21

138 24 7
                                    

Cuando dicen que las casualidades no existen, tienen toda la razón del mundo. Lo de hoy no ha podido serlo, tenía que cantar esa canción y lo he hecho. Ahora mismo no puedo estar más feliz aunque, por supuesto, me faltaría una gran cosa, y sería poder celebrarlo con Elías como una pareja normal. Nos tenemos que conformar con un bonito abrazo y con vocalizar lo que sentimos, por ahora es todo lo que hay.

Nos clasificamos, sí, y contentos volvemos al orfanato, misión cumplida y solo quedamos cinco coros, o sea, que dentro de un mes quedarán tres, y más tarde habrá nuevo ganador.

Igualmente, esa noche en la cama, es cuando más pienso en las palabras de Elías antes de que cantemos, en lo que ha dicho sobre ese tipo, el director del orfanato donde se ha celebrado el campeonato. No me esperaba que además de eso fuera también integrante de la escuela de música donde he soñado ir desde que supe que existía.

— Duérmete de una vez — Diana está despierta, aunque como tantas otras veces, quejándose — Deberías estar relajada después de cantar y que hayamos pasado, ¿en qué piensas para estar despierta?

Le cuento lo de ese hombre, necesito desahogarme e incluso entender las cosas. No puedo creer que elija a los que van o no a esa escuela según el orfanato donde estudien.

— No sé, Juli — Tras escucharme paciente, habla de nuevo — Después de hoy, yo no tendría muchas dudas acerca de ti.

— ¿Qué quieres decir? — Me cambio de mi cama a la suya, me apetece dormir con alguien.

— Pues que todo el que te haya escuchado, sabe que tienes que estudiar ahí, que esto es lo tuyo — Explica con los ojos en blanco — Eres buena, ya está.

— Eres una buena amiga — Le digo, abrazándola mientras nos tapa a ambas.

— Pues deja a esta buena amiga descansar, por favor — Parece rogar — Yo estoy reventada de tocar la batería sin parar.

Me tumbo en silencio, pero, a pesar de las palabras de mi amiga que han conseguido ayudarme un poco, igualmente sé que me espera una larga noche por delante.

***

No terminaré nunca de comprender porque algunas clases, como la de Elías, parecen pasar a velocidad de la luz y sin embargo, todas las demás que duran exactamente lo mismo, se me hacen eternas. Me quedan aproximadamente seis meses aguantando esto y no veo la hora de terminar. Aunque en realidad las clases es lo único que quiero dejar atrás del orfanato.

Cuando terminamos las seis horas de esa mañana, solo quiero tirarme a algún sitio, bueno, mejor dicho, en la moqueta o en uno de los sillones del cobertizo secreto, pero ahora mismo no es buena idea.

En la comida Fabio y Diana discuten por algo mientras Edgar remueve la comida sin llevarse nada a la boca, eso durante varios minutos.

— Oye, ¿qué te pasa? — Pregunto — Se va a marear el puré — Intento bromear, aunque no está muy por la labor de seguirme.

— Nada Juli — Suspira — Es solo... bueno — Arruga la nariz — Estos dos son la pareja perfecta, tú y Elías se ve que estáis genial, en cambio yo desde Irene nada de nada — Sacude la cabeza.

— Eh, vas a encontrar a alguien tarde o temprano — Comienzo a juguetear con sus rizos — Nadie querría perderse un chico como tú, ¿sabes?

Chasquea la lengua, no muy convencido, aunque sí sonríe a medias. Lo entiendo perfectamente, es justo lo que a mí me pasaba el año pasado cuando veía a todo el mundo emparejado a mi alrededor y yo estaba sola, pero Elías me ha convencido de que siempre aparece la persona correcta, esa capaz de complementarte.

Más tarde vamos hacia la sala de ensayo, se supone que hoy conoceremos nuestras nuevas canciones, aunque aún quede mucho tiempo para el siguiente campeonato. Es justo después de navidades.

— Buenas tardes chicos — Elías nos espera en su posición habitual, apoyado sobre el escenario — Lo primero, daros la enhorabuena por pasar de ronda — Sonríe, creo que más contento que alguno de nosotros — Como premio hoy os dejaré cantar lo que más os apetezca, sin normas. Mañana recibiré la información para el campeonato y comenzaremos a trabajar.

Lo celebramos, siempre es bueno tener algún día para relajarse, y Elías sabe hacer que sus clases sean las mejores del todo el orfanato, no tiene competencia alguna, al menos en mi opinión.

Me junto a Edgar y Diana e improvisamos cosas, también hacemos mucho el tonto y nos reímos muchísimo con algunas barbaridades que nos salen. También Elías viene con nosotros y disfruta durante un buen rato, hasta que Lola entra en la sala y nos interrumpe, llamándole.

Nos dice que sigamos, que el vuelve enseguida, así que todos retoman lo que están haciendo excepto yo, que intento averiguar lo que sucede. Desde que estamos juntos no hay un solo día que no piense en que nos pueden haber pillado.

— Juli, seguro que no es por vosotros, tranquila — Me dice Diana, que me conoce de sobra y sabe qué estoy pensando.

— No podemos fiarnos nunca — Bufo — Estoy bien con él, pero eso de estar esperando a que alguien venga un día diciendo que hemos sido descubiertos...

— Pero si os vais al sitio ese secreto que nunca quieres contarnos, ¿no? — Asiento — Pues ya está, si nadie ha sabido de él en tanto tiempo, no van a saberlo ahora.

Me quedo un poco más tranquila, además Elías vuelve del mismo humor y eso quiere decir que las cosas siguen como hasta ahora, en calma aunque no completamente, siempre quedará la duda.

Apenas queda tiempo de clase cuando Elías se acerca para pedirme que hablemos después unos minutos. Me quedo cuando hemos terminado y espero a que comience él.

— He hablado con Lola — Asiento, queriéndole decir que lo sé — Y tengo que irme unos días fuera, solo unos días — Se me cae el alma al suelo. Sí, sé que ha recalcado la palabra días, pero no puedo evitar recordar a cuando se fue de verdad — Julieta, no tienes de qué preocuparte, volveré antes de que te dé tiempo a echarme de menos.

— Para no echarte de menos deberías quedarte — Suspiro apenada — ¿Qué ocurre? ¿Es sobre nosotros?

Mueve la cabeza a ambos lados enseguida, está receptivo y de buen humor y eso consigue que confíe en sus palabras, en que volverá.

— Es un pequeño trámite, ni siquiera creo que tarde una semana — Sonríe, metiendo un mechón de mi pelo tras mi oreja — ¿Cómo no iba a volver si todo lo que quiero está en este orfanato?

— No te dejaría escapar tan fácil — Me muerdo el labio inferior cuando da con la punta de su dedo en mi nariz

— Estaría loco si te dejara escapar de nuevo yo a ti — Mira a la puerta un segundo, está cerrada a cal y canto, así que se acerca para darme un corto beso — Si me necesitas, sabes lo que tienes que hacer.

— ¿Llamarte? — Bromeo — Te recuerdo que aquí dentro no existen los teléfonos ni nada parecido.

— Cantar, Julieta — Suelta una carcajada — Deja que sucedan los días cantando y volveré cuando menos lo esperes.

— ¿Me lo prometes?

— Te lo prometo — Acaricia mi espalda, desde arriba hasta la parte más baja — Nunca me iría de tu lado. 

Sigue brillando, Julieta. (Segunda parte #ESDJ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora