olvidar a Hyunjin y salir a Felix, en el fondo Jeongin sabía que nada más bromeaba con eso y que él podía contar con su amigo cada vez que necesitara una mano. Por esas razones, Jeongin se sentía en deuda en esa ocasión con Jisung. ¡Su idea había sido muy buena! Aprovechar que Haneul estaría distraída con unas amigas para tomar prestado el auto de Chan y salir juntos de la ciudad, disfrutar de un día entero para ellos dos solos sin preocuparse por nada ni nadie... Jeongin tenía un muy buen motivo para sentirse agradecido con Jisung.

Después de tanto andar, finalmente llegó a la calle en la que estaban la tienda de música y la pastelería. Por un momento consideró entrar a esta última para saludar a su hermana antes de irse, sin embargo dudó porque sabía que eso implicaba pasar tiempo con la chica y tener que dar explicaciones que realmente no podía dar, y eso fue suficiente para que decidiera no arriesgarse. Y ni bien entró a Phantom, se encontró con que había más de un conocido: Chan estaba allí. Con el sonido de la puerta abriéndose, el chico se volteó rápidamente hacia la entrada, encontrándose con la mirada sorprendida de Jeongin, y le sonrió con esa típica sonrisa de príncipe de cuento de hadas que tenía (porque Chan era simplemente así de bonito). Jeongin le devolvió la sonrisa una vez pasado el impacto inicial de encontrarse con alguien a quien no esperaba ver tan pronto, y casi como una revelación unas palabras acudieron a su mente, haciendo que comprendiera todo de inmediato. Como tu jefe te ordeno que te vayas a dormir o te despido, había dicho Chan por mensaje de texto a Hyunjin, cosa que Jeongin había pasado por alto debido a todas las cosas tan tiernas que estaba respondiendo el castaño en el estado de ebriedad que estaba, pero al verlo ahí parado en la tienda lo recordó de golpe. De alguna manera eso explicaría por qué Chan tenía un auto tan bonito, y por qué vivía en una zona céntrica y muy diferente al barrio humilde en el que estaba la casa de Hyunjin y de su abuela, y todas las diferencias en general entre los dos chicos que Jeongin había notado.

Nie mów noona - HyunInWhere stories live. Discover now