[🥀] cuatro.

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ERAN LAS DIEZ DE LA MAÑANA cuando aquel día, McGonagall despertó. Ella solía despertar a las seis en punto, pero dados los acontecimientos de la noche, le había sido imposible.
—Ya es demasiado tarde—se dijo a sí misma, al tiempo que agarraba su varita y con ella se colocaba su atuendo.
Luego de esto—y una mínima visita al baño—Minerva se encaminó a su oficina, y comenzó con la parte aburrida de ser la directora de esta escuela de magia y hechicería: El papeleo; por lo que mientras fingía hacer el mismo, hizo una carta:

Querida Katie Bell:
Te invito a pasar por mi oficina el día de hoy a las tres en punto de la tarde, para poder hablar sobre los últimos acontecimientos—de los que claramente no se te culpa—y comer unas galletas.
Espero confirmación.

McGonagall

Era corta, concisa y no tenía el vocabulario que solía utilizar, casi no parecía hecha por ella. Pero, dado el tiempo y lo confundida que se sentía esa mañana, llamó a una de las lechuzas de Hogwarts y envió la carta.
—Directora McGonagall—dijo Neville, al tiempo que entraba al lugar—Es hora del almuerzo.
—En un momento voy hacia allí.

     💫💫💫

—Buenos días, Minerva.—dijo esta vez Katie—¿Cómo se encuentra?
McGonagall levantó la vista de su escritorio y comenzó a hablar: —Buenos días Katie, Bien, ¿Y usted? Siéntese, por favor.
—Bueno, aquí estoy. Mi hijo asesino a una Potter, no es algo fácil de digerir. Por suerte Harry no presentó cargos, si no...
—Entiendo, Katie.—Dijo McGonagall cortándola—¿Quieres un té? Para los nervios...
—Claro, profesora. Usted dígame, ¿Que puedo hacer?—y la Bell quedó expectante esperando la respuesta, al tiempo que llevaba la taza de té hacía su boca.
—Bueno, yo diría que...—comenzó McGonagall, deteniéndose cuando su acompañante quedó profundamente dormida. Era el momento.

«—¡Lily!¡Lily!—gritaba Katie a una pelirroja que se encontraba a escasos centímetros de entrar al tren. Esta se dio vuelta, susurrando un 'hola katie'—¿Podrías darle esto a mi hijo, Mattew?—dijo tendiéndole una caja blanca y pequeña. Parecía que dentro contenía pastillas.—Son sus medicamentos, si no los toma... podría hacer cosas malas. Solo... dáselas, por favor.
—Claro Katie, no será ningún problema...—contestó Lily, con un aire de duda en su voz, aunque cumpliría lo dicho. No por nada era una gran, hermosa y amable Hufflepuff.»

Entonces, unas lágrimas salieron por los ojos de Minerva. No era su culpa, ni aunque hubiese ido por sexo. Solo era culpa de Mattew, o de sus ataques de ira... o de... simplemente no de Lily.


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VICTIM BLAMING -L.L. POTTERWhere stories live. Discover now