El silencio de las palabras

la angustiosa soledad

Llevo años sin recorrer estos parajes, hace tanto tiempo los recorría en compañía de aquellos amigos ahora que ya no comparten mi vida. Esos por sus desventuras me han destruido un poco más el camino que recorro esta solo con unos rieles de concreto y debo desviarme ahora mismo por un camino de barro, paso unos momentos antes de llegar a una zanja, está un puente improvisado de guadua y madera, paso por sobre el con el mayor cuidado y temor de que se rompa, comienzo a sentir el sonido del agua chocando contra las rocas, estos días ha llovido de sobremanera.

Al llegar me subo por la piedra gigante que conozco hace tantos años, está igual que siempre solo que ahora siento un desconsuelo al estar en este lugar solo y más aún por lo pasado hace algunos años, veo algunas ramas montando el agua y bajando como su existencia, esta melodía que se escucha constante de los pájaros es tétrica ya no es lo mismo regresar aquí después de que me volaba del colegio "aquellas historias" que de repente formaron mi carácter.

El cantar de estas aves hace invadir en mí una zozobra que solo tiende a aumentar mi miedo de todo este sitio, tomo mi bolso apresuradamente y noto que no he logrado pasar más de 20 minutos en este lugar solo, que, aunque a lo mejor en compañía de alguien tampoco podría haberlo soportado, mi piel comienza a erizarse, mi boca se seca conforme aumento el paso tratando de alejarme de este sitio maldito. Salto el puente de madera no quiero terminar en esta zanga o más tiempo por aquí, comienzo a tener un pitido en mis oídos cada vez más fuerte.

Después de unos minutos con un temor intenso logro llegar a los rieles de nuevo, estos barrancos tan altos no me permiten mirar más allá de mí mismo, aun siento una angustia constante, solo veo maleza a mi alrededor y distingo unos colores a lo lejos, una camisa a cuadros roja y azul claramente desgastada y unos pantalones negros de tela sostenidos con un cinturón que tenía una funda con un machete negro adentro y unas botas de caucho. No logro distinguir si aún estoy aturdido o acaso es la realidad y ya me encuentro en la compañía de alguien que deambula por estos lugares debido a sus labores, comienzo a caminar temeroso, logro distinguir un ademan con la cabeza y aquellas palabras que me devolvieron el aliento "Buenas tardes" continuo mi camino y Ancio estar pronto en casa.