Los niños rotos

Capítulo 3: Invito yo

La semana transcurre con total normalidad, los cuatro días restantes antes del fin de semana los paso trabajando en el super, estudiando o con Amaia. El viernes por la tarde Miriam vuelve a quedar con nosotros y pasamos un rato juntos hablando de todo y de nada a la vez.

Llega el fin de semana y decido aprovechar mi tiempo libre para informarme sobre como estan mis hermanos, solo espero que Laura ceda en darme la respuesta. Los dos sabemos que esa información es confidencial, que no debería contarme nada, pero desde que empezó a llevar nuestro caso empatizó mucho conmigo, sabe mis intenciones y sobretodo es consciente de lo que quiero a esos dos renacuajos, nunca haría nada que pudiera perjudicarles, así que mayoritariamente se le "escapa" algun dato sobre como va el caso, sobre los riesgos, también algún consejo estratégico... Laura es la esperanza, la fuerza y la motivación que siempre me ha faltado para ver un futuro digno, estable y con mi família.

Acabo de despertarme por primera vez en la semana sin necesidad de una alarma, lo primero que hago al abrir los ojos es observar si Agoney sigue en la cama o ya se ha ido. La segunda opción no me extrañaría, ya que lleva toda la semana desapareciendo por las noches y se pasa la mayoría del tiempo fuera de casa, supongo que con Alfred, que más de una vez ha venido a visitarnos, me parece gracioso porque yo le conozco a él pero él no tiene ni idea de quien soy yo ya que siempre me hago el dormido cuando viene. Aunque el 90% del tiempo no le vea el pelo, siempre compartimos un rato después de cenar que se hace muy agradable. Sin embargo mi compañero de cuarto sigue en la cama dormido boca abajo y respirando bastante fuerte. Ahora que lo pienso mejor no me extraña, el día anterior llegó bastante tarde a la habitación y por el ruido que hizo deduzco que un poco bebido.

Mi próximo paso es coger el móvil que siempre me presta que está encima de la mesilla de noche, prefiero cogerlo sin preguntar antes que despertarle, no creo que le moleste, su constante pasotismo hacia todas las cosas exceptuando la música me hace pensar que no le molestara.

Marco el número de Laura que ya me se de memoria y espero a que suene la señal, decido salir de la habitación para no hacer ruído y encerrarme en el baño de la planta de arriba. Mantengo los pitidos resonando en mi oreja por unos segundos pero cuando suena el quinto cuelgo, ya llamará ella.

Vuelvo a la habitación a esperar la llamada y aprovecho para vestirme, peinarme un poco y prepararme para el resto del día. Espero unos 10 minutos y al no recibir ni una señal de mi asistenta social decido estudiar un poco. Agoney no tarda en despertarse perezosamente, se queda observándome. Tiene el pelo más revuelto que nunca y los ojos y los labios hinchados, aun y así está guapísimo. Vuelvo a concentrarme en el libro después de desearle los buenos días y descubrir que solo había dormido con unos calzoncillos que de reojo he visto que eran morados.

Me pregunta el motivo por el cual ya estoy despierto y arreglado y le cuento como estoy esperando una llamada muy importante, él bromea con el echo de que le haya cojido el movil sin permiso y con agilidad se levanta de la cama para ponerse una camiseta. Pasa un rato y al no recibir la llamada de vuelta decidimos bajar. a desayunar, Carmen no está y eso nos deja sorprendidos así que Agoney me propone invitarme a comer algo por ahí. Acepto, porque quiero despejarme un poco y no pensar en que hay algun problema y por eso mi asistenta social no me llama.

- El otro día estuve revisando tus libros y creo que podría ayudarte si tienes alguna duda- Agradezco que no haga el típico comentario de "eso está chupado". Me hacen sentir tonto, inferior.

Verbalizo el agradecimiento, aunque Agoney nunca sabrá el verdadero motivo.

Me lleva a un sitio muy agradable que no está muy lejos de la casa, está lleno de plantitas y decorado con colores claros. Una vez nos sentamos miro los precios de los menús.

- Oye, no quiero que me invites a nada.

- ¿Por? - Dice mientras llama con una mano a una sonriente camarera.

- No se, esto es carísimo.

- Bueno pues lo pagamos a medias.- Y me muestra todos sus dientes cuando sonríe.

Aunque me duela en el fondo del bolsillo, acepto el trato.

Mi compañero de cuarto tiene una sonrisa que enseña su alma, es transparente y me hace sentir cómodo. Es muy extraño, porque mientras nos traen lo que hemos pedido y empezamos a comer me siento como si nos conocieramos de toda la vida, él me habla sobre el concierto al que fue la noche anterior y como siempre se le iluminan los ojos cada vez que menciona lo genial que fue, lo bueno que era el album o lo increíblemente bien que cantaba el vocalista. Yo voy asintiendo poco a poco, escuchándole con atención y a veces suelto algun comentario o respondo a pequeñas preguntas que me hace.

En un momento en el que cambia de tema y empieza a explicarme una pelea con sus amigos de clase empiezo a fijarme en sus gestos, en como usa las manos para explicarlo todo, en como carraspea cuando la historia se intensifica. Y solo llego a una conclusión.

Agoney mola mucho.

Es de esas personas que quieres conocer, que te transmiten confianza porque te hacen sentir como en casa. Y eso es porque te abre las puertas de su alma a traves de estos pequeños detalles, entras en él y ya no quieres salir.

- ¿Me estas escuchando?- Agoney interrumpe mis pensamientos mirándome con incredulidad.

- Perdona, estaba pensando en otra cosa.- "No te pongas rojo Raoul, no te pongas rojo".

Ríe y niega con la cabeza.

- Oye, ¿sabes de alguien que pueda acoger a un amigo por unos días?

Me pongo tenso porque se que se refiere a Alfred y no quiero tener que actuar para disimular que ya lo se. Me hago el pensativo y niego con la cabeza.

- Tendrás algún amigo o algo, piensa bien que es importante.

Pienso en la única persona a la que le podría pedir ese favor, Amaia. Aunque estoy seguro de que a sus padres ni se les pasaría por la cabeza meter a alguien en su casa después de lo que pasó.