Sirena. Capitulo 6

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Capitulo 6:

En cuanto llegue a mi casa de un piso en Honolulu, desde la playa Waikiki Bay, junto a la sirena, me dedique a mostrarle a Hanna su habitación, lo mismo el baño con la bañera grande que compre e instale especialmente para ella, como así mismo le mostré su ropa y zapatos guardados en su guardarropa. Ropa y zapatos que resultaron ser exactamente de tu talla y número, sin haber sabido de antemano estos datos, ya que ella no lo hubiera sabido. Es la primera vez que Hanna se pone ropa.

Tengo buen ojo para adivinar las tallas de ropa y los números de zapatos de las damas. Y no sé muy bien porque, ya que no he mantenido romances con mujeres como cambiarme de ropa interior. Tampoco tengo algún tipo de fijación o fetiche lascivo o bizarro con los cuerpos de las mujeres, incluyendo sus pies.

Puedo apreciar la belleza cuando la veo, pero huyo o evito a una mujer que puede resultarme atractiva, porque no deseo enamorarme. A mi modo de ver las mujeres y el romance son una complicación para un hombre como yo, que jamás se asienta por mucho tiempo en alguna cuidad o en algún país.

Luego de mostrarle mi casa a Hanna y de explicarle como debe comportarse en el mundo humano, la lleve a la cocina y la invite a tomar asiento junto a la mesa. Precisamente en ese momento llego el repartidor de comida del restaurante japonés con mi pedido. El repartidor toco el timbre anunciando su llegada media hora después de hacer mi pedido en el restaurante a través del teléfono.

Aquel restaurante japonés tiene reparto a domicilio. Pedí dos ordenes de sushi. El de Hanna es sushi crudo, el mío cocido. El sushi que pedí para Hanna trae solo pescado en trozos pequeños.

Menos mal que aquel restaurante envió lo que pedí sin pedirme explicaciones o de reclamarme por hacer un pedido con aquella extravagancia.

Obviamente que me envíen del restaurante solo pescado de calidad, en trozos que se pueden comer en un solo bocado, me iba a salir más costoso.

Debo comprar de ahora en mas, mucho pescado fileteado para Hanna, como a si mismo debo tener en el refrigerador bastantes porciones de Poke, que no es otra cosa que una ensalada de pescado crudo que se sirve aquí en Hawai, como aperitivo o bien como plato principal.

Ahora mismo Hanna y yo nos disponemos a comer. Hanna come el sushi que le serví con bastante entusiasmo, incluso con cierta desesperación, como si estuviera famélica. Como si llevara sin comer durante días y algo me dice que eso justamente fue lo que le sucedió.

La falta de alimento en los océanos debe estar siendo una situación desesperada y urgente para toda la cadena alimenticia de los mares, sin importar la región demográfica.

Viendo frente a mis ojos a una criatura única, fantástica, intrigante, misteriosa y hermosa, proveniente del mar hambrienta, debido a que no pudo cazar sus alimentos porque simplemente no hay que pescar por la culpa de la pesca industrial indiscriminada. Por primera vez en mi vida siento vergüenza de mi especie humana que solo piensa en satisfacer su infinita necesidad de comida, que muchas veces desperdicia y que bota a la basura sabiendo que alguien más no tiene que comer.

Aquel individuo, animal o pez daría lo que fuera por tener a mano lo que esta botando el humano a la basura, para alimentarse y no morir de hambre.

En este preciso momento hasta siento amargura, también lástima por las demás especies vivas del mar.

Morir de inanición es lamentable y trágico para cualquier criatura.

Mi conciencia me llama la atención. Mi conciencia me llama a hacer algo para acabar con la falta de peces comerciales en los océanos, como el biólogo marino que soy.

Sirena.Where stories live. Discover now