Capítulo 13: Frost.

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Colocándose sus guantes de tela negra, sus protectores de metal en los antebrazos, y su media mascara, la más talentosa guerrera de Sub Zero, Frost, salió de sus aposentos con una sonrisa entre labios. La razón de tanta felicidad era conocida por los demás integrantes que vivían en el complejo. Ella por el momento estaba a cargo del clan.

A juicio de la cryomancer el Lin Kuei tenía mucho más potencial que explotar, y ser aliados de Raiden solo impedía que pudiesen desarrollar todas sus habilidades. Ella estaba segura que el dios del trueno solo los usaba como simples peones para su beneficio, al igual que las fuerzas especiales.

No obstante, todas esas ideas se quedaban en su cabeza. Sub Zero ya le había dejado en claro en más de una ocasión la fuerte alianza que tenía tanto con la deidad como con los otros defensores del Earthrealm.

No tenía otra opción más que aceptar.

Pero a lo que nunca accedería, era a mostrarle respeto alguno a Kitana. Frost poseía motivos para detestar a la edeniana desde el primer día. La guerrera veterana del clan llevaba años ganándose su puesto como la luchadora predilecta, como la única capaz de relevar a Sub Zero, como la mejor. Sin embargo en el momento que la princesa llegó al templo, las cosas cambiaron.

Ella podía sentir como la atención que tanto le agradaba recibir se había ido. Los guerreros del clan al igual que el gran maestro se olvidaron de ella, para centrarse en la foránea. Sus grandes hazañas y su peculiar estilo de pelea, eso sin mencionar su cercanía con el guerrero gélido, llamaban mucho más la curiosidad de los demás.

La croymancer al abandonar su habitación, tomó rumbo por distintos pasillos del complejo, supervisando que todas las labores diarias se llevaran a cabo con normalidad. Al terminar salió al patio principal, donde una cantidad considerable de individuos entrenaban con una severa disciplina.

La mujer con habilidades parecidas a las de Sub Zero se mantuvo unos momentos observándolos. Una vez más tenía la sensación de que el Lin Kuei estaba destinado a algo mucho mayor. Sin embargo el sentimiento duró poco, ya que tanto los guerreros como ella se olvidaron de sus respectivos asuntos al mirar un pequeño punto en el cielo.

El pequeño objeto que captaba la atención de la mayoría, pronto se convirtió en una sombra y luego en algo de mayor tamaño, hasta que finalmente estuvo lo bastante cerca para que pudiesen distinguirlo. Se trataba de un dragón del hielo. Todos se sorprendieron al observarlo, pocas veces esas creaturas se dejaban ver, solo aparecían cuando el templo o sus habitantes estaban en problemas.

Los combatientes del Lin Kuei se apartaron del patio, dejándole sitio al animal para que pudiese aterrizar. Cuando este así lo hizo, los ahí presentes no creían lo que sus ojos les mostraban.

Kitana había descendido con rapidez de la bestia de escamas azules con el gran maestro cargado a su espalda, desmayado. De inmediato, Frost junto a un grupo de guerreros se apresuraron a prestar su ayuda al líder de su organización.

—¿Qué le sucedió? —cuestionó malhumorada la cryomancer, en tanto otros hombres ingresaban a Sub Zero al edificio para curar sus heridas.

—No estoy segura —respondió Kitana en voz baja, tras pensarlo por unos segundos.

—¡¿Cómo que no lo sabes?! —exclamó, ganándose varias miradas —. Tú acompañabas al gran maestro, es imposible que no conozcas como obtuvo estas heridas... ¡Tu respuesta es digna de una traidora!

—¡No levantes acusaciones sin tener pruebas, Frost! —respondió la princesa con el mismo tono. Sabía que su anterior contestación no era la más convincente, pero esa era la verdad. Ella no conocía lo sucedido.

Mortal Kombat: Gran Maestro.Where stories live. Discover now