...No sabía ni que pensar al respecto. ¿Me habían involucrado en un sacrificio o qué carajos? o quizás, ¿era una especie de broma?; pues si así lo era, qué mal gusto.
El día empezó más normal de lo que pensaba (si no contamos la misteriosa carta, claro), saliendo de mi casa a la misma hora de siempre (10:00 hrs) con dirección al trabajo; la señora Talicanna le daba las medicinas a su esposo, el señor Ledrón en el balcón que queda en frente de mi casa. Matorvo, colocaba su música a todo volumen, que a su vez le molestaba a Zowe, su vecina.
A las 10:07 hrs tomé el autobús con dirección a mi trabajo. Tomé mis audífonos al momento de sentarme en un banco y empecé a reproducir una playlist de mi celular y empezar a leer el libro del mes. Casualmente miré mi reloj y eran las 10:19 hrs, momento en el cual un señor de más o menos unos 49 años se sentaba a mi lado. Lo analicé rápidamente: iba vestido con un traje negro y unas zapatillas negras. Es el jefe de una gran empresa, pensé, ¿pero por qué va en un autobús?. Ignoré mi pensamiento y seguí retomando mi lectura y cuando menos pensé, había llegado a mi destino y aquel hombre ya no se encontraba en aquel lugar, lo único que había era una carta amarillenta. Curiosamente la tomé y decía:
