Sugar Baby +18 [FINALIZADA]

SIETE|PREFIERO NO

Salimos del hospital con rumbo al estacionamiento subterráneo.

—Disculpe —interrumpe mamá, captando la atención de John, quien viene a mi lado mientras yo arrastro la silla de ruedas.

—¿Sí? ¿En que puedo ayudarla, señora Joanna? —John le muestra su mejor y más grande sonrisa.

—Me parece muy gentil y caballeroso de su parte, pero preferiría tomar un taxi —dice con una sonrisa forzada.

—Déjeme llevarla, por favor. Es lo mínimo que puedo hacer por usted —le contesta el hombre.

—No, gracias —Joanna sonríe y luego me observa molesta—. Alicia, pide un taxi —me ordenó de inmediato.

—Pero... Mamá, no tengo dinero —me acerco para susurrarle en el oído.

—No me importa, haz lo que te digo.

—De acuerdo. Aceptaré la negación de sus palabras, sé que ya no debo insistir. Pero si necesitan cualquier cosa, la que sea, no duden en hablarme. Conozco muy bien a Alicia —cuando dice esto me observa sarcástico y en respuesta pongo los ojos en blanco—. Confío en que me hará saber cualquier cosa.

—Comprendo. Muchas gracias —puntualiza mi madre.

Me despido de John con un sacudón de mano y me alejo para buscar uno de los taxis del servicio médico. Mis hermanos caminan por delante, en ese momento me llega un mensaje y yo reviso de inmediato el celular. Es un mensaje de John.

JOHN: Dile a tu mamá que pedirás un Uber. No lo rechaces porque acabo de pagarlo.

Al leer aprovecho para echar un vistazo hacia él, sonriente y agradecida por lo que ha hecho por mí.

John se mantiene de pie junto a su auto, con las manos en los bolsillos delanteros. Al verme me guiña un ojo y luego me lanza un pequeño beso. Yo me burlo de él haciendo el mismo gesto, pero en vez de lanzarle un beso procedo a mostrarle el dedo medio.

Al salir tomamos un Uber que nos lleva a casa. Cuando llegamos instalo a mamá en su habitación con un poco de trabajo, pero al final los tres pudimos hacerlo.

—Niños —mis hermanitos miran a mamá—. ¿Podrían dejarme a solas con Alicia?

—Si. Estaremos abajo por cualquier cosa —contesta Jude, tomando la mano de Mario.

Ambos salen dejando la habitación inundada de silencio e incomodidad.

—¿Y que pasó? —me pregunta ella luego de callar.

—¿Qué pasó de qué? —le dije, tratando de hacerme tonta.

—¿Algo de lo que yo tenga que enterarme?

—No, nada —miento.

—¿Por que ese tal John te está ayudando?

Tardo un poco en responder, pues trato de encontrar alguna respuesta que no se vea forzada ni incoherente. Juego con la sábana de la cama y me siento en la orilla, junto a los pies de mamá.

—No sé, solo está siendo gentil. Raquel se lo pidió, supongo —respondo sin mirarla, moviendo los hombros para restarle importancia.

—¿Cómo estás tan segura que no tiene otras intenciones?

—¡Mamá, no! ¿Cómo puedes pensar eso? —reclamo con exaltación.

—Digo. ¿Por qué no? Últimamente eso de tener... —hace una pausa para buscar su respuesta, hasta que la consigue— relaciones con beneficios parece estar de moda. Y ustedes las jovencitas acceden a eso con el propósito de tener dinero fácil, a cambio de relaciones con un hombre.