Capítulo 12.

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Min Ho vio por la ventana de su habitación hacia el jardín, se suponía que ese día debía bajar y empezar a domar a su nuevo caballo, sin embargo, sus pensamientos habían estado moviéndose hacia Taemin, quien llevaba un día desaparecido luego de lo que él le hizo, y aunque su primer pensamiento fue ir a buscarlo al darse cuenta que no estaba cumpliendo con sus deberes, luego cambió de parecer, porque sabía todo el daño que había hecho y la culpa estaba presente por mucho que él quisiera convencerse que "tenía derecho a hacer lo que fuera con su esclavo", después de todo era su regalo.

Escuchó los suaves y vacilantes golpes en la puerta, que le hicieron apartar la mirada de la ventana, para segundos después ver como ésta se abría, y el joven de cabello castaño, quien llevaba todo un día desaparecido ahora estaba frente a él, con su mirada en el suelo, y tenía un aspecto tan descuidado que por un momento le hizo pensar a Min Ho que volvió a un año atrás, cuando le fue entregado como regalo.

Vio la puerta cerrarse con suavidad y luego como las rodillas del chico cedían delante de él, apoyando sus manos en sus piernas mientras seguía mirando al suelo, porque el chico no se creía capaz de poder ver a su amo en ese momento, no después de haber pretendido una vez más escapar cuando él le ofreció su lealtad, pero con lo sucedido en el establo, él sólo quiso morir en un principio y terminar con el dolor tanto físico como emocional que le fue causado, pero al pensar en Dae Kyun sus pasos lo llevaron lejos del castillo y de la muerte, haciendo que se internara en el bosque mientras intentaba huir.

—L-Lo siento amo —se inclinó colocando su frente sobre el suelo —y-yo...

—Estás de regreso —la voz de Min Ho fue un susurro y luego se endureció —¿en dónde estabas?

La mirada de Min Ho recorrió el cuerpo de su esclavo, notando como la ropa parecía ser la misma que él destruyó, o eso creyó dos noches atrás, porque al menos seguía cubriendo lo necesario del cuerpo del chico, aunque todavía permitía ver parte de su hombro en la que estaban algunas marcas que él no creyó posibles de existir, porque la sus acciones para él fuera muy rápidas sin causar mayor daño, pero al parecer no había sido así.

Con pasos rápidos y firmes se acercó tomándolo del brazo y lo levantó del suelo, encontrándose con la mirada asustada del chico, la cual le recordó a la que vio un año atrás cuando lo encontró en aquella cabaña del bosque, pero eso no lo detuvo de despojarlo de la ropa ahora sin resistencia alguna, permitiéndole percibir el ligero temblor en el cuerpo de Taemin que parecía ser algo que no podía controlar, así como cuando sus ojos se habían cerrado con fuerza como si esperara que algo malo le ocurriese en ese mismo momento.

—¡Estuve en la cabaña del bosque! —gritó Taemin.

Las palabras salieron como si eso pudieran salvarlo de cualquier cosa que Min Ho pretendía hacer con él, porque ciertamente tenía miedo que lo del establo se repitiera, pero después de esa noche le había quedado claro el poder que tenía su dueño sobre él, porque al final no importaba las veces que suplicó, o sus lágrimas que derramó, porque el hombre hizo con él lo que quiso.

Min Ho se detuvo a una distancia prudente, y a pesar de que sus manos le pedían tocar la piel blanca que ahora estaba llena de moretones tanto en su torso, hombros, aunque las más notorias eran los de sus caderas, se obligó a no hacerlo, no quería que Taemin le tuviera más miedo del que ya veía en él, y apretó sus puños enojado consigo mismo por lo que había hecho, porque muchas veces pudo contenerse de tocarlo ya que la belleza de Taemin siempre estaba tentándolo, pero esa noche se había dejado llevar por su enojo y lo había tomado en contra de su voluntad.

—Ve a bañaros —dijo con voz firme.

Taemin se inclinó con intenciones de recoger la ropa cuando la mano de Min Ho lo detuvo, haciendo que se estremeciera y quisiera saltar lejos de él, pero el mismo miedo fue el que le hizo no reaccionar, después de todo, era su amo y si él le ordenaba ir desnudo por los pasillos hasta su propia recámara debía de obedecerlo, aunque la idea no le gustara en absoluto.

Prometo amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora